Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

°El chico más triste de la ciudad

La mano cayó con fuerza sobre su mejilla, sorprendiéndolo. Volvió la mirada al frente.

—¡Te dije que no le tocaras el rostro, mujer! —la mujer resopló, furiosa.

—¡Me vale una mierda ya, trajo veinte miseros dólares! ¿Qué se supone que hagamos con eso?

—Golpealo en otra parte pero no en el rostro. Moja una toalla, sabes que así no quedarán marcas —dijo el hombre que decía ser su padre asomándose a la cocina para agarrar otra lata más de cerveza.

La mujer chasqueó la lengua y salió hacia la parte trasera de la casa en donde estaba el pequeño lavadero, seguramente para buscar la toalla con la que seguiría torturándolo.

—¿Veinte dólares? —su padre se acercó hacia él y lo miró de arriba abajo.
—Tendrás que esforzarte más esta noche.

HyungWon no se movió. Ni siquiera pestañeó.

—Quita esa expresión de la cara, te pareces demasiado a tu madre —el hombre le apretó las mejillas y lo empujó suavemente.

La mujer, su madrastra, volvió con el pedazo de trapo en la mano y le dio un golpe en uno de sus muslos. El dolor le hizo picar los ojos mas no se movió. Nunca lo hacía. Ya no. Con los años había aprendido a soportar el dolor. Tanto había aguantado que ya había pasado a formar parte de su ser. No había más miedo.

—A ver si aprendes a ganar más dinero.

Los golpes siguieron por algunos minutos más hasta que su padre intervino a su favor y lo metió en el baño. Abrió la ducha fría y lo empujó bajo la lluvia.

—Prepárate. Hoy no podré llevarte.
Irás solo. Lávate bien, tienes que lucirte esta vez. Sabes que si la haces enojar, será peor para ti.

HyungWon agarró una esponja y refregó todo su cuerpo con esmero. Las marcas rojas en sus muslos desaparecerían. Siempre lo hacían. Luego se fue a su pequeña habitación y se vistió. En silencio.

—Apúrate, llegarás tarde —dijo su madrastra acercándose a su puerta. Se acercó a él y asintió—. Te ves bien. Trae mucho dinero, ¿de acuerdo?

HyungWon asintió con lentitud y agarró su mochila.

Su padre le puso un gorro de lana color rojo y se lo encasquetó hasta las orejas. Su madrastra le puso el grueso abrigo de paño negro y acomodó algunos mechones de su cabello largo que se escapaban por debajo del gorro. Ambos lo besaron en las mejillas y lo despidieron.

HyungWon caminó hasta la estación de trenes. Su cabeza estaba a miles de kilómetros de ahí.

'¡Qué lindo es!', ¡Parece una estella de cine!, ¡Parece un angel!...

HyungWon pasó por un escaparate y miró su reflejo. HyungWon odiaba su reflejo. Su belleza era la causa de todas sus desgracias. Su maldición. Su cruz. Intentó bajarse un poco más el gorro y se colocó una mascarilla de tela oscura. No quería que lo miraran. Detestaba la atención que despertaba en los desconocidos.

Apuró la marcha y se paró en un rincón a esperar el tren que lo llevaría a su 'trabajo'.
Las piernas le escocían por los golpes pero al menos hacía frío y eso calmaba un poco el ardor. Cuando el tren llegó, buscó un asiento junto a la ventanilla y se sentó. Tenía al menos media hora para sí mismo. Lo cual era un milagro. Rara vez tenía paz.

Se quitó la mascarilla y apoyó la cara en su mano, para mirar por la ventanilla. Le gustaba hacerlo. Podía verse corriendo por los distintos escenarios que había al otro lado del cristal. Ese mundo lleno de colores, que solo conocía de pasada. Un mundo que le quedaba tan lejos...

Entonces un ruido seco lo hizo sobresaltar. Un hombre estaba agachado a su lado, juntando algunos papeles. Se removió en su asiento y el hombre levantó la mirada.

—Lo siento —farfulló el hombre avergonzado— me tropecé...

HyungWon asintió y se inclinó para agarrar algunas hojas que habían caído bajo su asiento. Las acomodó y se las alcanzó.

—Oh, muchas gracias...

HyungWon hizo una mueca y volvió la vista hacia la ventanilla. Todavía le quedaban algunos minutos para seguir soñando.

HyungWon caminaba por el camino empedrado, estirando ambas manos, tocando la fila de flores multicolores que adornaba la entrada a su morada final.

Un guardia vestido completamente de negro le hizoQ una pequeña inclinación de cabeza y HyungWon lo saludó.

—Buenas tardes, Chae. Lindo día, ¿no?

HyungWon miró al cielo y asintió.

—Supongo...

La casa era una construcción elegante e imponente. Con jardines hermosos cubiertos de flores de todo tipo, incluso había una fuente con flores de loto, algo que HyungWon amaba. Sonrió al ver algunas mariposas volando alrededor del jardín.

—Hola, precioso —lo saludó una mujer de aspecto de estrella de cine. Alta, rubia y con un lunar sobre el labio, a lo Marilyn Monroe.

HyungWon la besó en ambas mejillas mientras una chica vestida con una bata color borgoña tomaba su mochila y su abrigo.

—Min se encargará de ti. Luego tú de él.

HyungWon asintió y caminó hasta perderse tras una de las puertas.

Min estaba en bata, sentado tomando un té.

—¡Wonnie! Ven, siéntate. —Hizo una seña a una chica que, como la anterior, estaba vestida con una bata de seda púrpura. La chica sonrió y apoyó una taza de té muy lujosa frente a HyungWon.

—¿Tienes muchos clientes esta noche? —la pregunta era la misma todos los días. A veces tenían suerte y al día siguiente se iban con los bolsillos llenos. No era muy frecuente pero tampoco tan inusual. La casa de los sueños era un lugar famoso. Aunque en ese momento estaban pasando por una etapa mala y quería asegurarse de hacer una buena suma.

—Por ahora, tres —Min se llevó la taza a los labios. HyungWon lo observó en detalle. Min era de una belleza deslumbrante. Clásica y delicada. De pómulos suaves y boca pequeña. Ojos color miel y cabello azul. Claro que lo del cabello era aleatorio. Min era muy cambiante y su cabello era el que sufría las consecuencias. —¿Qué te pasó en el muslo?

HyungWon tardó en caer en lo que su compañero estaba diciendo hasta que vio que su bata se había abierto apenas y se notaba las marcas rosadas en su piel.

—Alergia —dijo apartando la mirada y cerrando su bata. No tenía ganas de ser interrogado y Min podía ser muy insistente.

—Bien, creo que deberíamos empezar a prepararnos. Jooheon ya está en su habitación. No creerás quién es su cliente.

HyungWon se inclinó hacia adelante para que Min pudiera soltar el chisme.

—Es una persona muy famosa.

—Eso es bueno. Los famosos dejan buenas propinas y suelen pagar la noche completa.

Min se levantó y lo tomó de la mano para empezar a caminar hacia una enorme tina estilo romana. El vapor se elevaba cubriendo todo hasta casi hacer imposible ver algo.

—Eso espero. Los famosos son una buena propaganda para el lugar. —La chica que les había servido el té apareció trayendo una bandeja con botellitas de vidrio soplado de varios colores. Min agarró una y se agachó para verter el contenido en el agua. Luego se acercó a HyungWon y le desató la bata que se deslizó por su cuerpo quedando hecha un bollo a sus pies.

—¿Crees que alguna vez saldremos de aquí? —preguntó mientras Min lo conducía hacia la tina. El agua tenía un delicioso olor a almendras. HyungWon suspiró de placer cuando el agua tocó su piel. Min se sentó en el borde con la bata arremolinada alrededor de sus muslos y comenzó a frotarle los hombros con una esponja suave.

—Claro que si. Pero debemos aprovechar nuestra juventud. La gente paga mucho dinero por unas horas en nuestra compañía.

HyungWon cerró los ojos, preparándose de a poco para la noche. Su cuerpo se relajó con las caricias de su compañero. Su piel relucía con los diferentes aceites fragantes y sus mejillas tenían un encantador color rosado gracias al vapor.

—Te ves muy hermoso, Wonnie. —Min se inclinó y dejó un beso en la mejilla de su amigo.

—Tú eres más hermoso. Ahora ven, es mi turno de consentirte.

Min sonrió y se quitó la bata para meterse de un salto al agua. HyungWon reía mientras salpicaba a su amigo que saltaba de un lado a otro. Era el único momento de su vida donde era feliz.

—Muchachos, es hora de ir a sus habitaciones —anunció la mujer rubia—. Tengan una buena noche, mis amores.

Ambos salieron del agua y fueron conducidos a sus aposentos, cada uno siendo conducido de la mano por una chica hermosa.

—Te veo mañana —se despidió Min lanzándole un beso al aire.

—Ten una buena noche...

Cuando la puerta de su habitación se cerró, HyungWon suspiró.

Se sentó frente al tocador mientras la muchacha peinaba sus cabellos.

—Tengo miedo —dijo en un susurro.

La chica asintió sin dejar de peinarlo.

—Estarás bien, siempre lo estás. —Se inclinó y besó sus mejillas—. Eres un ángel.

Pero él no quería ser un angel. Él quería ser libre. Intentó sonreír y se miró por última vez al espejo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro