31. La guerra blanca (Parte 3)
Desde la casa de Spencer se podía escuchar claramente el caos, disparos y gritos plagaban el ambiente de la comunidad. Todos los heridos, los conscientes, se mantenían expentantes ante lo que ocurría, nadie decía o realizaba alguna tarea que crease ruido. El lugar era una tumba.
Lily se mantenía acurrucada en una esquina, junto a Stuart, quien no dejaba de temblar. Lily suspiró y puso su mano sobre la suya, él volteó lentamente y la miró.
—Oye, cálmate. —Le dijo buscando tranquilizarlo, lo cual logró. Hasta que una muy cercana explosión sacudió por completo el lugar, todos comenzaron a alarmarse, moverse y a gritar.
—Tenemos que salir de aquí —Stuart se levantó y ayudó a Lily a hacerlo también, pero a penas y ella apoyó su pierna malherida, se quejó, apretó sus dientes y cerró los ojos. Stuart buscó por toda la casa hasta que encontró una muleta. Se la entregó y ella sonrió.
Ambos salieron del lugar, el olor a carne quemada y pólvora llenaba los alrededores, un grupo de habitantes corrieron a toda prisa frente a ellos.
—¿¡Chris, qué sucede?! —le gritó Lily a un hombre que conocía, él volteó confundido y al verla simplemente dijo.
—¡Van a entrar! —siguió corriendo después de eso.
—¿Entrar, quienes? —inquirió Stuart, volteó y Lily ya cojeaba para llegar a la entrada principal—. ¡Ey! ¿Qué haces? Debemos buscar refugio.
—Debemos ayudarlos —no se detuvo. La siguió a toda prisa.
—¿Estás demente? Debemos irnos de aquí —el miedo lo invadía de pies a cabeza, si no había vomitado era porque ni siquiera alcanzó a comer algo.
—Pues entonces tú vete. Yo voy a pelear.
Stuart pateó enfurecido la nieve, revisó sus cartuchos y después de ver que ella ya se alejaba bastante; corrió para alcanzarla. Todos se encontraban frente a la puerta principal, miraban impacientes como si algo fuera a ocurrir.
—Entrarán... —pronunció Óscar, mirando petrificado como la puerta crujía y se quebraba—. ¿Qué haremos ahora?
—¡Rápido, traigan esos barriles! —indicó Lily mirando un grupo de éstos arrumbados al lado de una casa. Todos la miraron durante un segundo, parecía que la persona menos esperada había tomado el mando—. ¡Ya! —gritó, e inmediatamente todos corrieron hacia los barriles, una vez que los dejaban en el suelo los perforaban y hacían que el combustible que traían en su interior saliera, bañando toda la nieve, lo que resultó fue un gigantesco charco de gasolina que llegó hasta la puerta—. Un encendedor —Stuart le entregó uno, Lily tomó un pañuelo de su bolsillo y lo enredó en la punta de su flecha. Los muertos ya comenzaban asomarse por las rupturas en la puerta—, ¡abran la puerta! —nuevamente todos la miraron aterrados.
—¡Hagan lo que dice! —ordenó Óscar.
Un par de hombres llegaron hasta la puerta y la empezaron a abrir. Lily prendió fuego a su flecha. La gigantesca horda de infectados ya estaba sobre ellos, y una vez que el mayor número de muertos entró, disparó.
La flecha surcó el gélido aire con rapidez y se clavó en el centro del charco, lentamente se pudo ver como la llama se desvaneció. Y en un segundo: se esparció por todo el lugar como una enorme llamarada. Todos los infectados empezaron a arder sin control.
—¡Sí! —gritó Stuart al ver que el plan había funcionado. Pero su semblante desapareció al ver como las llamas llegaban hasta un barril casi intacto, el cual estaba a unos metros de Lily. Corrió con todas sus fuerzas y antes de que el fuego lograra llegar al barril, saltó y cubrió a Lily.
El barril explotó con gran intensidad, algunos muertos incluso se despedazaron tras eso, pero ambos estaban bien. Lily abrió los ojos mientras un ataque de tos le llegaba, pero al ver a Stuart se incorporó para ayudarlo, estaba chamuscado y no parecía estar consciente.
—¡Stuart, Stuart! —gritaba intentado hacerlo reaccionar, pero nada. No fue hasta que lo abofeteó con todas sus fuerzas que despertó.
—Maldición, eso dolió más que la explosión —masajeó su mejilla con algo de nieve que tomó del suelo, Lily sonrió y lo abrazó con fuerza.
—Gracias por salvarme —Stuart pareció confundirse, pero luego le devolvió el abrazo, sonriendo para sí mismo.
—Hice la promesa de que nada te pasaría —Lily lo miró unos segundos, y tras eso; lo tomó del rostro y lo besó. Ambos se quedaron abrazados un tiempo después de lo sucedido, hasta que se escuchó otra explosión en la entrada trasera a la comunidad, instantáneamente Lily se aterró, tomó su arco y como pudo salió corriendo hacia allí, algo había pasado...
Sam no escuchaba nada, se había arrodillado en la nieve hacía casi diez minutos, y en todo ese tiempo lo único que hizo fue mirar el gélido manto pintado de rojo por la sangre de ella. Volteó y Adam seguía llorando junto al cadáver, observó como Nathan le decía algo, Adam nuevamente lloró sin control e intentó a toda costa no soltar el cuerpo, Peter lo abrazó y lo alejó de ahí. Sacó un cuchillo y lo hundió en su sien, después tomó su chaqueta y cubrió el cadáver con.
Sam apretó los puños llenos de sangre, tomó su hacha y comenzó a caminar directo a la salida.
—¡Sam, Sam espera! —gritó Peter, pero él no parecía estar concentrado en otra cosa. Peter tomó con fuerza su hombro, entonces él lo golpeó en el rostro.
—No me toques —fue lo único que dijo antes de salir directo hacia el bosque. Orión corrió para alcanzarlo, mientras que Lizz no dejaba de gritar su nombre.
—¡Sam! —volvió a gritar una última vez, pero simplemente él desapareció.
—Lo matarán si sigue así. Iré por él —Nathan salió corriendo en dirección a donde había ido.
Todo el bosque estaba hecho una zona de guerra, los árboles ardían cual antorchas, la nieve estaba cubierta por cadáveres y sangre, y el aire del lugar era más negro que los Oscuros. Nathan siguió corriendo sin descanso, cada tanto uno que otro muerto se le atravesaba, pero él los detenía utilizando su machete. Un infectado reciente se le abalanzó al cruzar por un árbol, rápido reaccionó tomando con fuerza la cabeza del muerto y se la hizo pedazos al estrellarla una y otra vez contra el tronco del árbol.
Tomó unos segundos para recuperar el aliento y observó el suelo, había un rastro de huellas no humanas que conducían hacia un pequeño arrollo ubicado a unos metros de ahí. Siguió su camino hasta llegar a una pequeña colina en la cual se podía ver perfectamente el arrollo, no había rastro alguno de Sam u Orión.
—¡Sam! —gritó buscando recibir respuesta, no hubo ninguna.—¡Sam! —volvió a gritar, vio que algo se movió en un tumulto de árboles frente a él y corrió—, Sam...
Le llegó un culatazo directo a la cara, el Destripaodt salió de aquel árbol portando una escopeta recortada. Observó sonriente a Nathan y desenfundó un cuchillo. Su aspecto era desagradable y aterrador, su rostro estaba cubierto de sangre y suciedad, acompañado con su maquiavélica sonrisa le hacía ver verdaderamente atemorizante.
—¿No sabes guardar silencio verdad? —rió desquiciante y enfiló el cuchillo contra su cara. Nathan, aún aturdido a penas pudo reaccionar, tomó con fuerza la mano de Scott mientras ambos competían en un duelo de fuerza—. No te preocupes, una vez que acabe contigo no le gritarás ni a los muertos —se carcajeó una vez más, Nathan no pudo más. Movió su mano hacia abajo y la navaja se hundió en su clavícula. Gritó con todas sus fuerzas y le asestó un golpe en el rostro. Scott cayó al suelo mientras se apretaba la nariz
—. ¡Desgraciado hijo de perra! —se incorporó mientras no dejaba de escupir sangre—, ¡me rompiste la maldita nariz!
—Creo que arregle tu cara —Nathan intentó levantarse a toda velocidad, pero él tomó su escopeta y disparó a un lado de él, los perdigones impactaron en la nieve y nuevamente su oído terminó completamente aturdido.
—¿Últimas palabras, imbécil? —dijo con el arma apuntando directamente a su cabeza. Nathan se quedó helado, solamente la idea de irse lo estaba matando ya—. Gran elección —sonrió, y comenzó a jalar del gatillo, sin más disparó.
Sam saltó con fuerza encima de él, ambos cayeron precipitadamente por la colina, Nathan se arrastró y observó a su amigo, estaba en el suelo, igual que Scott. Intentó levantarse, pero al hacer esfuerzos simplemente no podía.
—¡Maldición, Sam, eres demasiado impulsivo! —se incorporó con tanta dificultad que parecía un anciano con problemas lumbares.
De igual manera Sam se levantó, ambos se miraron a los ojos, para luego centrar sus miradas en la escopeta recortada justo en medio de ellos—. ¿Estas pensando lo mismo que yo, no es así? —sonrió con sus dientes manchados de sangre—, ambos podríamos correr hasta alcanzarla, pero solo uno la obtendría. Pero dime Sam... ¿acaso ese serás tú?
—¿Y tú? —sacó el hacha y la empuñó con fuerza—. Esto termina, aquí y ahora.
—Cuento con ello —Ripper desenfundó su machete.
El viento helado recorría sus caras, y la nieve comenzaba a caer con más ferocidad, sin más, ambos corrieron uno al otro, Scott lanzó un corte directo a su rostro, Sam a penas y logró evitarlo, pero la hoja lo cortó en la mejilla. Respondió con un golpe del hacha directo a su espalda, la hoja impactó en su omoplato y lo hizo gritar. Scott se giró y golpeó con el machete el brazo con el que Sam empuñaba su hacha, el corte fue casi hasta el hueso. Sam cayó al suelo mientras se cubría la herida, nuevamente lanzó otro machetazo, giró evitándolo, pateó el rostro del Destripador una vez que buscaba sacar el machete de la nieve.
Se levantó rápido, intentando alcanzar la escopeta, Sam se arrastró velozmente hasta su hacha, y una vez que Scott tocó el arma; Sam lo golpeó en la mano, la hoja impactó en sus dedos, ya solo le quedaban dos.
—¡Mierda! —gritó apretando su mano mientras la sangre no dejaba de salir. Sam intentó tomar la escopeta pero él se le abalanzó como un tigre. Con la otra mano lo golpeó, pero él correspondió de igual manera con un puñetazo a su cara. Scott cayó al suelo nuevamente, a pocos centímetros de el arma, la tomó con rapidez y le apuntó directo en la cabeza.
Ambos se quedaron jadeando en la misma posición, parecían haberse congelado, Scott se levantó.
—Ven aquí —tomó a Sam por el cabello y lo hizo terminar frente a él. Le colocó la escopeta justo debajo de su barbilla—. En verdad te odio.
—¿Entonces por qué no aprietas el gatillo de una maldita vez? —dijo sin dejar de temblar, tanto por miedo como impotencia.
Entonces, una oscura figura apareció y saltó, disparó al instante contra aquella cosa, Orión cayó al suelo mientras lloraba. Sam lo golpeó, haciéndolo soltar el arma hasta casi llegar al arrollo, se puso encima de él mientras lo estrangulaba, Scott luchaba por respirar, comenzó a palpar la nieve con desesperación hasta que tomó algo duro, le golpeó la cabeza a Sam, era una piedra.
La sangre había pintado la nieve a su paso, ni siquiera parecía que era de ellos dos, Sam miró al pobre animal como jadeba y una espuma de color rojo salía de su hocico, pudo ver como el agonizante lobo movía sus patas en un impulso, hasta que solo se detuvo. Sam gritó con todas sus fuerzas, se levantó y de su bota tomó una pequeña navaja. Ripper también estaba de pie con un cuchillo en su mano semi-sana.
Ambos, mutilados, heridos, agotados, y enojados se miraron a los ojos.
Corrieron uno contra el otro en busca de lanzar el último golpe, Sam llegó hasta él y le hundió la navaja en el estómago, el Destripador escupió sangre a penas y sintió la hoja en su interior, y en un último impulso; alzó su cuchillo en el aire y lo encajó en la espalda de Sam, gritó lleno de agonía, y cayó abatido.
Scott lo miró desde el suelo, se colocó encima de él, se sacó el cuchillo y empezó a desangrarse, levantó el arma con ambas manos y apuntó a su pecho.
—¡Ey! —gritó alguien, volteó y se encontró con Lily, apuntándole con su arco.
—Ey... hola pequeña —sonrió, pero ella tensó su arco, Ripper pudo ver en sus ojos que ya no tenía escapatoria—. Oh carajo...
La flecha voló por el viento con rapidez y se frenó al impactar contra su pecho. Scott miró con terror como la flecha se movía con sus temblores, Lily tomó otra y volvió a disparar. Esta vez impactó en su pulmón, Scott dejó escapar un último y fugaz aliento, cayó boca arriba con ambos ojos bien abiertos, para luego morir de una vez por todas.
—¡Sam! —gritó Lizz.
—¡Papá! —Adam corrió hasta llegar con su padre, todos habían salido a buscarlo—. Papá, papá tranquilo —exclamó Adam, el terror lo invadió al ver como su padre estaba bañado en sangre y como a duras penas podía respirar.
—Adam... Adam escúchame —dijo mientras el aire se le escapaba con rapidez—. Quiero... quiero que seas fuerte... quiero que pelees y que le demuestres a este mundo lo fuerte que eres... —articuló entre ahogos.
—Lo haré papá... —chilló al ver como sufría y luchaba por adquirir aire.
—Lo siento... lo siento tanto, te fallé —dijo Nathan llorando.
—Nath... calma, tú no me fallaste en nada, te agradezco de corazón por haberlos mantenido con vida... por darnos un hogar... y por darme a mí un hermano... — todos estaban junto a él en la nieve.
—No quiero que te vallas —habló Lizz frente al amor de su vida. Sostuvo su mano.
—No me iré lejos... —dijo sonriéndole—Recuerda... que yo siempre te amaré.
—Te amo, Sam —se inclinó y se besaron una última vez.
—Los amo a todos... familia, los veo del otro lado —tomó con fuerza la mano de Adam, era hora—. Adam, hijo... cuídalo —ambos miraron el vientre de Lizz.
—Lo haré papá.
—Estoy tan orgulloso de ti hijo —estalló en llanto al igual que todos—. Siempre estaré junto a ti, siempre...
—Lo sé, papá —apretó fuertemente su mano y sonrió.
—Te amo, hijo.
—Te amo, papá —le dijo, y finalmente cerró sus ojos.
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Penúltimo capítulo amigos, es tiempo de decir adiós.
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En verdad te lo agradecería.
Y si te gustan mis historias por favor sígueme.
Gracias por leer.
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