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•Los ojos bien cerrados

Hoseok entró a la habitación y suspiró ruidosamente. Se quitó el saco y se recostó al lado del chico. Le acarició la mejilla y dejó un tímido beso en su frente.

—Hola, precioso. ¿Cómo estás hoy
—acomodó un mechón de cabello rosa detrás de esas orejitas encantadoras y sonrió. —Hoy tuve un día agitado, esto de estar corriendo de la oficina a los depósitos... Casi no llego hoy, pero no quería perderme una noche a tu lado. Aunque deberé hablar con la señora Oh, quizás mañana no pueda venir. Mi padre es un poco exigente y quiere que cene con él... —El muchacho se movió y se acercó a su cuerpo. Hoseok miró hacía abajo, el chico suspiró y el aire tibio de su aliento le hizo cosquillas en la piel desnuda de su pecho. Se estremeció involuntariamente y lo apretó un poco más contra él—.  Se acerca el aniversario de la muerte de Sun Ho. A veces se me hace increíble que ya hayan pasado veinte años. ¿Puedes creerlo? A veces quiero ir a reunirme con él y con Yeon. Me duele pensar que solo los puedo ver en fotos o buscarlos en mis recuerdos. Hay días que son peores, sabes...

Las horas pasaban y las palabras iban sobrando. Hoseok sentía una paz que nunca había sentido antes. Excepto los pocos amaneceres al lado de Yeon, cuando apenas eran unos adolescentes enamorados y se escapaban de las clases para ir a retozar escondidos del mundo y de los ojos juzgadores. Nunca había querido volver el tiempo atrás tanto como en ese momento. A veces la nostalgia era insoportable y devastadora. Limpió con la mano libre una lágrima silenciosa que rodó por su mejilla y tragó con fuerza intentando deshacer el nudo que tenía en la garganta. Sentía tanta culpa por no haber podido mantener su promesa a Yeon que a veces no sabía qué hacer con tanta tristeza acumulada.

—Se lo prometí y le fallé. Y ahora ya no está, no pude decirle que lo seguía amando...

El chico volvió a removerse contra su pecho y lo estrechó suavemente.

—Lo siento, estoy alterando tus sueños con mis historias tristes —soltó una risita rota a través de su garganta que dolía de angustia—. Descansa, precioso. Yo velaré por tu sueño ahora...

HyungWon sentía ganas de llorar. Todas las palabras que salían de la boca del hombre estaban rompiendo su corazón. No quería que el hombre estuviera triste. Su plan, que en un principio había sido más por impulso que por otra cosa, ahora no le parecía tan brillante.

Cuando salió de baño y se despidió de sus amigos para dirigirse a su habitación, pensó que estaba haciendo lo correcto. No tenía otra forma de averiguar más sobre el hombre que relegaba sus noches para yacer a su lado. Había podido distraer con éxito a su doncella y había fingido tomar el sedante. La espera había sido eterna, la ansiedad escalando por su espalda cuando se recostó en la cama, cerrando los ojos para calmarse antes de que el hombre cruzara su puerta. ¿Y si lo descubrían? Ya no podía echarse atrás, las cámaras ya estaban grabando. Ahora tenía que fingir que dormía. Cuando escuchó la puerta, intentó respirar con calma, su pulso estaba acelerado y el corazón estaba por escaparse por su boca.

—Hola, precioso. ¿Como estás hoy?

Su corazón aleteó contento y quiso abrir los ojos. ¿Qué le estaba sucediendo? ¿Y si al hombre se le ocurría besarlo? Luego recordó que eso estaba prohibido y por un segundo resintió esa regla. No le hubiera importado ser besado por él. Para cuando sintió el peso a su lado, estaba al borde del desmayo. El hombre comenzó a hablar y HyungWon se sintió feliz. Había cierta intimidad en la forma en que hombre le hablaba y le acariciaba las mejillas. Su perfume embriagador le hacía cosquillas en la nariz y los dedos tibios en su rostro le enviaban pequeñas olas de placer a su cuerpo. ¿Acaso así se sentía estar en los brazos de alguien? Apenas si recordaba los abrazos de su madre. Min, Jooheon, la señora Oh y las doncellas también lo mimaban, pero por alguna razón esto se sentía diferente. Era como si no hubiera distancias entre ellos. No muros ni paredes. Sólo ellos dos. En los brazos del otro. El hombre le hablaba de un amor truncado y quiso limpiar su corazón de tristezas. Decirle que no llorara, que estaba allí para él, que estaba dispuesto a sacrificar sus futuras noches y dormir gratis a su lado. No llores, no estés triste... Yo sostendré tu mano y me tragaré tus lágrimas. Quiero que seas feliz.

—Se lo prometí y le fallé. Y ahora ya no está, no pude decirle que lo seguía amando...

Se aferró a la cintura de su acompañante y apoyó la cara en su pecho, intentando transmitirle que estaba allí para acompañarlo en su tristeza y su duelo por el tal Yeon, que había tenido la fortuna de ser amado por ese hombre que aún lo lloraba abrazado a su cuerpo.

—Lo siento, estoy alterando tus sueños con mis historias tristes. Descansa, precioso. Yo velaré por tu sueño ahora.

El hombre no sabía lo que estaba haciendo en el corazón del chico que fingía dormir a su lado. Déjame quitarte la tristeza.

La noche cayó con su manto de oscuridad y lo cubrió todo por completo. HyungWon se quedó dormido con el corazón abierto y sangrando por el hombre. Por ese hombre que seguía eligiéndolo cada noche y que esperaba que siguiera haciéndolo por mucho tiempo más. Decidió que ya no valían la pena sus sueños si no podía despertarse a su lado. Que ya nada tenía sentido, solo sus noches yaciendo contra su cuerpo, con su brazo alrededor de su cintura y su aliento en su frente.

Si así se sentía el amor lamentaba haberlo descubierto tan tarde y de esa manera. Ese hombre nunca podría ser suyo. Tendría que conformarse con las noches prestadas hasta que un día, el hombre decidiera que ya había tenido demasiado y no lo visitara más. Como todo lo bueno en su vida tenía una fecha de expiración, ese romance absurdo también acabaría marchitándose en la noche y terminaría pudriéndose en el cajón de sus recuerdos. Todas sus noches morirían en deseos no cumplidos y lágrimas que nadie escucharía.

Dejó un beso imperceptible cerca del corazón del hombre que suspiró dormido.

Sé feliz... Necesito que lo seas. Así al menos sabré que mis deseos llegaron a su destino. Duerme, hombre de mis sueños. Yo velaré por tu descanso ahora y todas las noches de mi vida...

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