Mi Primer Día De Trabajo
De repente me despierto sobresaltada, por el ruido del claxon de un carro. Que casi me caigo de la cama, por el terrible susto.
–¿quién rayos hace tanta bulla por la mañana? –grité muy molesta.
Pará colmo de males, alguien tocaba mi puerta con insistencia. Causandome mucha extrañez.
–un momento por favor –dije.
Me fui corriendo al baño, me lavé la cara y me peine rápidamente. La puerta nuevamente fue tocada.
–¡ya voy! –grité.
Me puse la bata y salí abrir la puerta rápidamente. Cuándo abrí la puerta, me encontré con un hombre alto, de más o menos como de 30 años.
–buenos días señorita, el señor Máx me envía, soy de la mudanza –me contó.
–¿de la mudanza? –pregunté extrañada.
No esperó a mi pregunta y se metió a mi cuarto, seguido de dos hombres más. Me quedé sin habla ante la violación de mi privacidad. Empezaron a cargar las pocas pertenecías qué tenía.
–¿¡oigan esperen a dónde llevan mis cosas!? –pregunté desorientada.
–los llevamos a la casa del señor Máx –explicó el hombre.
Me entrego un papel escrito qué decía :
–Buenos días señorita Lucero, discúlpeme por atreverme a mandarle el servicio de mudanza. Espero qué disculpé mi atrevimiento.
Me quedé releyendo el papel, sin dar crédito a lo escrito.
–«¿cómo conoce mi la dirección de mi casa?» –me pregunté aterrada.
Reaccionando escogí ropa para ponerme y me metí al baño para cambiarme. Cuándo salí del baño, ya habían cargado con todo. Les dije qué me esperarán para hablar con la casera. Le entregué la llave y me despedí.
Me senté al costado del chófer, no hablé con ellos durante el trayecto. Solo miraba las casas y personas pasar rápidamente por mi vista. Vaya manera de empezar el día.
–ya llegamos –avisó el chófer.
Ellos bajaron rápidamente, uno de ellos abrió la puerta de la casa.
–«¿tanta confianza les tiene, para darles la llave a ellos?» –me pregunté sorprendida.
Me invitó a entrar, mientras ellos bajaban mis cosas. Vi qué las llevaban hacía el segundo piso. Terminaron rápido con la mudanza y uno de ellos me entregó una carta. Se despidieron de mí y se fueron. Abrí la carta con ansiedad y la leí. En ella decía :
–señorita Lucero, yo no voy estar presente durante todo el día. Sírvase a tomar el desayuno en la cocina, allí encontrará de todo para el almuerzo y si algo le hace falta, compré con el dinero qué le estoy dejando. Mi madre despierta entre las 8 a 9 de la mañana, por favor téngale mucha paciencia. A veces tiende a decir cosas sin sentido, no le presté atención a eso. Esperó qué se lleven de maravilla. Quedás en tú casa.
Terminé de leer la carta y me fui a buscar la cocina. La cocina era muy bonita, las despensas estaban llenas, igual la refrigeradora. Me preparé un rico desayuno. Cuándo terminé fui a llevarle el desayuno a la abuelita. Me fue fácil encontrar su cuarto, toqué antes de entrar.
–buenos días señora –saludé.
A pesar de no escuchar ninguna respuesta, decidí entrar al cuarto. Al entrar note a una anciana acostada, pensé qué aún dormía.
–«¿debo despertarla?» –pensé dudando.
–¿quién eres tú? –me preguntó de repente.
Me sobresalte ante su pregunta, sentí enojo en su voz.
–su hijo me contrató para cuidarla señora –respondí.
–ese idiota no es mi hijo –contestó molesta.
Menos mal qué su hijo me previno, qué su madre a veces dice cosas qué no son verdad.
–le traje el desayuno –le avise.
La anciana contempló el desayuno unos instantes.
–déjalo y retirate –ordenó sin mirarme.
–pero... –dije.
–¿no me oíste niña? –me dijo severamente.
–si señora –dije saliendo del cuarto.
–ese idiota, cree qué voy a ceder –dijo renegando.
–«vaya manera de hablar de su hijo, qué señora tan vulgar» –pensé desconcertada.
Espero como media hora, antes de ir por los servicios.
–señora vine a recoger los servicios –le dije.
–deberías irte de esta casa, antes de qué el vuelva –me dijo seriamente.
–lo siento, pero no puedo irme –respondí.
–él no es un buen hombre como creés, debes irte cuánto antes –volvió a decirme.
Yo solo la miraba, no sabía qué decirle. Me retiré sin decirle nada, no quería tener problemas con ella.
–¡niña tonta debes irte! –alcance oír sus gritos.
Bajé las escaleras, para no oírla más. Lave los platos y me puse a pensar en qué cocinar.
–supongo qué la señora, no comerá mucho –pensé.
Prendí la radio para escuchar música, mientras cocinaba. De vez en cuándo tarareaba las canciones.
–esperó qué le guste mi sazón a la señora –pensé un poco preocupada.
Comi primero, luego le lleve su almuerzo a la señora. Toqué la puerta antes de entrar, por respeto.
–señora es la hora del almuerzo –avise.
Ella solo me miró con el ceño fruncido y no me dijo nada. Coloqué el plato encima de un ropero, acerqué una silla a su cama, y me senté. Cogi el plato y agarré la cuchara para darle de comer.
–no es necesario, yo puedo sola –me dijo y me quitó el plato de las manos.
Yo la miraba comer, un tanto incómoda.
–no me gusta qué me vean comer, puedes retirarte –dijo disgustada.
Me levanté en silencio y me retiré de la habitación.
–no va a poder convencerme nunca –murmuró enojada.
–«parece qué la falla la cabeza» –pensé preocupada.
Después de media hora, escuché sonar una campanilla y volví a la habitación.
–llévate esto y no olvides qué no todo es lo qué parece –me dijo mirándome fijamente.
Yo no sabía cómo interpretar sus palabras, así qué decidí ignorarla. ¿Hacía bien o tal vez debía preocuparme por sus palabras?. Después hablaría con su hijo, del comportamiento extraño de su madre.
Bueno este es un nuevo capítulo, espero les guste. Gracias por leer está historia. 🐰👋🏻
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