
Capítulo 18
Siento como el brazo de Nai rodea mi cintura. Su aliento pega en mi oreja, trato de moverme pero no lo consigo.
Fue mala idea que las tres durmiéramos en la misma cama. Estamos casi una encima de la otra y pegadas. Despacio, levanto el brazo de la rubia y lo separo de mi cuerpo, me deslizo por la cama lentamente hasta que consigo apoyar un pie, otro y me levanto.
Nai gira y termina abrazando a Lena que se encuentra al lado roncando. Tomo las zapatillas en mi mano y salgo caminando descalza hasta bajar la escalera y salir por la puerta trasera que se encuentra sin llave. Desde aquí se puede ver la playa y allí es adonde me dirijo.
Naida fue la encargada de dividir las habitaciones, y como sus padres no llegan hasta el día siguiente, ella, Lena y yo nos acomodamos en su habitación. Malia y Aileen se encuentran en el cuarto de la rubia, al igual que Aiden y Dylan comparten habitación. Finalmente, la habitación de Nai la cedió a Cassiel y Elliot.
Luego de la charla que tuvimos después del almuerzo no volvimos a hablar. Estoy confundida y fuera de control con mi elemento. Y, aunque no quiera admitirlo, parte de esa confusión se debe a cierto pelirrojo de ojos verdes. Aiden intentó hablar conmigo luego de lo que pasó con su hermana, pero me encerré en la habitación de Nai y me quedé allí hasta la noche. Cada uno cenó por su cuenta, lo que quiere decir que las chicas, Cass y mi hermano comimos juntos. Fue incómodo.
Llego hasta la playa y aún con las zapatillas en mis manos, dejo que el mar toque mis pies. No hay ni una sola nube en el cielo y las únicas luces que iluminan un poco son las de las casas del vecindario.
–Está vez no te vas a escapar –susurra en mi oído.
Del susto giro y lo empujó sin éxito. No sé movió ni un centímetro.
–¿Qué haces? ¿Acaso quieres matarme del susto? –digo con la respiración agitada.
–Eso nunca, princesa.
Comienzo a caminar por la orilla con la intención que se canse y se vaya.
–Lo siento –escucho sus pasos detrás mío –. Aileen no quiso decir esas cosas, no realmente.
–Pues a mi me pareció que si quería decirlas.
–Lo lamento –camina a mi lado.
–No fue tu culpa, Aiden –digo resignada.
–Pero la tendría que haber detenido antes, lo siento.
–Si, bueno...ya está.
Caminamos en silencio. La brisa se siente un poco más ahora y eriza mi piel, no falta mucho para la medianoche.
–Mejor vamos a sentarnos –dice con una mueca.
–¿Acaso temes mojarte un poco los pies? –me burlo.
–No me gusta la playa –responde.
–Pero vivimos en una zona costera –digo con obviedad –. ¿Entonces por qué viniste si no te gusta la playa?
–Por ti.
Siento como mis mejillas se sonrojan y como una corriente de energía se desplaza por mi cuerpo, concentrándose en mis dedos... y en otras partes también.
–¿Te sorprende? –enarca una ceja –. Te dije que no me perdería tu cumpleaños.
Se aleja de la orilla y se sienta a unos metros de esta, donde el mar no puede alcanzarnos. Despacio me siento a su lado. El viento es más frío y solo a Lena se le ocurre empacar un pijama corto en esta época, ella tiene siempre el cuerpo caliente. En la playa, en otoño estoy con mi pijama que consiste en un short y una camiseta, tendría que haber bajado con una manta.
–Toma –Aiden comienza a sacarse su suéter, veo como su camiseta se levanta dejando a la vista su abdomen.
Paso saliva, creo que ya no necesito abrigo. Me pongo su suéter y alargo las mangas para meter mis manos dentro.
–Tú nunca tienes frío –digo cuando termino de acomodarme – Literalmente tu cuerpo está caliente.
Aiden me mira con una ceja levantada y una sonrisa burlona en su rostro. No tendría que haber dicho eso.
–No, pero tu cuerpo está frío y todavía no te acostumbras a tu elemento –posa sus ojos en los míos –. Te vi cuando bajabas las escaleras, no eres tan silenciosa y ese pijama, aunque me encanta como te queda –su voz se vuelve más ronca –. No es muy abrigador que digamos.
Dirijo mi vista hacia el mar, muevo mi pelo para que cubra en parte mis mejillas rojas. ¿Por qué siempre tiene que decir algo como eso? De reojo me fijo lo que lleva puesto. Tiene un pantalón de chándal y una camiseta blanca como pijama. Las zapatillas de los dos las dejamos a un costado para que no se mojen.
Luego el silencio se rompe con una pregunta que me deja congelada.
–¿Cómo se tomó Elliot el rechazo?
–¿Q-Qué...
–¿Cómo se tomó tu hermano que lo hayas rechazado? –gira su cabeza y mantiene sus ojos en mí –. Aunque no crea que sea tu hermano.
–No sé d-de qué estás hablando –trato de decir segura.
–Vamos, princesa. No soy ciego –vuelve su vista al mar –. Y ustedes son bastante obvios.
No puedo apartar la vista de su rostro. No refleja nada. Solo está serio. No tiene una expresión de confusión, de desagrado o de asco.
–Elliot no es mi hermano –trato de explicarme.
–Alyssa no me tienes por qué explicar nada –comenta –. No es de mi incumbencia –se encoge de hombros.
–Pero quiero hacerlo –susurro.
Aiden no me mira en ningún momento cuando le explico que Elliot es mi hermano adoptivo, que nunca creamos un vínculo de hermandad, sino que poco a poco nos empezamos a querer de otra forma, sin que nuestros padres lo supieran.
Cuando termino el relato, mantiene sus manos en puños y el entrecejo fruncido, como buscando que decir a continuación.
–¿Así que nadie lo sabe? –dice en voz baja.
–Solo Cassiel...y ahora tú –respondo con cuidado.
–¿Cassiel? –centra sus ojos verdes que se ven oscuros en mí.
–El día de la fiesta de bienvenida, nos vio... –¿Cómo digo esto? –. Nos vio...besándonos –bajo la vista cuando su mandíbula se tensa –. Tuve que explicarle.
–¿Estás segura de que te quiere? –pregunta bruscamente –. ¿De esa forma?
–¿Qué significa eso?
–Tal vez solo encontró cariño y comodidad a tu lado –responde –. Te quiere porque tú le mostraste amor. Es adoptado, Alyssa, puede estar confundido.
–¿Qué mierda, Aiden? –digo en voz alta –. Yo lo quiero, él me quiere.
–¿Pero lo quieres de esa forma? –inquiere.
–S-Sí... –digo no muy convencida –. Lo quiero, sólo que ahora estoy confundida. Por favor, no hablemos más de esto –pido.
–De acuerdo.
Me recuesto sobre la arena, con la vista al cielo nocturno. Aiden hace lo mismo después de unos minutos.
No sabe lo que dice. De Elliot y de mí. ¿Comodidad? ¿Cariño? Solo estoy confundida, pero si lo quiero. Elliot es todo lo que me queda de mis padres y el único chico que fue dulce conmigo, sin presionarme. Nunca lo sentí mi hermano, igual que él conmigo. Pero no tiene nada que ver con el hecho de ser adoptado, ¿no?
–Estuve averiguando –rompe el silencio.
–¿Ah?
–Sobre la persona que te manda los mensajes.
Me tenso, mis dedos comienzan a temblar, al igual que mi cuerpo. Aiden desliza su mano hasta rozar la mía.
–No –me giro para verlo.
–Naida me contó sobre las descargas.
Traidora.
–Por eso, no –trato de apartar la mano pero él no me deja, en su lugar entrelaza sus dedos con los míos. Una corriente eléctrica brota de mis dedos hacia los suyos, pero no deja de sostener mi mano –. Te dije.
–Un poco de electricidad no me va a dañar, princesa –aprieta mi mano y con la otra acomoda un mechón de pelo detrás de mi oreja rozando mi mejilla.
–¿Sabes si alguien tenía algo en contra de tus padres? –vuelve al tema.
–No...no lo sé –respiro hondo –. Nunca me contaron sobre sus elementos, a veces pienso que ocultaban muchos secretos.
–Creo que es buena idea empezar por buscar sospechosos, personas que no sentían...agrado por tus padres.
–Si, puede ser –reflexiono –. ¿Qué te hace pensar que tú podrás encontrar a la persona detrás de esto? –pregunto – .La policía no pudo, dejaron el caso.
–Porque me importas –acaricia mi mejilla –. Y no te puedes imaginar lo que puede llegar a hacer una persona por alguien que le importa.
Me quedo sin palabras. Aiden vuelve la vista al cielo como si no hubiese dicho lo que acaba de decir. Quiere ayudarme, lo decía en serio. Y yo quiero hacer justicia por mis padres, encontrar al culpable. Solo así podré estar tranquila, solo así Elliot y yo estaremos a salvo.
–Helen no sabe de los mensajes –me giro y veo como las pecas decoran su nariz, y como el viento mueve su pelo –. ¿No crees que debería decírselo?
–Tal vez –da vuelta su rostro y su nariz queda a centímetros de la mía –. Tal vez no, es tu decisión. Podemos encontrar alguna pista primero y luego mostrarle.
–De acuerdo, Sherlock –me burlo.
Aiden se ríe, una risa suave, sin apartar sus ojos de los míos. Su mano aún sostiene la mía y cada tanto le da un apretón para hacerme saber que sigue ahí. Su otra mano recorre despacio mi brazo, dándome escalofríos, hasta llegar a mi cuello. Empieza a acariciarlo. Pequeños círculos que me hacen suspirar.
Acerca más su rostro y nuestras narices se chocan, luego apoya su frente contra la mía. Nos quedamos en esa posición durante un rato. Con sus dedos en mi cuello y nuestro aliento mezclándose, pero sin llegar a más. Solo estamos ahí, en el momento. En el medio de la noche, en la playa y con la brisa que mueve nuestro cabello y con la energía dentro de mí queriendo salir.
Se escuchan truenos a lo lejos, y esta vez no sé si es por el clima o por todas las sensaciones que estoy sintiendo en este momento.
–Vamos –susurra contra mis labios –. No quiero que te resfríes.
Aiden se levanta y tira de mi mano para hacer lo mismo. Agarramos nuestras zapatillas y caminamos por la orilla nuevamente. Su mano sujetando la mía con fuerza.
La energía recorre mi cuerpo, pero no se parece a la misma cuando estoy enojada, o triste o al punto de no poder controlarla por mis nervios. No, es diferente. Es otro tipo de energía que se acumula en mis manos y en mi panza. Un tipo de energía que no me asusta dejar salir, porque no creo que cause daño.
Los truenos cada vez se escuchan más fuertes y el viento corre más rápido. Al igual que mi corazón siento que va escapar de mi pecho en cualquier momento.
El chico a mi lado se detiene, estamos a pocos metros de la entrada de la casa. Se posiciona frente a mí, su mano aún sosteniendo la mía.
Lo miro. Sus ojos verdes están más oscuros y con un brillo que no había notado antes. Hay un aura que lo rodea que me hace no querer apartar mis ojos de los suyos y querer acercarme más a él.
Y lo hago.
Doy un paso, nuevamente quedando a pocos centímetros uno del otro. Su respiración hace cosquillas en mi barbilla, es más alto que yo, así que tengo que mantener mi vista levantada.
Su mano viaja a mi cintura y roza mi piel desnuda. El suéter se levantó, sus dedos hacen círculos y aprieta para dar un paso más hacia él.
Suspiro.
Una descarga eléctrica choca su mano, pero no la aparta, en cambio sonríe. Una sonrisa ladeada que hace que me derrita y que la energía fluya más rápido.
Los truenos se escuchan más fuerte, el viento igual, anunciando una tormenta. O anunciándome a mí. Cualquiera de las dos es posible. Y ya no lo soporto, no soporto esta cercanía que no es suficiente. Quiero más, no pienso mucho que puede llegar a pasar después de esto, tal vez me arrepienta, pero ahora el tiempo se congeló. Solo estamos él y yo, en la playa, con los pies tocando la arena y con su suéter que desprende su olor sobre mi cuerpo. No me importa más nada en este momento.
–Aiden, bésame –susurro contra sus labios a través de los truenos que alcanzaron su punto máximo.
–Será un placer, princesa.
Su labios rozan los míos y cuando estoy a punto de replicar por esa tortura, su boca estampa con fuerza la mía sacándome el aliento. Su agarre en mi cintura se intensifica y su mano que sostenía la mía viaja hasta mi nuca apegándome más a él.
Su lengua no pide permiso y se adentra haciéndome suspirar. Me besa con fuerza, con desesperación, como si hubiese esperado demasiado tiempo por esto. Tiro de su labio cuando me separo para tomar aire, gruñe en respuesta y vuelve a atacar.
Escucho los truenos, pero toda mi atención está puesta en Aiden y sus besos que me hacen temblar. Y, de repente, siento gotas que caen por mis mejillas.
Más gotas. Más, más y más.
Comienza a llover, el pelirrojo sonríe en medio del beso y yo también. Sabe que soy yo quien lo está haciendo, que su cercanía, sus caricias, sus labios me hicieron perder el control. Pero de una manera que no me molesta, de una manera que estoy disfrutando.
Nos separamos por falta de aire, sus mejillas están sonrojadas y sus labios hinchados, probablemente igual que los míos. La mano en mi nuca viaja hasta mi cuello. Se acerca hasta que nuestros labios se rozan, sus ojos llenos de deseo pasan de mi boca a mis ojos. Sonríe.
–Feliz cumpleaños, princesa –dice, y vuelve a besarme.
✦✦✦
Holaa, ¿cómo están?
Buenoooo, hasta acá el capítulo de hoy, ¿alguien más está fangirleando como yo?
Se besaron!!!!
Tal vez ahora las cosas empiecen a mejorar... o no, jajaja.
Espero que les este gustando, me ayudan mucho votando y comentando.
Mi ig es @books_by_luly por si quieren seguirme, hablo todo relacionado a libros y subo cositas de La chica de Aire ♥
Nos leemos el próximo domingo :)
~Luly
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