13. Ventisca
El brillo rojo que emanaba de la bengala era suficientemente fuerte como para iluminar toda la calle, e iluminar el tráiler que todos miraban impacientes. El sonido de los corazones agitados cual tambores se hacía presente en dichos momentos, simplemente esperando.
Entonces una serie de ruidos indescriptibles sonaron dentro del contenedor, seguido por grandes golpes y rasguños, lapsos de sonido infernal que se detuvieron al cabo de unos cuantos segundos.
Y en un segundo, la puerta del contenedor cedió y criaturas negras como la noche salieron de ahí, seguidas por una horda de al menos quince muertos. Un oscuro saltó encima de Nelson, se posó encima suyo y le arrancó la garganta de una mordida. Sam disparó todo su cartucho directo hacia la bestia, consiguiendo matarla. Pero un grupo de tres muertos fueron directamente hacia él, haciéndolo caer, rápidamente logró quebrarle el cuello a uno, pero los otros dos seguían intentando matarlo a mordidas. Entonces una poderosa y veloz bala impactó en la cabeza del muerto más cercano, y al otro le llegó toda una lluvia de éstas.
—¡¿Estás bién?! —Lizz llegó hasta él y lo ayudó a levantarse.
—Ahora lo estoy...—respondió mirando sus hermosos ojos cafés— ¡Cuidado! —pateó a un muerto que se aproximaba a ella. Lizz le destrozó la cabeza a punta de pisotones.
Ambos se dedicaron una sonrisa que duró pocos segundos. Después Lizz le entregó su escopeta, y continuaron peleando. El grupo de muertos dejó de ser tan numeroso, pero aún así representaba una amenaza, Sam no dejaba de disparar contra un oscuro que era bastante escurridizo, las balas se terminaron, y la bestia lo supo, pues al instante se lanzó para atacarlo, pero él la recibió con una patada en el rostro, haciéndola caer, para así apuñalarla decenas de veces. La batalla estaba por terminar, entonces un par de oscuros salieron corriendo del lugar, para esconderse en los callejones abandonados de la comunidad. El enfrentamiento terminó con las vidas de dos sobrevivientes, y dejando a Sam con un profundo sentimiento; una gran furia.
Bañado en sangre, todos lo miraban, y sabían que algo no estaba bien. Empezó a caminar, entrando lentamente en el tráiler, para encontrar en el fondo una nota, la tomó, y leyó con ira.
Espero y te haya gustado mi regalo. Esta es mi primera advertencia, ese lugar me pertenece, no se opongan, y tal vez sea benevolente. Pero intenten algo y desataré el infierno sobre ustedes y nadie sobrevivirá.
No juegues conmigo.
Con cariño, Scotty.
Sam rompió la hoja en pedazos y sin decir nada salió del tráiler con un rostro frío y aterrador. Todos lo miraron, como si alguien más hubiera salido de aquél oscuro lugar.
—¿Qué sucede? —preguntó Tyler.
—Nos acaban de declarar la guerra...
Después de la batalla, Sam convocó una reunión para discutir la situación que estaba ocurriendo en la comunidad.
—¿Quieres atacar a Los Cazadores? ¿Y en su propia guarida? —Diana no supo como tomar su propuesta, simplemente le pareció una completa locura.
—No podemos seguir esperando a que nos vuelvan a atacar... Debemos acabar con ellos ahora que piensan que vamos a rendirnos —aseveró mirándola seriamente.
—Estás llendo a la boca del lobo, ¿no lo ves? No tenemos oportunidad ante ellos —intervino Joseph, quien se mostró más nervioso ante la situación.
—Hace años no teníamos oportunidad contra toda la milicia de la Hermandad, y con poco menos de quince hombres logramos derrotarlos.
—Esto es diferente, ellos no quieren gobernarnos, quieren destruirnos. Además, ¿siquiera sabes en donde se ocultan? —replicó nuevamente el hijo de Diana.
—No. Y es por eso que debemos ir, cuanto antes encontraremos el lugar donde se ocultan, más pronto acabaremos con ellos.
—¿Y tú liderarás ese ataque? —inquirió Diana.
—Espera —alzó la voz y lo miró—. Hasta donde recuerdo, la última vez qur lideraste un ataque todos terminaron muertos, incluyendo a Noah —al escuchar eso Sam sintió como su sangre hervía. Cerró sus puños y justo cuando deseó destrozarle la cabeza a Joseph, Diana intervino.
—Joseph, cállate.
—¿Si yo no lidero el ataque, quién lo hará? ¿Tú? —preguntó devolviéndole el favor a Joseph.
—¿A caso intentas decirme algo? —dijo colocándose frente a él para intimidarlo.
—No trato, te lo estoy diciendo ahora, eres muy descuidado, al igual que ruidoso, solo harías que la operación de fuera al carajo. Además, eres muy estúpido como para idear un plan tú solo —contestó confrontándolo de igual manera.
—¿Por qué no vamos a fuera y vemos quién es mejor líder? —exclamó tomándolo del cuello de su camiseta. A lo que él respondió dándole un cabezazo justo en la nariz. Joseph cayó al suelo sin dejar de sangrar.
—Escucháme bien, vuelves a amenazarme de esa forma, y será lo último que hagas en tu puta vida —pronunció mirándolo con un rostro que jamás había visto.
—Basta los dos ——Diana impuso orden finalmente—. Sam... Si vas a hacer esto tienes mi autorización, pero Joseph tiene razón, es una misión muy arriesgada como para comprometer a más soldados, así que solo te acompañarán los que quieran ir... yo no los obligaré —sanjó con el tema.
—Está bien —salió tras dedicarle una última mirada a Joseph. Caminó hasta salir de su casa, una multitud esperaba ansiosa. Se paró frente a ellos—Escuchen —gritó intentando llamar su atención, pero todos seguían hablando entre sí.
—¡Ey, escuchen! — Gritó Peter, captando toda la atención de la muchedumbre. Sam asintió.
—Gracias. Bueno... hablé con Diana, y... hemos decidido lo que se hará —pasó su vista a través de la gente—. Me autorizó liderar un ataque en contra de Los Cazadores —al instante el barullo comenzó—, no podemos esperar a que vuelvan a atacarnos, debemos ser ofensivos y detener la amenaza antes de que sea tarde. Su líder nos ha amenazado, no tenemos tiempo que perder, o actuamos... o esperamos el inminente final. Ahora, no puedo ordenarle a nadie que me siga, por eso será voluntariamente, ¿quién está conmigo?
Las susurrantes voces se callaron, un silencio se instauró entre la multitud, incluso le pareció ver como algunas personas se iban. Bajó la cabeza, su mano empezó a temblar.
—Yo iré —alzó inmediatamente la vista al escuchar aquello. Marcus dio un paso al frente.
—Cuenta conmigo —habló Tyler con singular optimismo.
—También voy —se apuntó Greg y después Jeff. Un par más le siguieron.
—Yo también —habló Joseph, quien salió de la casa con una venda sobre su nariz, confundido Sam lo observó, pero no dijo nada, asintió y miró a su pequeño grupo.
—Muy bien, prepárense, salimos mañana a primera hora.
Después de anunciar la misión, la muchedumbre se desperdigó por toda la comunidad, mientras, él siguió su camino hasta su hogar. Cuando Tyler lo alcanzó.
—Ey, ¿qué pasará con el infiltrado?
—Estoy completamente seguro de que el infiltrado escapó en el ataque del autobús. Lo que significa que tal vez lo encontremos en la base de Los Cazadores —aquella conjetura bien hubiera podido ser errónea y tal vez la persona que buscaba estaba más cerca de lo que pensaba. Miró de reojo a Tyler, se notaba nerviso—. ¿Te pasa algo?
—No, solo pensaba en mañana, acabamos de llegar de la ciudad y ahora vamos a volver, supongo que aún no tuve tiempo de siquiera poder digerirlo.
—No tienes que venir si no quieres.
—No, iré, ahora creo que tengo que alistarme, dormir un poco y no sé, despedirme de mi gato, supongo...
Se alejó sin decir más, Sam lo miró hasta perderlo entre las calles, avanzó hasta su casa, suspiró antes de entrar.
Al abrir la puerta, observó a Mariana y Ann conversando en el sillón principal, con un reconfortante fuego proveniente de una chimenea.
—Hola —habló con un nudo en su garganta.
—Oí que te irás mañana —Ann se levantó y lo miró con bastante seriedad.
—Lo haré —aseveró, ella negó con resignación.
—Sabes, en un pasado hubiera estado aterrada por lo que estuvieras a punto de hacer, pero la verdad es que ya me acostumbré a este tipo de noticias. Y creo que eso es lo que en verdad me debería preocupar. Has lo que tengas que hacer... pero no olvides despedirte primero.
Sam subió las escaleras, y a media subida yacía Lily, escuchando música con un aquel viejo reproductor.
—Que suerte que encontraste esa cosa.
—Sí, tal vez, pero se está agotando la batería, y no tenemos mucha electricidad que digamos —habló mirando al suelo.
—Lily, yo...
—Quiero ir contigo —rompió el silencio—. Por favor, déjame ir, puedo cuidarme...
—Nena, no, escucha, no puedes, es muy arriesgado para ti.
—También para ti y aún así decides ir.
—Entiende, hace poco comprobé lo mucho que duele perder a un ser querido. Y es por eso que no quiero arriesgarte, y esa es la misma razón por la cual Ann nunca viene a las misiones —trató de explicarle, pero lo único que consiguió fue llenar sus ojos de lágrimas—. Si algo le pasara a Adam, Ann, o a ti, jamás me lo perdonaría —dijo haciéndola voltear—. Ustedes son todo lo que me queda...
—Entiendo —dijo limpiándose las lágrimas—. Tonto —Sam rió y ella también, pasó su brazo por encima de sus hombros y la abrazó, ella correspondió de igual manera.
—Ahora, quiero que me prometas algo. Prométeme que cuidarás a Adam y Ann por mí.
—Lo haré —asintió. Sam intensificó el abrazo, besó su frente con ternura y suspiró entrecortado.
—Cuídate mucho, pequeña.
—Y tú. Hermano.
Después de despedirse de ella, siguió subiendo hasta llegar a la habitación de su hijo, el cual jugaba con unos cuantos juguetes arriba de la cama. Y sin aviso Sam corrió, cargó a su hijo, y lo abrazó fuertemente y no lo soltó en un buen rato. Juntos giraron mientras el niño reía sin parar, se detuvo y miró sus inocentes ojos.
—Adam yo...
—Lo sé —lo interrumpió.
—¿Lo sabes? —preguntó extrañado.
—Mamá me lo dijo, también me dijo que volverás, pero eso yo también lo sé —mostró una sonrisa. El labio inferior de Sam tembló sin control, contuvo las ganas de llorar.
—¿En verdad lo sabes? —acarició su cabello.
—Claro que sí. Hiciste una promesa con el corazón y esas promesas no pueden romperse, siempre se cumplen. Y sé que esta vez también volverás —finalmente consiguió hacerlo llorar.
—Claro que volveré.
—¿Con el corazón? —dejó su mano sobre su pecho, sujetó la mano de su hijo y asintió.
—Con el corazón...
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