8. Terroristas
Sam acabó por despertar en el interior de una tienda de campaña, confundido miró a su lado, y se encontró con ella, Ann también despertó y se volteó para mirarlo.
—Hola —le dijo con una sonrisa.
—Hola —respondió bastante confundido—. ¿Qué... qué paso exactamente?
—¿No lo recuerdas? —mantenía su sonrisa, hasta que Sam negó con la cabeza—. Pues, estuvimos afuera un rato, hasta que hizo frío, intentamos entrar a la cueva pero hubiéramos despertado a todos, así que le pediste a Noah su tienda de acampar.
—¿Nosotros, a caso? —ella asintió —Cielos...
—¿Por qué pareces tan sorprendido?
—Creí que todo había sido un sueño—ella se acercó y lo besó.
—No lo fue —nuevamente se colocó encima de él—. ¿Y, listo para el segundo round?
En ese momento se escuchó el caminar de alguien afuera, y una sombra se mostró frente a ellos, caminando muy cerca. Sam colocó su dedo índice sobre sus labios, rápido se puso los pantalones y de su bolsillo tomó una navaja.
Abrió cuidadosamente la entrada de la tienda, y observó a Noah, se había levantado antes que todos para preparar el desayuno.
—Madrugaste —le dijo colocando los leños para iniciar la hogera.
—Algo —había salido sin zapatos y sin camisa, el frío recorría todo su torso, Noah volteó a verlo.
—¿Para que necesitabas mi tienda? —en ese instante Ann asomó la mitad de su cuerpo, entró apenada al ver a Noah, solo tenía su sostén.
Él lo miró levantando una ceja, no hacía falta decir más. Los demás comenzaron a salir de la cueva, en unas cuantas horas volverían a la comunidad para un nuevo ataque.
—¿De que me perdí —Ann salió de la tienda mientras abrochaba su pantalón. Ella y sam se llevaron algunas miradas por parte de todo el grupo, pero cuando apareció Lily todos siguieron con sus tareas matutinas.
—Buenos días, ¿dormiste bien? —preguntó Sam al verla con una expresión de satisfacción.
—Bastante, bueno escuché algunos ruidos raros por la noche, pero a demás de eso, dormí excelente —Ann casi se ahoga con el agua que bebía al oír eso.
—Lily, si quieres asearte puedes venir conmigo, tenemos algo de agua limpia y jabón por aquí —Diana le ofreció una toalla y ella la aceptó casi al instante. Ambas se alejaron algo del campamento, y mientras el desayuno se preparaba comenzaron a discutir el plan.
—Esta vez, será una operación de caos, vamos a destruir todo el armamento y todos los vehículos que tengan al alcance, al no tener con que someter a la gente, lograremos iniciar un levantamiento en contra de ellos.
Usaremos el C-4, y algunos explosivos al igual que la artillería pesada.
—¿Crees que funcione? Digo, tienen un tanque y un par de helicópteros.
—Funcionará, tiene que hacerlo.
Tras haberse preparado ''casi'' toda la unidad fue directo a los túneles que conducían a la comunidad, Diana y Lily se quedaron en la cueva.
Recorrieron de nueva cuenta los oscuros túneles y llegaron al patio de la casa de Diana.
Al parecer solo ella y Trevor conocían de su existencia, pues de no ser así, ya no existirían. Sam observó por la escotilla y no vio a nadie. Discretamente todos comenzaron a entrar, se ocultaron en la casa de Diana, que estaba tan destruida por dentro que nadie sospecharía de su presencia ahí.
—Bien, hay que separarnos —Sam tomó la bolsa con los explosivos y comenzó a repartirlos—. Jennifer, Ann, busquen los vehículos y destruyanlos, Jonathan ve con Daryl, encuentren el tanque y háganlo pedazos —les entregó una pequeña porción— Noah, tú y yo buscaremos el hangar o dónde sea que oculten los helicópteros, el lugar será un caos, asegúrese de mezclarse con la gente.
—Mantengan los radios encendidos en todo momento, ya oyeron, vamos —Noah abrió la puerta y todos comenzaron a salir, Ann volvió a la casa, llegó con Sam y le dio un gran beso.
—Que no te maten —fue lo último que dijo antes de salir junto con Jennifer.
—Ya escuchaste —le dijo Noah entre risas, ambos salieron de la casa y comenzaron a recorrer las calles a toda prisa, pero sin llamar la atención. El miedo y los nervios los cubrían como un manto invisible que los forzaba a mirar en todas direcciones rogando por no ser vistos.
Ambos se mantuvieron tras la pared de una casa, Sam revisó la porción de explosivos que tenía, eran bastantes.
—Con esto tenemos suficiente, ahora hay... —se quedó petrificado cada segundo pasaba tan lento como si fuera una hora, incluso comenzó a sudar de manera excesiva.
—¿Qué ocurre? —Noah miró en la misma dirección que él, Solomon bajaba de un vehículo blindado, con absoluta tranquilidad se acercó a una casa y tocó la puerta.
Sam buscaba desesperadamente en la bolsa hasta que sacó una granada.
—¿Qué demonios haces? —la neurosis en su voz se había elevado casi hasta el cielo.
—¿Y tú que crees? Hay que matarlo ahora que tenemos oportunidad —estuvo a punto de quitarle la argolla pero Noah lo detuvo.
—Piensa lo que harás —lo miró directamente con toda seriedad.
—No hay tiempo que perder —le quitó finalmente la argolla estuvo a punto de arrojar la granada, cuando vio que Lizz era quién abría la puerta.
Nuevamente su mundo quedó en silencio, no escuchó nada durante esos efímeros segundos, pero al parecer Noah le había gritado, pues los soldados, Solomon y Lizz los vieron.
Le arrebató la granada y la arrojó lo más lejos que pudo, estalló a lado de una casa, los soldados comenzaron a disparar contra ellos.
—¡¿Qué ocurrió?! —preguntó Daryl por la radio, ya se escuchaban disparos por la comunidad.
—¡Esto se arruinó, debemos irnos! —gritó y cortó comunicación— ¡Sam! —él se encontraba congelado y en medio de la línea de tiro. Noah prácticamente lo arrastró hasta que ambos se pusieron a salvo. Tras gritar una y otra vez no había respuesta por parte de Sam, Noah lo abofeteó con fuerza, finalmente reaccionó.
—¿Qué pasa? —preguntó sin conocimiento alguno, como si hubiera despertado de un coma.
—¡Debemos irnos, ahora! —Noah disparó y asesinó a uno de los hombres que más se les acercó.— ¡Ya!
Sam volteó, Lizz estaba mirando a través de la ventana de aquella casa, la refriega la había obligado a ocultarse.
—¡Lizz! —disparó sin piedad saliendo de cobertura, logró hacer retroceder a todos los guardaespaldas de Solomon, hasta que su munición terminó.
—Mierda —exclamó Noah al ver que lo acribillarían. Salió de cobertura y arrojó una granada de humo. La cual estalló nublando todo el lugar. Corrió por Sam y lo tomó del brazo para irse.
—Debemos irnos, Sam.
—Pero, Lizz... —con todas sus fuerzas intentaba volver a la casa. Noah lo derribó y colocó su pie en su pecho.
—El plan falló, no podemos arriesgarnos -Sam sujetó su pierna, y Noah apretó más—. Por favor... no me forces a hacer algo de lo que me arrepienta.
Ambos compartieron una mirada seria, hasta que Noah le tendió la mano. Sam se levantó con su ayuda y sin decir nada ambos comenzaron a buscar una salida.
Siguieron corriendo por los vecindarios, cuando Sam se detuvo en seco.
—Mira.
—¿Ahora qué? —volteó esperando lo peor, Sam se acercaba a una casa que tenía escrito en un letrero claramente la palabra Armería.
—Eso si es tener suerte —soltó él, Sam comenzó a colocar algunos explosivos por toda la fachada. El sonido de un motor los alertó, y de entre el humo emergió un vehículo blindado, que disparó sin más su calibre 50 contra ellos. Noah cruzó la calle y se lanzó a cubierto tras la cerca de una casa, Sam permaneció alejado de la armería.
—¡Sam! —el sonido de las balas menguaba las palabras a través de la radio.
—¡Vete Noah, nos vemos en el campamento! —Noah asomó su cabeza por la cerca— ¡Vete! —la metralla comenzó de nuevo, directo contra Sam. Noah salió de ahí.
Sam corrió hacia el patio de la casa y se topó con Daryl quién había salido corriendo a toda prisa de aquella casa en dónde Sam se acababa de proteger.
—¡Daryl! —en ese instante un perro saltó encima de él, y le mordió el cuello arrancando un enorme pedazo de carne frente a sus ojos. Sam le disparó al perro y lo dejó tendido junto a el cadáver ensangrentado de Daryl.
Sam se quedó quieto unos segundos, no sabía que hacer, miró por todas partes y encontró algo en la mano de Daryl, unas llaves. Rápido se acercó y se las arrebató, presionó las llaves y se escuchó un automóvil en el garaje de ma casa. Llegó casi tropezando, abrió el garaje y admiró el vehículo.
—Gracias maldita sea —se subió en el auto y encendió el motor.
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