La obra de Shakespeare
(Vuelvo y repito, si bien el fanfic tiene agregados míos tanto en las descripciones de los escenarios como modificaciones en los diálogos, la historia es de VernOlympiad vayan y denle mucho amorts al fic original, sugiero que voten en su historia, aunque igual pueden hacerlo en ésta xd)
Atalanta caminaba por los Jardines colgantes de Babilonia, buscaba a alguien con su mirada. La realidad era que ella estaba enojadísima.
-Oye, Caster. Tu noble phantasm me parece molesto. Me niego rotundamente a participar en una obra de Romeo y Julieta. -Atalanta dijo, con ese tono enojado.
-Vamos, Anee-san. El papel de Julieta te queda muy bien. -Intervino Aquiles, guiñando un ojo.
A él no parecía importarle participar en una obra de este tipo, actuando en el papel de Romeo mientras Atalanta hacía el de Julieta. Fue muy agradable para Sheakspeare la afirmación de Aquiles.
-Caster, ¿eres consciente de cómo termina la historia?. -Preguntó Semiramis, alzando una ceja.
-No importa cómo termine, Anee-sama puede besarme. -Aquiles respondió felizmente, sonriendo de forma carismática.
-Cállate, Aquiles. -Farfulló Atalanta, enojada.
-Si ese es el caso. Tengo algo mejor. -Sonrió Shakespeare. Con un toque de su pluma magica, el grupo llegó a cierto lugar especial.
Era una cuidad, de eso no quedaba la menor duda. Las blancas paredes de los edificios de la plaza pública, a la lejanía se miraban las murallas, siendo enormes al igual que sus torres de vigilancia.
Todo quedaba sólo, abandonado, el ambiente era pacifico, definitivamente, viéndose algunas palmas en las cercanías a la plaza, así como puestos de venta, incluso los cultivos en la parte más lejana.
-Esto es...es Troya... Caster. ¿Qué estamos haciendo aquí? -Aquiles preguntó, con un semblante que denotaba entre sorpresa y cierta melancolía.
-Estoy reescribiendo tu historia, mi querido Aquiles. -Respondió Caster de esa forma tan extravagante que lo caracterizaba. -En esta realidad, no conociste a Atalanta en toda tu vida. Un escenario como éste es un lugar mucho mejor para que dos de ustedes se enamoren. ¿No crees, Aquiles? -Shakespare respondió.
Su conversación se vio estrepitosamente interrumpida cuando Aquiles sintió que un par de ojos asesinos lo apuñalaban por la espalda. Eran, naturalmente, los ojos de un depredador. Una flecha fue disparada, y con un hábil blandir de su lanza, Aquiles desvió la flecha que iba directamente a su cabeza. Los ojos del héroe aqueo (Aqueos: antecesores de los griegos), escudriñaron la amenaza, sorprendiéndose al ver nada menos que a Atalanta sentada sobre un viejo pilar troyano.
Su expresión enojada se relajó, cambiando a una completamente vacía. -¿Anee-sama? -llamó, con una mirada de dolencia y confusión en su rostro.
-Tú moriste aquí una vez, Aquiles...y lo harás otra vez. -La cazadora farfulló con fuerza y, sin emoción alguna en su rostro, preparó otra flecha. El sonido de ésta pareció romper todo el ruido que los rodeaba. Aquiles, a pesar de su no muy grata sorpresa, apenas tuvo tiempo de desviarla con su lanza.
-¿Qué significa esto, Caster? -Masculló Aquiles.
-En lugar de morir a manos de Paris, morirás aquí, asesinado por la mujer que más amas. Es mucho más romántico, ¿no te parece? (Pues...pues un poco :v) -Preguntó Shakespeare, que no parecía afectado por la atmósfera llena de tensión.
-Como se esperaría de alguien reconocido por sus tragedias. - Semiramis comentó con una leve sonrisa.
En ese momento, Aquiles había separado su vista de Atalanta. La punta de su lanza ahora apuntaba contra Shakespeare
El dramaturgo levantó sus manos en plena señal de rendición. Con el poco orgullo que aun le quedaba al escritor británico, gesticuló débilmente a Aquiles. -¿No deberías dejar de apuntarme con esa lanza?
-Si no puedes escribirme un final feliz...no creo que tenga que deletrearte dónde acabará esta lanza, camarada. -Amenazó Aquiles con una expresión sumamente amenazante.
-¡Bien! ¡Bien! Me rindo. Pensaré en algo. -Suspiró Shakespeare, rendido. Aquiles bajó entonces su lanza.
-Espero por tu bien que lo hagas.
Ahí fue que, mirando el lugar al que le tomó diez años entrar, llenándose de Nostalgia, recordando al bueno de Patroclo, su maestro Felix, Odiseo (Ulises)...y ahora otra persona estaría en su mente al recordar Troya: su amada Atalanta.
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