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VII: Miedo

Tres semanas después...

—¿Ahora qué ves? —Preguntó Ágatha.

Mis ojos estaban cerrados, llevaba haciendo este ejercicio tres semanas, desde que empecé a ver clases con los privilegiados. Tenía que tratar de «ver» lo que pasaría al día siguiente.

—Veo...

—Señor alcalde, ¿qué hace usted aquí?

—He venido a ver a los chicos del club de teatro.

»Veo al alcalde.

—¿Y qué hace?

—Viene a Royal, dice que quiere ver al club de teatro.

Abrí mis ojos de golpe cuando escuché algo desplomarse en el suelo. Era Ágatha, todo el grupo se encontraba a su alrededor.

—¿Mamá? ¿Qué ocurre? —Preguntó Charlotte con preocupación.

—No... De nuevo, él viene.

Parker se sentó en el suelo junto a su esposa.

—Esto era lo que temía.

—Parker, ¿a qué te estás refiriendo? —Le pregunté.

—El gobierno. Llevan años tratando de crear una especie de «superhumanos». Buscan personas con cualidades únicas. Descubrieron lo que Dave podía...

—¿Dave? ¿Dave mi padre? —Solté sin pensar.

—¿Eres la hija de Dave? —Preguntó James.

—¡Sigue con la historia! —Exigió Callum.

—Ellos supieron de la habilidad de Dave y a base de mentiras se lo llevaron para experimentar con él, supongo. Ellos creen que es por algo en el ADN, pero es una cuestión puramente mental.

—¿Específicamente qué le dijeron? —Volví a hablar.

—Le ofrecieron un puesto de trabajo en la alcaldía.

Ese era el trabajo importante, el que lo hizo salir tan entusiasmado de casa aquel día, el que lo llevó a su muerte.

—¿Y qué tocamos nosotros en esta orquesta? —Cuestionó Alec.

—Dudo mucho que se haya creído lo del teatro, él ya sabe lo que ustedes pueden hacer y buscará una forma de llevárselos y de averiguar si hay más como ustedes.

—¿Y qué haremos, entonces? —Habló Amara.

—Tienen que irse de Royal, y tiene que ser esta misma noche.

—¿Y qué excusa daremos? —Protestó James.

—Los suspendí, ahora vayan a empacar.

Todos nos fuimos a nuestros dormitorios para hacer las maletas, aunque no supiéramos a donde iríamos o si algún día volveríamos.

—Sonny, Lindy, Ágatha nos espera afuera en el auto —Nos avisó James.

Lindsay y yo terminamos de empacar y lo seguimos por los pasillos de Royal hasta dar con Ágatha.

—Suban al auto —Pidió con urgencia y nosotros obedecimos.

Genial. Justo cuando empezaba a gustarme estar en Royal sucede esto. Maravilloso. ¿A dónde iríamos? ¿Cuando volveríamos? Aguarden, ¿tan siquiera volveríamos? Miles de dudas empezaban a asaltarme. ¿Volvería a ver a mi madre? ¿Era muy tarde para bajar del auto? Definitivamente lo era, porque Ágatha ya lo había puesto en marcha y, sin embargo, abrí la puerta para tratar de bajar.

—¡¿Sonny, qué haces?! —Gritó Alec alarmado a la vez que sostenía la puerta para que no la abriera.

—¡Suéltame! ¡Quiero irme! ¡Quiero bajarme!

Ágatha aseguró todas las puertas y Alec, con ayuda de James, me puso de su lado izquierda, quedando él junto a la puerta y yo enmedio de él y James, que estaba al lado de la otra puerta.

—Alec, tengo miedo —Le susurré con la voz quebrada.

—También yo —Respondió—, pero no dejaré que te pase nada. Que bueno que ya no tenemos que usar muletas —Intentó bromear.

Entrelazó sus dedos con los míos, eso me hacía sentir más tranquila, porque aunque lo intentara, no podía saber qué ocurriría después de esto.

...


Habíamos andado toda la noche y todo el día para llegar a Rainbowfield, un vecindario bastante alejado de Royal y casi llegando a la ciudad vecina, Nuevo Verano. Nos quedaríamos en casa de los Jones, unos amigos de Ágatha.

—Pueden quedarse en el cuarto de arriba, no es muy grande, pero seguro van a caber todos —Nos explicó la señora Jones—. No hagan tanto ruido, el pequeño Levi duerme al lado y tiene el sueño ligero.

Supuse que «el pequeño Levi» era su hijo.

Subimos procurando no hacer mucho ruido por lo que nos dijo la señora Jones y entramos al cuarto que nos asignaron, luego buscamos una manera cómoda de dormir. La cama era una litera, pero abajo había una especie de gaveta en la que había otro colchón. Lindsay y Amara se acomodaron en la cama de arriba, Isaac, Kiara y Charlotte en la de abajo, Callum, Alec y yo en la gaveta y James corrió con la suerte de dormir perfectamente solo en el sofá de la habitación.

—Sonny, estás temblando —Susurró Alec en mi oído.

—Tengo frío... Y miedo.

Alec tomó mi mano derecha entre las suyas, la llevó a sus labios y sopló, haciendo que entrara algo de calor. Se mantuvo así un momento y después hize lo mismo con la otra mano.

Cuando terminó llevó su mano a mi rostro y peinó un mechón de mi cabello para ponerlo detrás de mí oreja, acaricia mi mejilla en el proceso. Mi corazón comenzó a bombear con rapidez.

—Chicos, necesito ir al baño —Manifestó Amara.

—Ay, Amara, no inventes, acabamos de encontrar una posición un poco cómoda para dormir —Se quejó Lindsay.

—Lo siento, no puedo decirle a mis riñones que no me den ganas.

Amara comenzó a bajar de la litera y los chicos se quejaban cuando ella los pisaba o se los llevaba por delante.

—Lo siento, Chicos.

—Vas a dormir en el suelo, Amara —Le dijo Callum.

Volví a mirar a Alec.

—No tengas miedo, yo estoy aquí.

Eso fue lo último que le escuché decir antes de quedarme dormida.

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