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Capítulo 15

Siento mi cuerpo pesado y adolorido. Trato de abrir los ojos pero es hasta el tercer intento que lo logro. La luz me ciega y enseguida los vuelvo a cerrar. Los entreabro despacio y cuando me acostumbro me fijo donde estoy.

¿Qué pasó? No...no recuerdo nada.

Debe ser una habitación que nunca visité de la Academia porque nada se me hace familiar. Hay varias camas parecidas a las de un hospital. Una mesa al final del cuarto debajo de una ventana. De ahí es de donde entra la luz, se ve todo el sol.

No entiendo...¿Qué hago aquí?

Trato de levantarme, pero siento mi cuerpo tan cansado que no consigo mover ninguna extremidad. Un gruñido de frustración sale de mi boca y vuelvo a bufar cuando lo vuelvo a intentar y no lo logro.

–Despertaste... –escucho que alguien susurra.

Giro mi cabeza al lugar donde escucho la voz. Es Elliot. Hasta ahora no me había dado cuenta, pero está en una silla al lado de mi cama y al parecer estaba durmiendo por su cara.

–¿Qué... –trato de hablar pero me molesta la garganta.

–No hables –Elliot se levanta y agarra algo a un lado de mi cama –. Toma.

Me da un vaso con agua, pero al no poder levantar mis brazos me ayuda a beber. Una vez que termino, aclaro mi garganta, pero la molestia sigue ahí. Miro al rubio, deseando que me entienda lo que le quiero decir con mis ojos. ¿Qué pasó?

–¿Cómo te sientes? –pregunta despacio.

Tiene ojeras y bolsas debajo de sus ojos y su pelo se encuentra despeinado, como si se hubiera pasado muchas veces la mano por ese lugar tratando de acomodarlo. Además de la cara de preocupación que no abandonó ni un minuto.

–Can..sa...da –digo lento y con la voz ronca.

–Ya te pondrás mejor –me regala una sonrisa forzada. Toma mi mano y la acaricia.

–¿Qué...pa..só?

Elliot hace una mueca, tarda varios minutos en responder, pero finalmente lo hace cuando no aparto mi mirada de él.

–Te desmayaste, por eso estás aquí –dice cauteloso.

Intento acomodarme en la cama y cuando batallo para hacerlo, Elliot me ayuda y quedo sentada.

–¿Recuerdas algo?

Muevo mi cabeza en señal de negación.

–Luego de que Helen nos hablara –hace una pausa. Le hago un gesto para que continúe porque eso sí lo recuerdo –. Te fuiste, te intente seguir pero querías estar sola. Yo...volví a mi habitación, pero a los pocos minutos fui a buscarte porque no quería que tuvieras un ataque de pánico y para hacerte compañía –me mira –. Te conozco, Aly. Sé cuando me necesitas y cuando no. En el camino me encontré con Aiden.

Recuerdo que luego de que habláramos con Helen, Aiden estaba esperando en la puerta para entrar.

–También te estaba buscando –frunce el ceño –. Le dije que yo ya me encargaba pero me ignoró, hablamos un poco...si a eso se le puede llamar así. Llegamos al patio.

Hace una pausa. Toma mi mano más fuerte y acomoda un mechón de pelo detrás de mi oreja.

–Estaba nublado, de un segundo a otro el cielo se oscureció y el viento movía los árboles. Me asustaste, Aly –dice tembloroso –. En serio me asustaste. Te ví en el medio del patio, tambaleándote y soltando pequeños gritos –sus ojos empiezan a cristalizarse –. Estabas por desmayarte cuando grite tu nombre, Aiden fue más rápido y te atrapo antes de que te golpearas la cabeza.

Y lo recuerdo. Todo. Recuerdo que luego de la charla con Helen salí completamente fuera de mí, solo quería estar sola. Me sentía mal, me sentía culpable y aún lo siento. Recuerdo haber llegado al patio, el nuevo mensaje del desconocido y una furia incontenible que embargó todo mi cuerpo.

Esta vez no fue como en el aula vacía. No sólo fueron unos focos rotos. Fue más y se sintió...liberador.

–Te trajimos a la enfermería –sigue hablando –. Eso fue ayer. Dormiste todo un día, Helen dijo que por toda la energía que usaste.

Se queda mirándome. Pasa una mano por sus ojos para borrar las lágrimas que no cayeron y con la otra aprieta mi mano. En serio lo asuste.

–Lo... –trato de decir cuando unos gritos me frenan.

–La bella durmiente despertó

–Cariño, ten un poco de tacto.

–Pero es la verdad –la morena se encoge de hombros.

Naida, Elena y Cassiel entran a la habitación. Este último un poco más rezagado. La morena se sienta a un lado de mi cama, pero su novia la levanta enseguida y me da una mirada de disculpa.

Sonrío.

–Te lo tenías guardado, ¿eh? –levanta las cejas.

–Lena, en serio lo digo –la rubia le da una mirada enfadada.

–Pero no le molesta –me mira –. ¿A qué no te molesta?

–N-No...

–Te escuchas como Aiden –Lena se ríe y yo pongo los ojos en blanco.

–¿Estás bien, Aly? ¿Necesitas algo? –dice Cassiel apresurado –. Pide lo que quieras, no tengo problema. ¿Quieres agua? ¿Otra almohada? ¿Tal vez un libro? sé que te gusta leer...

–No seas pesado, chico.

-–Elena! –grita la rubia.

–Está bien...me callo –me guiña un ojo.

–A Aly le cuesta hablar –aclara Elliot –. Así que será mejor que no use la voz por el momento.

–Si, por supuesto –responde la rubia –. Te puedo hacer un té, ¿si quieres?

Asiento con la cabeza y sonrío ante el gesto que tiene Naida conmigo.

–Seguramente ahora que despertaste te podrás ir a tu habitación, te lo puedo llevar ahí, si prefieres –dice en un tono que me hace acordar a mamá cuando me ponía enferma.

–G-Gra...cias...

Naida empieza a caminar, pero Lena continúa mirándome.

–Me vas a contar todo, ¿escuchaste? –susurra –. Todo.

–Te escuche, cariño –grita Nai cuando llega a la puerta –Deja a Aly descansar en paz.

–Todo... –Abre bien los ojos y camina hasta llegar a la puerta. Luego ella y la rubia salen.

–Si es intensa... –murmura Cassiel.

–Si... –le sigue Elliot.

–¿En serio estás bien?

–Si, lo está –responde Elliot.

Miro al rubio en reclamo.

–Esto...tal vez debería irme.

Trato de detenerlo cuando da media vuelta, pero lo único que logro que funcione son mis brazos, mis piernas siguen entumecidas.

–No...debiste...echar...lo –digo cuando Cassiel se fue.

–Necesitas descansar y no hablar –se sienta en mi cama –. Lo mismo le hubiese dicho a las chicas si no se iban. Necesitas recuperar la energía que...gastaste –lo último lo dice en un tono de voz más bajo.

–Pero...

–Oh, Alyssa. Estás despierta –anuncia Helen –. ¿Cómo te sientes?

Esto de no tener control de mi cuerpo no me está gustando nada.

–Le cuesta hablar y todavía se siente cansada –le responde Elliot.

Helen lo mira de arriba a abajo, entrecierra los ojos y luego de le da una sonrisa ladeada.

–Elliot, será mejor que vayas a descansar...

–Estoy bien, tengo que cuidar de ella...

–No, lo que tienes que hacer es ir a ducharte y dormir una siesta. Tus ojeras te delatan. Yo me quedo con Alyssa, de paso hablo con ella de algunas...cuestiones.

–No me importa, puedo quedarme y...

–Eli...está bien –digo con gran esfuerzo para que mi voz no tiemble.

Se muestra negado, pero luego de mis insistencias mediocres se va, aclarando que apenas termine de bañarse vuelve para seguir cuidándome. Solo logro asentir y a sonreír.

Sé que Helen me contará lo que en realidad sucedió y me dará respuestas. En parte, por eso le insistí a Elliot que se vaya.

–Tienes mejor aspecto que ayer.

–¿Qué...pasó?

–Al parecer manifestaste tus poderes –hace una mueca –. No de la manera más bonita. Imagino que la charla que tuvimos no te sentó bien y tu cuerpo necesitó una vía de escape. Por eso te desmayaste, utilizaste demasiada energía y no estás acostumbrada a hacerlo –explica –. Lo positivo es que ya puedes hacer magia elemental –esta vez sonríe de verdad.

–Eso quiere...decir que ya... –carraspeo –, tengo mis poderes...de aire.

–En efecto. Muchas personas suelen manifestar sus poderes cuando algo...traumático sucede. Es como un botón que lo presionas y explota. Otros, los manifiestan en una situación de necesidad, los que son niños y están rodeados de sus iguales lo hacen por instinto e imitación. Pero sí, ya tienes tu elemento.

–Eso es...

–Fantástico, ¿no crees? –Helen se encuentra más emocionada que yo –. Ahora que ya despertaste te daré algo para que te sientas mejor. Te cuesta moverte porque te sientes cansada a causa de la falta de energía, pero esto ayudará.

Me tiende un vaso con algo transparente que parece agua, saca un tubito de su bolsillo y vierte el contenido dentro del vaso, esta se vuelve azul.

–Es como un tónico –vuelve a guardar el tubito –. Con vitaminas.

Con desconfianza lo tomo y siento como quema mi garganta a su paso.

–Es algo fuerte, pero funciona –se levanta de donde estaba sentada –. En unos minutos hará efecto, cuando te sientas mejor puedes ir a tu habitación. Te llevaré la comida para que ingieras algo.

Helen se marcha. A los pocos minutos siento como mi piernas se relajan, ya no están entumecidas. Intento pararme de la cama, luego de tres intentos lo consigo. La garganta aún la siento raposa y la voz algo ronca.

Tambaleando llego hasta la puerta. Es raro que Elliot no haya vuelto, pero viendo su aspecto seguro se quedó dormido. Lo preocupe bastante, más que cuando me da un ataque de pánico o una crisis.

Cuando llego a mi habitación siento mi cuerpo mucho mejor. Todavía estoy cansada pero al menos puedo moverme. Por eso, me saco la ropa que tenía puesta y que era la misma que ayer. Me dirijo al baño, abro la ducha y me meto bajo el agua caliente para relajar mis músculos. Lavo mi pelo y una vez que termino enrollo una toalla alrededor de mi cuerpo, me peino y dejo mi cabello suelto para que se seque.

–Linda vista –me asusto cuando salgo del baño –. Aunque imagino que sin la toalla sería mejor.

–¿Qué...haces aquí...Aiden? –pregunto con voz ronca.

–Helen me pidió que te trajera la comida –señala una bandeja que hay apoyada en mi cómoda –. Y quería verte.

Sus ojos no se apartan de mi vista, pareciera como si está haciendo un gran esfuerzo por no ver más que mis ojos.

Me quedo sorprendida en el lugar, pero luego de unos segundos mis piernas empiezan a fallar. Aiden se acerca cuando estoy a punto de caerme. Sus dedos calientes tocan mi piel fría y una corriente de electricidad me recorre por completo. Me ayuda a sentarme en la cama, él lo hace a mi lado y su mano queda en mi cintura sin quitarla.

–Gracias...

–Cuando quieras, princesa –susurra.

Nuestros cuerpos están cerca. No sé si sean imaginaciones mías pero siento el calor que desprende su cuerpo, cuando nada más sobre el mío hay una mano posada. Con sus dedos corre un mechón de pelo húmedo y lo posiciona detrás de mi oreja. Siento mi respiración acelerada y la suya tan calmada que me hace querer saber cómo soporta esto.

–Aiden...

–¿Qué pasó? –me interrumpe.

–¿De qué...hablas? –murmuro.

–¿Qué pasó ayer? –siento como el agarre en mi cintura se intensifica y busca mis ojos cuando yo esquivo su mirada –. Tu hermano podrá creérselo, Helen también. Pero no yo.

–No sé...

–Helen me contó sobre la charla que tuvieron –levanta mi barbilla y la sostiene para que no baje la cabeza –. Y no creo que sea por eso que perdiste el control.

–Aiden...yo

–Puedes confiar en mi, princesa –sus dedos rozan mi mejilla y traza círculos en ella –. Recuerda que te dije que te podía ayudar, con lo que quieras –da una sonrisa ladeada –. Y que era mejor guiarte por tus emociones.

Se posiciona mejor en la cama. Su rodilla toca la mía aún con gotitas por la ducha. Sujeto con más fuerza la toalla que me envuelve, ante ese gesto se ríe y se acerca más si es posible. El agarre en mi cintura no se mueve pero ahora empieza a hacer caricias por encima de la toalla y me estremezco.

–Eso que hiciste ayer lo hiciste por tus emociones y si lo sabes controlar serás mucho más que una princesa, serás la reina de Aire. Identifico poder cuando lo veo, lo sé por experiencia propia –suelto una carcajada –. Lo digo en serio, princesa.

Aparto mi cabeza y su mano cae sobre su regazo. ¿Aiden me puede ayudar? ¿Puede ayudarme de verdad?

No lo sé...

Pero en estos momentos me siento tan cansada y sin fuerzas que necesito que alguien me diga que todo va a mejorar, que esto que estoy sintiendo va a pasar. No sé qué pasará ahora que puedo hacer magia elemental, no sé qué pasará si no logro controlarlo, no sé qué pasará con el caso de mis padres y no sé qué pasará con el desconocido.

Solo sé que estoy exhausta y que Aiden está aquí conmigo. Ofreciendo ayuda y debo estar desesperada para aceptarla.

Mis ojos se humedecen y la respiración me empieza a fallar pero no por estar cerca del pelirrojo. Aiden se da cuenta de esto porque me levanta sin esfuerzo y me posa en su regazo. Mi cabeza queda oculta en la unión de su cabeza y su cuello. Puedo aspirar el aroma a perfume que desprende. Me abraza por la cintura y mi mano viaja a su corazón para sentir sus latidos y calmar los míos.

No sé cuánto tiempo pasa sin que ninguno diga nada. Segundos, minutos, horas, no lo sé. Pero se siente bien. Y estoy cansada.

–Está bien... –susurro –. Necesito ayuda.

–Y te la daré, princesa –sus dedos hacen caricias en mi brazo y lo único que puedo pensar es lo relajante que se siente –. Es una promesa. 




✦✦✦

Holaa, ¿cómo están? ¿qué tal su domingo? 

hasta acá el capítulo de hoy y les aviso oficialmente que hasta aquí llega la primera parte ahhhhh!!!!

espero que les este gustando la historia, me ayudan mucho comentando y votando :)

Bueno, no tengo más que decir, salvo que se vienen muchas cositas en la segunda parte!!!

Espero que tengan un lindo día

Nos leemos el próximo domingo ♥

~Luly 


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