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•Narcolepsia

Hoseok miró la tarjeta una vez y luego miró hacia la casa. Era un lugar muy bonito y tranquilo. No sabía lo que estaba haciendo, pero Chang le había dicho que fuera, que el lugar era discreto y solo pasaría la noche en compañía de algún muchacho. No le había dicho nada más. Y aunque en un principio estaba algo reticente a aceptar, al final decidió que ya había hecho un duelo suficiente y que ya era hora de divertirse un poco. Aunque no estaba seguro de si esa era la clase de diversión que buscaba. Pero no había nada de malo en relajarse un poco. Después de todo, hacía mucho tiempo que no tenía sexo con nadie. Ni siquiera con su mujer.

Un guardia se acercó a la ventanilla.

—Buenas noches, señor. ¿Tiene usted cita?

—Eh... sí. Tengo una invitación. A nombre de Shin Hoseok —dijo sacando el sobre negro que el guardia tomó con cuidado.

—Perfecto, señor Shin. Que tenga usted una buena noche.

Cuando estacionó su auto, fue recibido por una mujer de mediana edad muy atractiva y una jovencita muy bella.

—Bienvenido a la casa de los sueños, señor Shin. Puede pasar.

La mujer lo condujo a un despacho elegantemente decorado y lo hizo sentar. Hoseok estaba algo cohibido ya que nunca había ido a un lugar así y mucho menos requerido algún servicio de acompañante. Pero el lugar era elegante y lujoso.

—Tiene una invitación, ¿no es así?

Hoseok le entregó el sobre negro.

—Veamos. Hombre entonces. Excelente. Tenemos a los jóvenes más hermosos de todo Asia. Pasará una noche excelente. Antes que nada quiero explicarle que esta no es una casa de servicio común. No sé si le explicaron al respecto, pero si quiere nuestros servicios deberá atenerse a ciertas reglas. Por seguridad.

Hoseok asintió y la mujer sacó una gran carpeta y le estiró un papel con membrete rojo. Hoseok lo tomó y se dispuso a leer.

Hoseok leyó rápidamente y levantó la vista.

—No entiendo... ¿Durmientes?

La mujer sonrió y encendió un cigarrillo largo y fino que desprendió un suave olor a menta.

—Pensé que estaba al tanto de los servicios que ofrecemos en la casa.

—Yo... Yo pensé que era... Ya sabe... Acompañantes... —Hoseok estaba nervioso pues no sabía cómo moverse en este tipo de ambientes.

—Y lo son. Usted tendrá a su disposición a un bello acompañante por el tiempo que usted desee. Solo que él estará dormido. Puede hacer lo usted quiera siempre y cuando se atenga a las reglas. Nuestros muchachos están limpios y son sanos, con sus certificados de sanidad perfectamente al día. Puede verlos si quiere. No se preocupe, el lugar es totalmente discreto y el chico no recordará nada al otro día.

Hoseok estaba incómodo. 'Se alquila para soñar', 'Alguien paga para soñar con él'.

—Pero eso... Es extraño...

La mujer volvió a sonreír.

—No se preocupe, los chicos son plenamente conscientes de lo que hacen y están de acuerdo. Ahora si me acompaña, lo llevaré a su habitación. Por ser su primera vez lo llevaré con el mejor durmiente de la casa.

La mujer se levantó y Hoseok dudó por un segundo antes de levantarse y seguirla por los pasillos de la gran casa.

—Creame, no se arrepentirá. El chico es exquisito.

Se paró frente a una puerta negra con una mariposa blanca pintada en el medio y le hizo una pequeña inclinación.

—Puede entrar. Recuerde las reglas. No intente despertar al chico. Una vez que esté listo para irse solo presione el botón azul que está sobre el espejo. Que tenga una buena noche, señor Shin.

Hoseok se quedó petrificado en la puerta unos segundos y finalmente tomó aire y entró.

La habitación era hermosa y amplia. Decorada en tonos rococó, dorados y pasteles. Una habitación muy artística. Pero Hoseok casi no pudo apreciar ese detalle porque sus ojos fueron directamente al muchacho que yacía en la cama. Su respiración se agitó y sus piernas casi ceden al peso de su cuerpo. El chico que estaba durmiendo era el hermoso muchacho del tren. Dio unos pasos hacia adelante, sin poder creer que todo esa situación fuera real y expulsó todo el aire de sus pulmones.

El muchacho vestía una bata de color púrpura, que contrastaba con el color dorado de su piel. Sus ojos cerrados de pestañas largas se agitaban débilmente tras sus párpados y su boca, esa boca que parecía hecha de algodón, reposaba tranquila y roja, exuberante. Lo único que Hoseok notó diferente al recuerdo de ese día en el tren era que el chico esta vez tenía el cabello color rosa pálido, lo que le daba un aspecto totalmente arrebatador. Su cuerpo era delgado y largo. Perfecto. Miró para todos lados antes de quitarse el saco y sentarse a su lado en la cama, sin saber bien qué hacer. Los primeros minutos se dedicó a admirar la belleza del desconocido. Se encontró perdido en las facciones del chico, en la piel perfecta de su cuerpo, en sus dedos largos y elegantes... Dedos de pianista. De repente el recuerdo de Yeon lo asaltó sin piedad y un nudo le cerró la garganta. Yeon solía tocar el piano para él, sus dedos largos bailando sobre las teclas blancas y negras... Había olvidado cuánto lo había extrañado. Se limpió una lágrima y se recostó al lado del chico. Podía sentir el aliento fresco en su cara y sonrió. Estiró una mano y quitó un mechón de cabello que había caído sobre los ojos cerrados. Y luego dibujó el contorno de su rostro.

—Eres muy hermoso... —susurró aunque sabía que el chico no podía oírlo—. Te pareces un poco a él. Me hubiera gustado que lo conocieras. Te hubiera caído bien. Tenía dedos parecidos a los tuyos. ¿Tocas el piano también? Apuesto a que serías bueno si lo intentaras.

Siguió acariciando el cabello del chico, sus hombros, todo sin apartar la mirada de su rostro.

—Me llamo Hoseok —dijo—. Me gustaría saber tu nombre. ¿Te cuento un secreto? Te vi una vez antes, en el tren. Me ayudaste a recoger los papeles que dejé caer sin querer. Fuiste muy amable. Hermoso y gentil. Me gustaría conocerte un poco mejor, aunque sé que eso es imposible...

Las horas pasaban y Hoseok estaba hechizado. Le había hablado al chico dormido, contándole de su trabajo, de sus proyectos, de su padre, de su hermano muerto...

—... y aquí estoy, deseando haber muerto también aquel día. Al menos no estaría tan solo, mi hermano me haría compañía.

Suspiró y miró la hora.

—Creo que ya te aburrí demasiado con mis historias. Te dejaré descansar ahora. Gracias por escucharme... —dijo. Cerró los ojos y pasó un brazo por la cintura del muchacho. Y se quedó dormido.

HyungWon se movió apenas en el sueño. Una sensación cálida lo envolvió y sonrió dormido.

Hola, babys, ¿qué les va pareciendo la historia? Estoy intentando ponerme al día con todas y les juro que tengo tantas por subir que estoy tentada de hacerme otra cuenta 😭. Whatever, espero que la estén disfrutando. Y si les gusta me lo hagan saber. A veces escribo lo que se me ocurre en el momento y bueno, esta historia la tenía archivada y la encontré de casualidad entre las ochocientas más que tengo. Igual si no les gusta como pinta la historia, háganmelo saber. Saben que me encanta leerlas. Besitos 🌷

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