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•Palabras que lastiman

'¿Podemos vernos hoy?'

Hoseok estaba desayunando con su madre cuando recibió el mensaje de HyungWon. Su corazón revoloteó enamorado y sonrió sin querer.

—¿Es Nomi? —preguntó su madre sonriendo.

Hoseok borró la sonrisa de inmediato y tomó un sorbo de su café.

—Es un mensaje que estaba esperando.

—Escucha, hijo. Hemos estado hablando con tu padre y con los señores Tanaka y creemos que deberían ir al extranjero a intentar otros métodos de fertilización.

—Disculpa madre, pero eso no es algo que los incumba ustedes.

Su madre frunció el ceño.

—Han estado casados por casi cuatro años —dijo con frialdad. Hoseok suspiró— y necesitamos un heredero.

—¿Es todo lo que les interesa? No se conformaron con arruinarnos la vida sino que también se empeñan en querer traer a una criatura inocente a esta familia que es un nido de víboras.

Estaba cansado. Jamás se había atrevido a levantarle la voz a sus padres y el coraje que sentía estaba, por fin, saliendo a la superficie. Su madre permaneció imperturbable en su sitio.

—Es tu deber como único heredero —dijo la mujer—. Es todo lo que te pedimos.

—Basta. ¿No les pesa la culpa por haber acabado con nuestra felicidad? ¡Nos obligaron a casarnos, separándonos de las personas que amábamos y todo para qué!

—Ese vendedor de arroz está muerto ahora. Tu deber es dedicarte a tu matrimonio y a tu empresa. Deja de pensar en estupideces de adolescente y madura de una vez.

—Yeon. Ese era su nombre —dijo sintiendo cómo la rabia crecía en su interior.

—No me importa. Mira lo que hizo contigo.

Hoseok no podía creer lo que estaba escuchando.

—¿Lo que hizo conmigo?

—Te desvió. Te endulzó con palabras para que cayeras en sus perversos actos sodomitas. ¿Un hombre con otro hombre? Eso va en contra de la naturaleza, hijo.

Hoseok se frotó la sien.

—¿Tan difícil es hacerte entender que soy gay? ¿En serio, madre, creíste que obligándome a casar con una mujer iba a solucionar algo? ¡Me gustan los hombres! Métetelo en la cabeza. Amaba a Yeon, él me hizo una mejor persona.

—¡Cállate! Lo único que hizo ese miserable fue arrastrarte de las narices...

Hoseok golpeó la mesa con las manos haciendo sobresaltar a su madre y se levantó.

—Yo lo amé. Aún lo hago —las lágrimas caían por su cara—. Espero que lo entiendas y se lo comuniques a mi padre. Esto no puede continuar así. Ni Nomi ni yo merecemos que nos hagan esto. Ya fuimos infelices por mucho tiempo.

Su madre se levantó, alarmada.

—¿Qué significa eso, Hoseok?

—Que voy a ir en busca de mi felicidad.

Salió del lugar sin darle tiempo a su madre a replicar.

Agarró el celular y escribió rápidamente.

'Por supuesto. Te extraño'

Un mensajito más y toda la tristeza que sentía desapareció.

'Te amo ♡'

Luego marcó el número de su esposa.

—Tenemos que vernos. Te veo en el café que está frente a la casa de subastas...

Nomi llegó a la hora acordada y se inclinó para besar su mejilla.

—Hace mucho que no vengo a este lugar
—dijo ella mientras tomaba asiento.

—Hablé con mi madre —ella dejó de hablar y asintió—. Estoy cansado, Nomi. Me enamoré de alguien y no quiero seguir resignando mi felicidad.

Nomi sonrió y tomó una de sus manos.

—Por supuesto —dijo ella— sabes que yo te apoyaré en todo.

—Tus padres...

—Tú no te preocupes por ellos. Yo también estoy cansada. Creo que es hora de seguir adelante, cada uno con su propio camino.

—Mi padre va a querer matarme —dijo Hoseok mirando hacia la casa de subastas.

Nomi apretó su mano.

—Estamos juntos en esto. Somos adultos, Hoseok. No podemos seguir dejando que manejen nuestras vidas a su antojo. No le hicimos mal a nadie, excepto a nosotros mismos.

Hoseok sentía ganas de llorar. Sentía el corazón cansado. Cuando recibió el mensaje que estaba esperando, miró a su mujer.

—Bien, creo que es hora de enfrentar a la bestia.

Nomi sonrió y salieron tomados de la mano.

Los señores Shin estaban esperándolos en su oficina. Ambos entraron con paso decidido y la cabeza en alto. Su padre lo miró furioso y apenas lo tuvo cerca se levantó y le cruzó la cara de una bofetada.

—Después de todo lo que hicimos por ti, ¿así nos pagas?

Hoseok volvió a mirarlo.

—Lo único que has hecho por mi fue ponerme un pie en la cabeza. Obligándome a hacer tu voluntad.

—¡Todo fue por tu bien!

Hoseok soltó una risa molesta.

—No seas hipócrita, padre. Ambos sabemos que yo jamás te importé.

Su padre se sentó, acomodándose el traje.

—Voy a pasar por alto tu ingratitud, pero sólo por esta vez. Ambos irán al extranjero, se harán los tratamientos y volverán con un heredero.

—No. Se acabó, padre. Nos vamos a divorciar.

Su madre agarró el teléfono y salió de la oficina.

—Eso no va a pasar —dijo tranquilamente el señor Shin.

Esta vez fue Nomi la que alzó la voz.

—¡Usted no puede decidir por nosotros!
—dijo con la cara tensa de ira—. Ustedes no tienen ni voz ni voto en nuestro matrimonio.

—¿Qué es lo que quieres? ¿Volver a Japón para arrojarte a los brazos de ese delincuente?

Nomi sonrió.

—Lo que yo haga con mi vida no es problema suyo, suegro. Ya nos jodieron la vida demasiado tiempo.

—Tienes una vida de reina y aún así quieren echar todo por la borda. Te acepté en la familia incluso sabiendo que ya estabas manchada.

Hoseok dio un paso adelante y agarró a su padre por el cuello del saco.

—¡No te atrevas a hablarle así!

—Siempre supe que eras demasiado débil
—repuso el señor Shin mirando a su hijo con desdén—. Tu hermano jamás me hubiera tratado así.

Hoseok tragó con fuerza, sorprendido por la crueldad de las palabras de su padre.

—Pues eso nunca lo sabremos...

—¿Qué harán sin nuestro apoyo y nuestra fortuna?

—Tu fortuna me importa una mierda. Puedes hacer lo que quieras con ella. Nosotros no la necesitamos.

—No seas iluso. Estás arriesgándote a quedarte sin un centavo, Hoseok. Te desheredaré.

En ese momento la madre de Hoseok entró a la oficina y miró a Nomi.

—Tus padres vienen en camino. Pondremos fin a este disparate de una vez.

—No es ningún disparate, señora Shin. Nosotros ya lo decidimos. Lo que ustedes o mis padres quieran, ya no nos importa.

—Deberías haber sido tú —dijo el señor Shin entonces. Su mujer se tapó la boca con las manos.

Hoseok lo miró.

—Tú deberías haber muerto ese día.

—¡Young Soo! —exclamó su madre mirando a su marido.

Nomi le apoyó una mano en el antebrazo y habló con calma.

—Vámomos de aquí, Hoseok. Ya no hay nada para nosotros en este lugar.

Hoseok soltó a su padre y se dio vuelta para irse.

—Hoseok, espera —su madre corrió a su lado. —No pueden irse así, arreglemos este malentendido. Estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo.

—No quiero volver a verlos nunca más —la voz le salió fría y monótona— hagan de cuenta que estoy muerto. No creo que les cueste demasiado hacerlo.

Nomi abrió la puerta.

—¿A dónde irán? —su madre hizo un último intento por detenerlos.

—A empezar a vivir —dijo Hoseok. Y salieron sin volver a mirar atrás.

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