A pesar de que Alex había estado convaleciente en el hospital, producto de la herida del puñal, volvía a estar varios pasos delante de mi. ¿Cómo era esto posible? ¿Qué sabía que yo no?

-Por suerte sobrevivía a ese intento de asesinarme, de lo contrario, sargento, nunca resolveríamos este caso.

-¿A qué te refieres, Alex?

-Primero, no tiene usted toda la información de lo que sucedió. Y además, se le ha escapado un detalle. Primero, estaba en el living cuando noté algo extraño. Vi la tapa del sótano porque la alfombra estaba mal colocada y se notaba algo extraño. Corrí la alfombra y la mesa, abrí la trampilla y bajé. Yo recibí una herida de cuchillo en la espalda, mientras bajaba la escalerilla, después de descubrir este sótano oculto. 

Su mirada denotaba impaciencia por contarme lo sucedido esa noche.

-Cuando recibí el impacto del puñal, me caí. Alguien me atajó allí abajo y evitó que me golpeara contra el piso. Quien me atrapó era Gor, el nieto de Alicia.

-¿Me estás diciendo que no fue Gor?

-Exacto. Creo que lo prejuzgamos por su aspecto. El detalle que se le escapó, con todo respeto sargento, es el siguiente... ¿Cómo cree que Gor entraba y salía del sótano, colocando la alfombra y la mesa del living sobre la trampilla?

Odié admitirlo, pero había estado todo el tiempo en frente de mí. Había sido apresurado dar el caso por concluido, con estas incongruencias y la nueva información de lo que realmente había sucedido esa noche.

-Si me lo permite, sargento, en esa casa no solo está la persona que ocultaba completamente a conciencia a Gor, sino que también está allí quien clavó el cuchillo en mi espalda, cuando descubrí el escondite. el error que cometió es que yo sobreviví para poder decirle todo esto a usted. Creo, además que al cambiar mi posición al bajar la escalera, hizo que el cuchillo no me lastimara donde el agresor tenía exactamente planeado, como a las otras víctimas.

Claramente no era solo un cómplice al que teníamos que descubrir. Nos faltaba el verdadero asesino, el verdadero monstruo detrás de la fachada deforme de Gor.

-Alex, sólo tenemos dos posibilidades. Arturo o Susana, que yo sepa.

-Se equivoca. O es uno, o es el otro, ¡o son los dos!

Claro. ¿Porqué habríamos de suponer que era sólo uno?

SABADO 3 DE SEPTIEMBRE.

Eran las 23 y volvimos a entrar muy decididos a la casa. con las linternas y anunciando nuestra irrupción.

-Susana, venimos a verla- grité.

Nuevamente vimos el resplandor de la vela acercarse. Pudimos verla aparecer por el pasillo hasta las escaleras. En el cuarto de la izquierda del hall, ya habíamos verificado que Arturo dormía.

-¡Sabemos que es usted. Entréguese, Susana!- gritó Alex con impaciencia.

La voz de ella se escuchó arriba, donde terminaba la escalera. 

-¿Yo, señor? ¿Cuántos cuerpos encontraron muertos en el hall?

-Muchos- dije siguiendo la línea de pensamientos.

Nos asomamos por la barandilla, para poder tener conexión visual con ella. Se la veía sentada en su silla de ruedas, muy enojada y agitando sus brazos como podía.

-¡Idiotas! ¡Entran a mi casa sin permiso a insultarme y acusarme! ¿no ven que no puedo bajar las escaleras? ¡Si pudiera hacerlo bajaría y los abofetearía! ¡Ahora lárguense de mi propiedad antes de que me hagan enojar!

Esto era verdad. Ella no podía bajar. ¿O sí?

-Vámonos, sargento. No ganamos nada quedándonos ahora.

Salimos. Una vez mas con vida de la casa asesina, y el viento azotó nuestros rostros. Pude notar la sarcástica sonrisa de mi compañero.

-Es evidente que ella no puede ser la asesina. Pero algo nos oculta. Y acabo de descubrir una cosa más.

Creo que ya estaría demás aclarar que esa situación tan repetitiva donde Alex se adelantaba a las cosas, estaba empezando a colmar mi paciencia. No sabía con certeza qué era lo que me exasperaba de esta situación. Quizás la sensación de que nunca lo alcanzaría. O mi ego gritando que soy inútil a su lado. no podría saberlo con certeza.

-¿Cómo lo haces, Alex?

-Bueno, sargento, no se aflija. Esta vez es algo que sólo yo podía descubrir. Vi su frente arrugada. sus cejas fruncidas. La reconocí, sargento...

-¿Qué? ¿De qué me estás hablando?

-A ella es a quien le vendí la casa. Ahora al verla enfadada, reconocí la expresión que tenía ese día. Ella es Alicia Álvaro, no su empleada .Desconozco el motivo por el cual ocultaría su verdadera identidad. Pero es ella misma quien conocía a su nieto. Ahora todo encaja.

-Ya no importa los motivos por los cuales ella pudo haber ocultado ser Alicia Álvaro, la dueña del álbum... lo único que puede importar ahora es que lo hizo adrede y para ocultar cosas relacionadas con estos horrendos crímenes en la casa O'LLOE.

-Lo que ahora nos faltaría, sargento, es descubrir al autor material. Al que clavó el cuchillo. Pudo ser ella misma, pero queda el misterio de quién mató a todos aquellos inesperados visitantes que aparecían muertos en el hall...

La verdad es que aún nos faltaba descubrir al asesino.

-De todas maneras mañana enviaré a alguien a arrestar a Alicia Álvaro- aclaré.

-Si. Alicia es la encubridora, y Arturo nuestro asesino material.

Y así concluyó este caso.

FIN

Pero algo más sucedió a las 8 de la mañana.

¡CONCLUYE EN EL PROXIMO CAPITULO!