Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

29. La guerra blanca (Parte 1)

El silencio... Una acción tan monótona, tan simple, tan normal, ¿cómo era posible que en ese preciso instante creara tanto terror?

Todos estaban preparados, para cuando salió el sol, todos estaban en el frente, listos para pelear. Óscar se mantenía en la entrada principal, pendiente de todo lo que pudiese ocurrir, además de suministrar de munición a los trabuquetes. Marcell se mantendría en la retaguardia de Harmony, junto a sus hombres impedirían que cualquier cosa entrara. Tyler cuidaba de los civiles; todas aquellas personas que no podían pelear. Y en el frente, Sam, en las trincheras alojadas en la profundidad del bosque, en donde deseaba con toda su alma que la batalla no pasara de ahí.

Estaba recostado, portando un rifle con una mira telescópica que le permitía ver a lo lejos en el bosque. Junto a él, la mayoría de los habitantes de La Comarca, quienes tenían más experiencia en combate en campo abierto, al igual que algunos miembros de Harmony, todos sumergidos en la nieve y la tierra humada, aguardando por ese momento que sin duda alguna iba a llegar.

—Ey, ¿estás bien? —preguntó Nathan desviando la mirada de los árboles y centrándose en Sam.

—Sí, es sólo el frío —respondió sin apartar la mirada del bosque.

—Ganaremos —esta vez sí volteó—. Lo sé —justo en ese instante, miles de millones de pequeños copos de nieve empezaron a caer del cielo, una ligera ventisca había llegado.
Sam volvió a mirar, algo había cambiado, ya no estaba ese profundo y perturbador silencio que presagiaba algo malo. Ahora había una serie de extraños sonidos metálicos, motores de automóviles, acercándose y presagiando algo peor.
Decenas de vehículos de todo tipo comenzaron a emerger de entre la niebla, ahogando el silencio de aquel lugar. Un gran camión con refuerzos de acero se alzó de entre los demás, todos en las trincheras apuntaron sus armas preparados para atacar en cualquier instante.

—¡Oye Sam! —se oyó una voz que petrificó a todos—. ¡Te has estado portando muy muy mal! —Scott salió del autobús y se subió encima de éste.
—.¡Necesito hablar contigo, no me hagas esperar! —se carcajeó mientras movía su machete de un lado a otro.

—No —susurró Nathan, pero Sam salió de la trinchera. Sin soltar su arma se aproximó unos cuantos pasos hasta poder mirar con claro detalle a su enemigo.

—Ahí estás... —le sonrió—. Bueno, he de admitir que me impresionas, has montado un excelente teatro aquí, pero ya es tiempo de terminar con la función. Ahora, lo diré claro y fuerte para que todos puedan escucharme, bajen las armas, ríndanse, y te prometo que no te arrancaré la cabeza con mis propios dientes.

Ambos se fulminaron con la mirada. Sam miró de reojo a toda su gente.

—Scott —respondió y él cambió su rostro por completo, transformándolo en una maniática mueca—. Nadie tiene que morir, podemos solucionar esto de una manera fácil.

—¡Claro que sí! Te he ofrecido un trato, paro al parecer lo rechazas, déjame modificarlo para ver si puedo lograr persuadirte. ¡Ríndanse ahora, o no habrá perdón alguno! —gritó haciéndole estremecer.

—Podemos hablarlo, llegar a una solución pacífica —Scott apretó los dientes y le apuntó con su machete.

—¡Eres un completo idiota! ¡Te estoy dando la oportunidad de que te rindas ahora que puedes y tú me escupes a la cara! ¡Siempre has sido así, siempre has sido un egoísta que solamente piensa en salir de una situación de riesgo como sea, incluso si para eso tengo que hacer un genocidio! —respiró hondo, y lentamente sacó un revolver de su bolsillo, lo apuntó hacia él —. Arrodíllate ante mí.

—¿Qué? —el sonido de las armas apuntando plagó el lugar.

—Arrodíllate ante mí... ahora.

Sam miró a todos, estaban tan quietos que parecían haberse congelado en el ambiente, miró a Scott una última vez.

—Jamás...

—¡¿Qué dijiste?! —su rostro se desfiguró por la ira.

—Nunca nadie se arrodillará ante ti, no si puedo evitarlo —lo miró tan fúrico que parecía que saltaría del camión para arrancarle la cabeza como dijo—. ¡Tú siempre le has adjudicado a los demás el dolor que solo tú te causas, y ahora planeas que mi gente pague por los errores que has cometido a lo largo de tu vida, no lo permitiré, si necesito dar mi vida para arrebatarte la tuya, lo haré.

—Entonces elegiste morir junto a tu gente... no me sorprende —apuntó rápidamente su arma, al igual que Sam, ambos dispararon. La bala se incrustó en el costado derecho de Sam, y la ráfaga de balas logró herir el brazo y una parte del pecho de Scott.

—¡Fuego! —gritó Sam.

—¡Fuego! —correspondió Ripper, y sin más, la guerra comenzó...

Una tormenta de balas azotó en aquel bosque, ambos bandos disparaban todo el fuego de metralla que poseían, Sam comenzó a arrastrarse por el suelo hasta encontrar cobertura en una trinchera cercana.

—¡Avancen, maldita sea, sin sobrevivientes! —al escuchar las órdenes de su líder, lentamente los vehículos pesados comenzaron a avanzar, mientras que los ligeros emprendieron una carrera en dirección a la comunidad.

—¡Óscar, abre fuego contra los autos!—avisó por una radio, y un par de soldados entraron en su campo de visión, se levantó con rapidez apuntando el cañón de su M4 y disparó una ráfaga que fulminó en segundos a Los Cazadores más cercanos.
Una camioneta avanzaba con rapidez hacia la trinchera en donde se escondía, todos en ella empezaron a disparar, pero en un segundo un proyectil envuelto en fuego cayó encima de ésta, haciéndola explotar al instante.

—¡Doc! —gritó levantando su camiseta y mostrando su herida. Rápido un miembro de la comuna revisó la herida.

—¡La bala atravesó tu carne, estarás bien! —avisó, y en un instante su cabeza explotó en pedazos. Toda la sangre bañó a los allí presentes.

—Carajo. —Dijo para sí mismo y se puso a disparar. Las bolas de fuego caían del cielo como si fueran cometas apocalípticos, pintando el lugar de rojo.
Sam se arrastró por la trinchera hasta llegar a una mochila con armas y balas, soltó su ametralladora y tomó un HK416, preparó su carga, y fue entonces que se dio cuenta, que los Cazadores se habían detenido, igual que sus soldados.

—¿Qué pasa? —tomó un par de binoculares de la mochila y miró en dirección al bosque, lo pudo ver, entre la niebla y los árboles, algo empezaba a atacar a Los Cazadores, figuras rápidas y lentas, pero que al alcanzarlos no lograban sobrevivir—. Ellos ya están aquí...

Giró su cabeza y un Oscuro saltó contra él, pero un miembro de Harmony lo abatió a tiros. Los muertos comenzaron a emerger de entre todos lados, el lugar se había infestado. Sam volvió a cubrirse en la trinchera, y sin parpadear comenzó a disparar en todas direcciones, decenas de muertos caían al suelo, pero en cuestión de segundos más y más hordas aparecían.

—¡Muy bien, esto se fue a la mierda!—dejó escapar Scott como un desquiciado y se trepó en un camión el cual tenía una ametralladora ligera en su remolque.
A penas tuvo el arma en su poder y comenzó a repartir decenas de balas a diestra y siniestra.

—¡Rápido, las molotov! —ordenó Sam completamente tumbado en el suelo evitando las balas. Un hombre tomó rápido una botella con la mecha encendida, pero una bala impactó contra ésta haciéndola estallar, el fuego cubrió al hombre en segundos.

—¡Mira como revientan! —se burló sin dejar de disparar.

—Hijo de perra. —Se arrastró hasta llegar a un lado de las botellas, encendió la mecha de una y la arrojó, impactó contra un grupo de Oscuros que estaban devorando a un Cazador. Otros miembros de Harmony le siguieron, empezaron a arrojar todas las botellas creando pequeños incendios por doquier.

—¡Sam, nos estamos quedando sin balas, necesitamos replegarnos a la comunidad, ahora! —se comunicó Nathan por la radio, se escuchaba claramente que hablaba mientras disparaba.

—¡¿Jeremías, dónde están las municiones!? —gritó por la radio. Sacó una pistola y abatió a un par de infectados que alcanzaron la trinchera.

Jeremías murió —se escuchó la agitada voz de Óscar.

—¡¿Que pasó con las catapultas?!

Tampoco tenemos munición para ellas.

—¡Me lleva! —dejó repentinamente la radio y disparó su ametralladora contra un Cazador—. ¡Abran las puertas! —fue lo último que gritó antes de salir corriendo a la trinchera más cercana.

Una ráfaga de balas persiguió a prisa a Sam, pero a duras penas logró deslizarse y entrar en la trinchera.

—¡Los muertos superan tanto a ellos como a nosotros, si entramos y aguardamos lo suficiente tal vez podríamos obtener una ventaja! —
Propuso Nathan destrozando la cabeza de un Nocturno a disparos.

—¡Pero tenemos que entrar rápido! —dijo al ver que las puertas de abrían, y en ese preciso instante Scott dejó de disparar—. ¡Es ahora o nunca! —todos comenzaron a correr a la comunidad, mientras que los muertos se empujaban por alcanzarlos.

—¡Rápido entren! —gritaba Óscar mientras disparaba a los infectados junto con otros. Las gigantescas puertas comenzaron a cerrarse y para cuando el último entró, los muertos estuvieron a punto de crear una estampida.

Finalmente las puertas se cerraron, y afuera de escuchaba como los infectados golpeaban y arañaban el metal buscando poder entrar, de igual manera se oía como Los Cazadores no dejaban de disparar contra los muertos.

—¿Cuantos quedamos? —Sam se sentó en la nieve buscando respirar con tranquilidad, al menos por un par de minutos.

—Solo veinticuatro —respondió Nathan recargando su arma.

—¡Muy bien, gente, preparen todas las armas disponibles, y protegan la entrada principal, que nada ni nadie entre! —caminó entre la multitud buscando a Lizz, y la encontró ayudando a un hombre a caminar, rápido lo dejó a cargó de otra persona y corrió hasta con él.
Lo besó sin más, mientras le otorgaba un fuerte abrazo, al cual Sam respondió con un quejido.

—¿Dios, estás bien? —levantó su camiseta y encontró su herida llena de sangre—. Tenemos que cerrar eso o se pondrá peor.

Ambos entraron a casa de Spencer, donde estaban todos los médicos de todas las comunidades atendiendo a la gente, recostó a Sam en una camilla vacía y comenzó a buscar en un cajón material para sanarlo.
Mientras Lizz suturaba su herida, Sam pudo ver con detalle el horror, había un descontrol en el lugar, todos ayudaban como podían, y los heridos no dejaban de llegar.
De entre todos los heridos apareció Lily siendo acompañada de Ann, la jovencita se apoyaba en un bastón pues su pierna parecía estar bastante lastimada. Ambas fueron rápido con él para ver como estaba.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó a Lily al verla con su bastón.

—Estoy bien, nada de que preocuparse, ¿y tú?

—He estado mejor. —Después de un breve intercambio de palabras, se escuchó la alarmada voz de Marcell por la radio.

¡Los infectados, están entrando por atrás, necesitamos apoyo ahora! —cortó la comunicación de golpe. Sam se bajó de la camilla con dificultad y tomó su ametralladora.

—Voy contigo —dijo Lily intentado caminar un poco más a prisa.

—Eso ni lo pienses —la detuvo—. Tú te quedas aquí, llamaré a Peter para que te cuide.

—Yo la protegeré —intervino Stuart, cargaba en sus brazos una escopeta.

—No necesito que me cuiden, no soy una niña, y mucho menos una inútil —se quebró su voz, sonaba impotente y deseosa de correr a pelear.

—Yo sé que no eres nada de eso, pero te necesito aquí, necesito que estés a salvo y puedas proteger a los heridos, ellos te necesitarán —volteó a ver a Stuart—. ¿Y tú, crees poder cuidarla?

—Señor... Le juro por mi vida que no permitiré que nadie le haga daño —Sam sonrió y Lily lo miró sorprendida.

—Yo iré contigo entonces —pronunció Lizz tomando una chaqueta de mezclilla y un rifle con balloneta.

—Yo también —se unió Ann tomando una uzi. Y sin más los tres fueron a defender la entrada trasera.

Mientras corrían solo se escuchaba el sonido de algo quebrándose y algunos disparos afuera de Harmony.
Llegaron junto con Marcell y su grupo, quienes no dejaban de ver los muros.

—¿Qué ocurre? —alcanzó a ver varios cadáveres en el suelo.

—Van a entrar... —pronunció Marcell al ver como una putrefacta y esquelética mano atravesaba la madera del muro y como algo trepaba las paredes...










_________________________________________

El fin está por llegar...

Si te gustó por favor deja un voto y un comentario.

En verdad te lo agradecería.
Y si te gustan mis historias por favor sígueme.

Gracias por leer.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro