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Capítulo diecinueve (Inédito)


Tantos sucesos entrelazos pasaron factura a mi salud.

Tener diabetes es como volver a caminar: tienes que aprender paso por paso cómo controlar el nivel de azúcar en la sangre, inyectarte insulina a las horas indicadas, comer saludable —no es como si antes no era así, pero ahora debo de estar más al pendiente—, realizarme chequeos médicos de vez en cuando y otras acciones más. No obstante, descuidé un poco mi salud estos días. Además, tener tantas emociones juntas fue la gota que derramó el vaso.

Todo pasó muy rápido, sentí una descompensación por la mañana, antes de ir a la escuela. Al inicio no tomé importancia al malestar, sin embargo, cuando estaba por levantarme del comedor, sentí que todo giraba. Inmediatamente mis padres me trasladaron a un hospital, ni bien puse un pie en las instalaciones hicieron miles de preguntas y chequeos. Horas mas tarde diagnosticaron una leve subida en mi nivel de azúcar, por lo que comunicaron que debía pasar unas horas en observación.

Miro el techo de la habitación de hospital mientras intento no hastiarme de esperar y al fin anuncien que puedo ir a casa. No obstante, desfallezco en el intento; necesito salir de aquí.  

Ensimismada en mis pensamientos ignoro cuando alguien ingresa a la pieza.

—¿Por qué no avisaste que estabas internada? —Doy un respingo al escuchar la voz de Sara, detrás ella se encuentra Lara. Avergonzada desvío la mirada.

No quería preocuparlas, por eso pedí a Drew que no dijera nada a mis amigas, prometí a él que luego les informaría de mi estado.

—No quería preocuparlas —susurro, mi voz sale raposa.

—¿Qué no querías preocuparnos? ¿Te oyes? —Contemplo a Sara, quien está realmente enfada. Se acerca a la cama— ¡Estás loca! Estábamos muy preocupadas por ti al no hallarte hoy en clase. Y aún más cuando no respondiste a nuestros mensajes y Drew avisó que encontrabas internada—Se cruza de brazos. 

—No debiste ocultarnos esto —Interviene Lara.

Ellas tienen razón, no debí ocultar lo sucedido, pues al fin y al cabo se enterarían; ellas son mis mejores amigas y no hay secretos entre nosotras.

—Lo siento —Atino a decir.

Las gemelas Lewis lo meditan unos segundos, pero es Lara quien toma la iniciativa—: Sé que no lo hiciste adrede... solo por eso te perdono —Toma asiento a lado de la cama—. También Sara —Voltea a verla. Al no recibir respuesta añade—: ¿No Sara?—pregunta en un tono sugerente y enarca una ceja

Pelirroja uno medita su respuesta, pero al final revela—: Por supuesto —Se sienta a los pies de la cama—. Solo no nos excluyas más, te queremos y deseamos lo mejor para ti, tontita —esboza una sincera sonrisa.

Ambas hermanas me informan qué tal estuvo la escuela, las asignaturas que dejaron y los mas recientes rumores; como el que circula por los pasillos de Morris High School: Al parecer Jenny Foster fue descubierta engañando al capital de los halcones, su novio —actual ex novio— Louis Williams.

Nuestras platica es interrumpida cuando una enferma ingresa e informa que fui dada de alta. Tras ello sale de la pieza. Alegre, porque al fin abandonaré este lugar, pido ayuda a mis amigas para poder alistarme; necesito salir de aquí, odio los hospitales.

Lista encuentro a Drew en el pasillo, inmediatamente él se levanta para abrazarme y darme un beso en la frente.

—¿Mejor? —Asiento, no deseo separarme de su cálido abrazo—. Tus papás fueron a pagar por tu estadía y a conversar con tu doctor —Informa—. ¿Vamos a la cafetería mientras esperamos? —propone.

—Sí —Afirman Lara y Sara.

Me separo un poco de Drew para decir—: Esta bien.

Entre charlas y sonrisas los cuatro nos encaminamos a la cafetería. Después de varios minutos mis padres nos encuentran.

—¿Cómo sigues hija? —Papá interroga cuando se sitúa al lado de la mesa.

—Mejor. ¿Nos vamos? —hago un puchero.

—Claro —afirma mamá—. Chicos, gracias por haber acompañado a Lissa —Esboza una cálida sonrisa—. Como agradecimiento invitaré la cena —Todos asentimos complacidos.

No perdemos tiempo y nos dirigimos a casa.

***

—Lo siento señoritas y señorito —Drew frunce el ceño al escuchar cómo fue llamado, Sara ríe—, pero acabo de ganar por segunda vez —muestra tres pares de tarjetas de colores rojo, celeste y verde. Ella tira al aire un fajo de billetes celebrando su victoria.

Mientras esperamos la cena decidimos jugar monopolio, olvidando lo competitiva que es Sara Lewis, quien continúa celebrando.

—Imposible —dejo sobre la mesa las tarjetas. Hago una mueca con los labios.

—No, ella es imposible —Lara rueda los ojos—. No sé como la soporto, ¡esodiosa! 

—Oye —intervine enfada Sara—. Yo debería decir eso —se cruza de brazos.

—Y ahí vamos de nuevo —Drew resopla.

Las gemelas Lewis empiezan un intercambio que no tiene fin, entretanto me acerco a Drew para darle un beso en la mejilla y colocar mi cabeza sobre su hombro.

—La próxima vez recuérdame no jugar con ellas —informa él, en respuesta me carcajeo.

A pesar que el día inició fatal, tener a gran parte de las personas que amo conmigo, mejora absolutamente lo acontecido. Estoy agradecida por tener grandes amigos y, sobre todo, a mi familia.

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