Capítulo ocho (Inédito)
El fin de semana pasó relativamente rápido, sin embargo, aún no he conversado con Drew para solucionar nuestro distanciamiento. Sí él piensa que yo debo da dar mi brazo a torcer y pedir disculpa por algo estúpido, está equivocado; él no me comprendió. Lo peor es que me dejó en ridículo en el cine.
Comenté con Lara y Sarah sobre lo ocurrido y ellas me hicieron comprender que el niño no tenía la culpa, era algo que a cualquiera podía pasar. Acepté que fui una exagerada y lamenté mi comportamiento; sin embargo, Drew no se portó correctamente y duele que hasta hoy –lunes– no haya escrito ni para preguntar si llegue bien a casa. Duele que aquel incidente influya más que lo que siente por mí.
Sé que lo veré en el instituto, sé que será un momento donde ambos no sabremos qué hacer; no obstante, sucederá tarde o temprano. Aunque no quiero pensar en ello ahora.
Abandono mi habitación para dirigirme a la cocina para desayunar.
Lo primero que veo al ingresar es a mamá ir de aquí para allá, preparando el desayuno.
—Buenos días, mami.
Ella se detiene un momento al escuchar mi saludo.
—Lissa, ¿puedes llevar a los mellizos a la escuela? —Continua con su labor—. Lo haría yo, como cada día, pero hoy debo llegar temprano a la oficina; tengo una junta importante —Me alcanza un vaso de leche—. Por favor, cariño
Alcanzo unas crocantes tostadas recién salidas de la tostadora.
—Por supuesto, má. No tienes que pedirlo —Unto mermelada a la tostada—. ¿Los mellizos están listos? —Ella asiente—. Bien, porque no pienso esperarlos ni cinco segundos.
—¡Julianne, Julian, bajen ya! ¡Lissa casi termina de desayunar!
Los mellizos hacen acto de presencia.
—Mamá, estábamos en la sala —Refunfuña un somnoliento Julian
—Sí. Julian casi se queda dormido —Juli suelta una risita.
—¡Cállate mocosa!
—¡No quiero callarme, mocoso! —Grita en respuesta Juli.
—¡Silencio, niños! —los dos revoltosos quedan en total silencio y muy quietos—. Bien, su almuerzo está al lado de la tostadora —Mamá coge su bolso—. Debo irme. Los quiero y cuídense mis bebés.
Mamá rápidamente nos da a cada uno un beso en la frente y sale corriendo.
Al termino de mi desayuno llevo a mis hermanos a su respectiva escuela y yo me dirijo a la mía.
Lo bueno de tener auto es que puedes movilizarte libremente sin supervisión adulta, poner la música que quieras y cantar a tu gusto. Lo negativo es el tráfico a hora punta.
***
Lo que me temía ocurrió.
Cuando aparqué mi auto en el estacionamiento de Morris High School, Drew bajaba de su propio coche. Observó mi auto, pero no se acercó, dio media vuelta rumbo a la institución.
Idiota.
Tuve que esperar esta que estuviera dentro para poder salir.
Su actitud dijo mucho. Entendí perfectamente el mensaje. Sin embargo, duele como infierno su indiferencia, ¿por qué no charlar y aclarar el problema? ¿Qué está esperando?
Desde la hora de ingreso no me he topado con él. Solo tenemos dos clases juntos, pero son los viernes. Y hoy no creo volver a verlo.
Bebo un poco de agua cuando Sarah se sienta en la mesa que estoy ocupando.
—Lissa, ¿no que no ibas a venir esta semana? —interroga.
—Tuve que entregar algunos trabajos. No pensaba demorarme hasta la hora del almuerzo —Pico el pollo frito de mi plato.
Esta semana no iba a asistir al instituto, pero, preferí adelantar algunos trabajos que son para la siguiente semana, pues este fin de semana participaré en la competencia que por meses me he preparado.
—¿Sucede algo?
Niego moviendo la cabeza.
—No parece, estas muy abstraída. ¿Cosas de la competencia? ¿O Drew?
Suspiro.
Sarah y Lara me conocen al revés y al derecho, a veces es perturbador, pero los años que tenemos de amistad es normal que, digamos, las tres tengamos como una especie de sensor cuando alguna le inquieta algo.
—Drew
—¿Continuando distanciados por el percance del cine?
—Afirmativo —revoloteo con el tenedor los alimentos de mi plato. No tengo apetito—. Es un idiota. No sabes lo que sucedió hoy por la mañana.
—Soy toda oídos —Coloca sus brazos encima de la mesa y se acomoda mejor en el asiento.
—Dre.... Él se percató que había llegado al estacionamiento, ¿crees que se acercó para charlar? ¡No! Le importa un comino solucionar nuestro problema. ¡Me ignoró!
»Sí cree que daré mi brazo a torcer está muy equivocado.
—¡Qué cretino! No, tú no tienes porqué ir a buscarlo. Juro que cuando lo vea lo golpearé.
—No, déjalo.
—Pero... ¡Lo merece!
—Te lo agradezco, pero es algo que debes solucionar ambos. Te quiero pelirroja uno —Lanzo un beso volado.
—Y yo a ti chica hielo —devuelve el gesto.
Nos quedamos unos minutos en silencio.
—¿No vas a comer? —frunce el ceño.
—No tengo hambre —Antes que continúe desvió el tema—. ¿Y Lara?
Ella se acomoda mejor en el asiento. Me regala una enorme sonrisa.
—No vas a creerlo, ¡nuestra Larita tiene pretendiente!
—¿Cómo? ¿Quién es? —¿Será posible?—. No me digas que es...
—No, no es Chad Hallan. Nuestra pareja favorita aun no es realidad —Hace un puchero—. ¿Recuerdas a Samuel Betis? ¿El nadador? —Asiento—. Lara realizó un trabajo con él y el nadador no deja de buscarla. Esta hechizado por mi hermanita —Mi boca forma una gran O. Ella ríe.
Lara es muy reservada respecto a su vida amorosa, su gemela simple la molesta por ello. Cuando preguntamos porqué no acepta a Chad u a otro ella siempre nos da la misma respuesta: Que ella no está hecha para el amor, que eso lo deja para los protagonistas de los libros que lee. Nos obstante, nos da ha dado una gran sorpresa.
Sarah continúa relatándome sobre Lara y su pretendiente. Al menos por un momento olvido a Drew.
***
—Lissa, ¿todo está listo? —pregunta papá desde el marco de la puerta.
—Sí.
—Partimos en diez, te veo abajo —Avisa antes de desaparecer.
Agarro mi bolso y desconecto mi móvil. Reviso si tengo algún mensaje nuevo, pero no, nada.
No sé porque continúo esperando que Drew me escriba, si hasta el día de hoy, miércoles, él no da señales de querer conversar conmigo. Nuestra situación va de mal en peor y eso duele cada vez más.
Este fin de semana es la competencia y, aunque no lo admita en voz alta, me encantaría que, como siempre, él esté apoyándome
—¡Lissa, baja, es hora de partir! —Anuncia papá desde el primer piso.
Aunque la competencia este año sea en Connecticut debo hospedarme en un hotel, junto a otros competidores y esperar hasta el gran día.
Concentración es lo que necesito por los siguientes días. Sobre todo, necesito olvidar.
***
La chica con el corazón de hielo cumplió un año el pasado 14 de diciembre.
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