Capítulo dieciséis (Inédito)
Febrero, 2015
Nadie dijo que sería fácil... y no lo es.
Entre charlas con la doctora Larson, acompañar ocasionalmente a mamá a hacer las compras, ayudar en casa y mi próximo regreso a clase mi vida ha surgido un ligero cambio, el cual aun queda un largo camino por recorrer y emendar. Estoy en el inicio de un largo tratamiento.
Cada vez me siento más cómoda charlando con la doctora Larson acerca de temas tan privados y dolorosos del pasado, un pasado que poco a poco deja de dolor.
Uno de los tantos consejos de la especialista fue dejar de culpar a los demás, no alejarlos más. Así que de pasar todo el día en mi habitación fui retomando mi rutina familiar. Pero antes debía disculparme por tantas molestias que causé.
Nadie dice que pedir disculpas es un paso sencillo, y mas cuando tienes tanta carga emocional sobre tus hombros, eres orgullosa y hasta poco afectiva. Fue un momento de mucha tensión, de emociones y donde la unión familiar se hizo presente. Tan solo pensar en ello se me pone la piel de gallina.
Lo siguiente fue a salir de la comodidad y protección de mi hogar; un reto de palabras mayores. Después de tantas insistencias de mamá para que la acompañara al supermercado, accedí a su petición. Durante el camino al establecimiento mis nervios aumentaban a mil por hora, pero con las palabras de aliento de mamá trataba de olvidar lo que podría suceder.
Cuando llegamos al lugar estaba muy ansiosa, porque luego de recorrer algunos pasillos las miradas y murmullos indiscretos se hicieron presentes. Pero eso no fue lo que más ansiedad me causó, sino que una niña pequeña se acercara a mí para pedir un autógrafo; no estaba preparado para ese episodio.
—Mami, es esa la bailarina de la tele —decía la niña jalando el abrigo de su madre—. Mami, mira —Empezó a señalarme.
En ese momento me quede de piedra, no sabia que hacer, hasta que mamá, en señal de aliento, colocó su mano en mi hombro. Volteé a verla.
—No tengas miedo cariño, solo es una niña —Dijo apacible.
Trata de sonreír, de decir algo, pero por el rabillo del ojo vi como la pequeña se acerca a mí, lo que aumento más mi ansiedad.
—Mami, es muy bonita —Reveló nada más llegar hasta mí.
Ante mi desconcierto mamá saludó a niña y a su mamá. Mientras ellas conversaban la niña jaló de mi abrigo para llamar la atención.
—¿Me das tu autógrafo? —Dijo sacando de su bolso rosa un cuadernillo y un crayón del mismo color.
Mis manos sudaban, mis extremidades no funcionan, mi respiración estaba ciertamente agitada; parecía un venado asustado; sin embargo no podía dejar a la niña con los brazos extendidos, pidiéndome un autógrafo. Respiré profundo para controlar las diversas emociones que me embargaban.
—Claro —dije sonriente.
Por primera vez en mucho tiempo sonreír de verdad, sonreía porque había superado otro paso de una batalla que empiezo a vencer.
Luego de aquel episodio las miradas y murmullos disminuyeron, pero trato de no darle importancia pues continuaran inventando mil y un chismes, sin embargo tu sabes la verdad de los hechos, eso es lo que realmente importa.
***
Retornar a clases es mi prueba de fuego.
Es lunes, lo que significa que debo asistir a clases. Falta media hora para que inicie el periodo y todavía continuo envuelta entre sabanas y cobijas; no tengo ánimos de asistir, mientras mas aplace ese episodio será mejor.
—Lissa, hace media hora el desayuno esta listo —informa papá al ingresar a mi pieza.
—Papá, hoy no me siento bien, creo que mi es algo sobre mi diabetes —miento.
—Lissa, ayer tuviste un chequeo y dijeron que todo estaba en orden. Vamos, levántate —Palmea mis piernas, posteriormente abre las cortinas de par en par.
—Pa, prometo ir mañana, por favor —deslicé las cobijas para ocular mi rostro.
—No, Lissa, ya hemos aplazado esto. Tienes diez minutos para estar lista —Tras aquello me dejó sola.
***
Hizo lo imposible para no asistir, sin embargo mis padres persuadieron mi negativa.
Por haber llegado tarde y haber falto por días la directora de la institución debía charlar con mamá sobre mi regreso, esa fue la parte blanda del asunto. La parte de fuego fue cuando puse un pie en la institución, pues, pese que es horario de clase, había algunos rezagados por los pasillos, quienes regaron a viva voz que la chica hielo había retornado a Morris High School. Escuché de todo, recibí miradas de burla y otras de lastima mientras recorría los pasillos hacia la dirección
No tengo idea cómo no he salido corriendo porque cada vez siento mas ansiedad, mis manos sudan y mis extremidades parecen haber perdido movilidad.
Estoy apunto de correr, cuando la directora dice:
—Señorita Reed, será mejor que no pierda más clase, en media hora inicia el segundo periodo. Lina la acompañará al aula correspondiente —Lina, su asistente, se acerca a mí y dice que la acompañé. No obstante la voz de la directora detiene mis pasos: —Señorita Reed estamos para ayudarla. Tenga calma.
La directora da media vuelta e ingresa a su despacho, donde se encuentra mamá. Quiero ingresar y decirle a mamá que deseo regresar a casa, que no puedo afrontar esta situación, pero no puedo moverme. Ante mi desconcierto Lina me sujeta del brazo y me encamina al aula correspondiente.
Cada paso que doy se siente como cientos de toneladas, mis manos están hechas puños y me embarga cientos de emociones.
Cuando llegamos a nuestro destino Lina toca la puerta. Al otro lado se oye un «un pase» acto seguido ella abre la puerta.
Estoy tan paralizada que no capto que dice Lina al profesor de física, tampoco es algo que me importe, solo deseo salir corriendo de aquí.
El profesor se acerca a mí y empieza a decir cosas que no entiendo. Estoy aterrada por las diversas miradas, risas y conversaciones que se generan al interior del aula.
—¿Señorita Reed se encuentra bien? —Se hace a un lado—. No la esperábamos, pero aun no termina la clase. —Me regala una sonrisa tranquilizadora—. Pase.
Estoy haciendo el ridículo parada en la puerta del aula, pero el temor me supera. Sin embargo, tras unos segundos de meditación doy un largo paso para ingresar, trato de no mirar a los demás, pero es una tarea titánica. Al fondo del aula diviso asientos vacíos, no pierdo mas tiempo y me encamino hacia allí.
—Bien clase sigamos, aquí no paso nada —Informa el profesor Sybill.
Intranquila me acomodo en la carpeta e empiezo a sacar mis útiles.
Los minutos transcurren, no he apuntado nada o prestado atención, creo que es lo de menos, lo importante es que no he salido corriendo pese a las insistentes miradas y a que cientos de ocasiones me planeé la idea de salir sin dar explicaciones, no obstante, con el espectáculo que di al ingresar se esfumaron las ganas de continuar dando de qué hablar.
Cuando la clase termina soy la primera en salir, me escabullo en los baños, que es lo primero que encontré para ocultarme. No pienso ir al comedor estudiantil, fue suficiente por hoy.
—Sabes que tendrás que salir de ahí, tenemos clase de idiomas —me sobresalto al escuchar la voz de Lara.
—Fue suficiente Lara, ya no más —Ahogo un sollozo.
—Lissa, estarás conmigo el resto del día, ánimo —Trata de persuadirme.
—No puedo.
—Claro que puedes, acabas de dar un gran paso, lo demás será fácil —toca la puerta del cubículo—. Vamos, sal.
—Dame cinco minutos, por favor.
Transcurrido el lapso que pedí Lara toca de nuevo.
—Vamos, muero de hambre. Si no deseamos ir al comedor podemos ir a las graderías del campo deportivo —informa.
También tengo hambre, no puedo comer a des horas, así que acepto su invitación.
Cuando salgo del cubículo mi sorpresa es aun mayor.
—Lo siento Lissa —una muy llorosa Sara me abraza fuertemente— Lo siento —continúa disculpándose.
En este punto recuerdo las charlas con la doctora Larson, sus consejos sobre perdonar. Todos cometemos errores y Sara se esta disculpando por ellos, solo que es complicado aceptar disculpas tanto como pedirlas.
Cuando ella se aleja sigo estupefacta, no se qué hacer.
—Creo que es suficiente por hoy —interviene Lara ante mi desconcierto, Sara se retira las lagrimas que surcan su rostro.
Los segundos transcurren y aún no he hablado o movido. Cuando Sara está a punto de retirarse la detengo.
—No tengo nada de qué disculparte —Rápidamente me acerco a ella, es mi turno de abrazarla.
Algunas chicas, que se encuentran en el baño, quedan algo impactadas por la escena que estamos presentando, sin embargo, poco nos importa.
—¡Al fin estamos las tres unidas! —Lara se une al abrazo grupal.
Entre lágrimas, risas nerviosas y mas gestos salimos del baño para dirigirnos hacia el campo deportivo. De un momento a otro mis acompañantes disminuyen el paso, al inicio no comprendo porqué hasta que lo veo, parado al final del pasillo.
***
\*O*/ jajaja. ¿Qué creen que pasará en el próximo capítulo? Estamos en la recta final, solo queda dos capítulos más y el epilogo :3 Gracias por leer, comenten que es muy importante conocer su opinión acerca de la historia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro