Narrador omnisciente.

"Mis días están contados." Pensaba KiHyun.

Esperanza es lo que ya casi no había en su ser.
Dudaba tanto que alguien llegara a salvarlo, dudaba que saliera vivo, dudaba si iba a salir.

KiHyun se sentía mal, mal físicamente y sentimentalmente.

Su cuerpo ardía por cada cortada que llevaba en la espalda, los moretones que traía le dolían aún si no los tocaban y sus ojitos estaban cansados de llorar.

Y su mente se sentía nublada, no sabía que pensar.
Se sentía tan humillado por haberse dejado abusar por un desconocido.
No quería que lo lastimara, pero tampoco pudo evitarlo.

Su objetivo principal era salir del bosque, las cosas habían cambiado.
Si lograba liberarse trataría de salir vivo de la cabaña en la que estaba.

Suponiendo que es ahí donde está.

KiHyun sentía que ahora mismo estaba vacío, en su pecho solo había un espacio negro dónde solo el aire pasaba.
Ese pequeño espacio siempre estaba lleno.
Pero se vacío al momento de cruzar la puerta de la cabaña.

KiHyun necesitaba irse, quería ir a ver a su familia, quería ver a sus amigos, quería ver a su mejor amigo, KiHyun necesita verlos lo antes posible.

Los ojitos de KiHyun picaron anunciando que en cualquier momento comenzaría a llorar.
Quiso pasar su mano por su rostro para poder cubrirse, pero las cadenas no se lo habían permitido.
Y a consecuencia habían causado ruido.

El corazón de KiHyun empezó a latir más rápido, totalmente aterrado por la idea de que el hombre de cabellos negros entrará a la habitación con una nueva idea para lastimarlo.

Y vaya que KiHyun era rápido para pensar y predecir, pues el pelinegro había entrado nuevamente a la habitación, azotando la puerta.

¿Por qué? ¿Por qué siempre venía ante el más pequeño ruido?

Porque al pelinegro le molestaba el ruido, por más pequeño que fuera, detestaba que destruyeran su tranquilo ambiente.

Así que con molestia llego a la habitación.

KiHyun temblaba ante el pelinegro, se sentía aterrado de estar en la misma habitación que ese monstruo.

Su respiración entre cortada causaba dolor en su cabeza, se sentía mal nuevamente y no era por fuera esta vez era desde adentro.

La mueca que llevaba el pelinegro era de disgusto, ya que el menor hacía ruido con las cadenas mientras temblaba.
Pero por dentro sonreía.

El pequeño KiHyun se había ganado su castigo.

Con lentitud se acercó al cuerpo colgante del menor.

Y sin aviso alguno, abrazo con fuerza el cuerpo de KiHyun, suficientemente fuerte como para dejarlo sin aire.
Pero esa no era su idea así que tuvo que aflojar.

Respiro profundo y luego exhaló con tranquilidad

Con lentitud paso sus brazos por la espalda del menor, pasando sus manos por sobre la piel cortada de la espalda de KiHyun.
Sintiendo lo largo de los cortes, y la suave piel de KiHyun.

El menor tenía los ojos cerrados con fuerza, su piel se había puesto de gallina al sentir el contacto que recibía por parte de el hombre de cabellos negros.

Quizás y solo quizás esta vez no le haría daño.

Es lo que pensaba KiHyun.

Las manos del Pelinegro viajaron hasta la cabeza del menor, quitando la cadena que lo mantenía colgado.
Causando que esté casi caiga, cosa que no paso por las rapidas manos del hombre que lo sujeto.

La respiración de KiHyun no se tranquilizaba, pues que lo haya soltado le extrañaba bastante, y también le alteraba.
Ya que la única vez que lo había descolgado había sido para abusar sexualmente de el.

Está vez no seria diferente.

El hombre cargo a KiHyun con fuerza, sujetando su espalda y sus piernas contra su cuerpo procurando que no se caiga.

Y comenzó a caminar hacia la segunda puerta que había en la habitación, la cual solo tenía una cama.

Cerrando le puerta detrás de el y sintiendo como KiHyun temblaba contra su cuerpo, el hombre sonrió.

Dejaría a KiHyun sin poder hacer ruido alguno.

Pobre KiHyun.