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•Casualidades

Despertar con la cama vacía no era raro. Lo raro era que el hombre no había pasado la noche con él. Hacía más de una semana que todo había empezado y HyungWon estaba asustado. Las cosas estaban tomando un rumbo extraño. No podía darse el lujo de sentir cosas por alguien. Se lo había prometido a sí mismo. Pero por alguna razón, cuando estaba entre los brazos fuertes de ese hombre, del cual no sabía nada excepto que era casado, se sentía feliz, sin miedo, capaz de afrontar cualquier cosa que el día le deparara.

—¡Feliz cumpleaños! —dijo la chica que esa mañana era su doncella. Era hermosa, todas las chicas que trabajaban ahí, fueran o no durmientes, lo eran.

—Gracias, Yuna.

Ella se acercó y se puso en puntas de pie para besarle ambas mejillas.

—¿Cómo te sientes? —preguntó ella tomándolo de la mano para guiarlo al baño.

—Bien... Veo que fue una noche tranquila. El otro lado de la cama está intacto
—observó mirando hacia atrás antes de salir por la puerta.

—Oh —ella miró hacia ambos lados y HyungWon se inclinó hacia ella —no se supone que deba decirte esto, pero tu cliente, el que estuvo todas estas noches durmiendo contigo, dejó paga la noche y pidió que nadie ocupara su lugar...

HyungWon sabía que nadie había dormido con él, pero si le sorprendió que el hombre se tomara tantas molestias por él. Ese pensamiento le hizo sacar una sonrisa.

—¿De veras? Eso es extraño, ¿no crees?

Yuna sonrió y abrió la puerta de los baños.

—Al contrario, creo que es super romántico... —dijo ella soñadoramente colgada de su brazo. HyungWon se empezó a reír.

—¿Qué tanto cuchichean ustedes dos? —MinHyuk apareció por detrás y los abrazó a ambos por los hombros—. Feliz cumpleaños, Wonnie— dijo plantándole un ruidoso beso en la mejilla.

En ese momento la puerta se abrió y la señora Oh entró acompañada de Jooheon, otros durmientes y varias doncellas, con un gran pastel de cumpleaños y cantando.

HyungWon se sentía feliz, toda la inquietud que había sentido al despertar estaba desapareciendo ante las muestras de afecto de las personas que se habían convertido en su familia. Su única familia.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y pronto se vio envuelto en una avalancha de abrazos.

Cuando el pequeño festejo terminó, HyungWon se vistió y la señora Oh lo llamó a su despacho. Le entregó el sobre.

—Tu cliente pagó por la noche. Es muy generoso y tú tienes mucha suerte. ¿Irás a visitar a tu madre hoy?

HyungWon movió la cabeza afirmativamente.

—Siempre almuerzo con ella en mi cumpleaños.

Ella le echó una mirada cariñosa y maternal.

—Ya hablé con tu padre. Le dije que te necesitaba todo el día aquí así que diviértete. Ten un cumpleaños feliz.
—Luego le dio otro sobre y una cajita negra con un lazo rojo—. Esto es un pequeño regalo de parte de todos los que trabajamos aquí.

HyungWon agradeció y abrió la cajita para encontrarse con un hermoso collar de oro con un dije en forma de mariposa.

—¡Es hermoso! —exclamó y se apresuró a ponérselo.

—Ahora vete, no hagas esperar a tu madre. Ten un día hermoso. Te veo por la noche.

Ya a la salida, MinHyuk, Yuna y Jooheon estaban esperándolo.

—¿Quieres que almorcemos en algún lugar antes de ir a esa muestra de arte que tanto te entusiasma? —preguntó Min.

—Em, iba a ir al cementerio... Siempre almuerzo con mi madre este día —Jooheon abrió sus ojos y su semblante se entristeció. A HyungWon le hacía gracia que el chico, siendo un oso enorme con cara de mafioso pudiera cambiar su semblante amenazador a uno devastadoramente tierno.

—¿Podemos ir contigo? —preguntó.

HyungWon se sorprendió con la pregunta. Nunca había ido con nadie a visitar a su madre.

—Eh... si a ustedes no les molesta...

—Es tu cumpleaños, Wonnie —dijo MinHyuk empezando a caminar hacia la salida— no te dejaremos solo. Hoy estaremos todo el día juntos. ¿Qué dices?

HyungWon les agradeció y se pusieron en marcha. Compraron algunos sandwichs y pasaron por la florería de Chuu que ya tenía armado un ramo hermoso de cumpleaños y luego siguieron su camino.

Cuando llegaron los cuatro chicos saludaron respetuosamente a la madre de Wonnie y se sentaron.

—Hola, mamá. Hoy vine con mis amigos. Así que no estaremos solos este día —dijo dejando un beso en la piedra.

Los chicos hicieron una comida frugal sentados en el césped, riendo y conversando. HyungWon hacía mucho tiempo que no se sentía tan contento.

—¿Qué es esa muestra de la que hablaba Min más temprano? —Preguntó Yuna cuando iban caminando a la estación de tren.

—Es una exposición de arte —dijo HyungWon sacando el folleto que había agarrado de la galería de arte.

—Hey —dijo JooHeon mirando el folleto— ¡ahí trabaja Chang!

—Ah, el mundo es un pañuelo —aplaudió MinHyuk—. Al fin podré conocer al hombre que te quitó de mis brazos.

Jooheon le dió un golpe cariñoso en el hombro.

—Tú tuviste tu oportunidad y no la supiste aprovechar, ahora mi corazón es de otro.

Min hizo un puchero y se echó a reír.

—Ah, debería haber insistido más...

Los cuatro amigos se echaron a reír y se subieron al tren.

La casa de subastas Shin Tanaka ocupaba una gran mansión que abarcaba casi toda una manzana. Era una antigua mansión que había sido restaurada hasta darle el magnífico esplendor que habría tenido en su época dorada.

Los cuatro amigos se quedaron sin aliento mirando el lugar.

—Wow, siento que pierdo una fortuna cada vez que respiro —dijo Yuna asombrada por la majestuosidad del lugar.

—Vamos, entremos —dijo MinHyuk encabezando la marcha.

Adentro había mucha gente y muchos se giraban a admirar a esos cuatro jóvenes de belleza casi etérea que paseaba por los pasillos haciendo comentarios y observaciones sobre las obras y otros objetos expuestos.

—Ah, esto se vería genial arriba de mi cama —dijo MinHyuk mirando de cerca una estatuilla de un hombre desnudo.

—Pervertido —le susurró Jooheon a su lado.

—Tú lo dices porque tienes a tu novio, yo vuelvo a mi departamento solo... La estatuilla sería un gran consuelo para mis noches solitarias.

—Ewww, no quiero imaginarme lo que le harás a ese pobre hombre de piedra.

—Te sorprendería —Min se echó a reír.

—Iré a ver las pinturas —anunció HyungWon a sus amigos que ya estaban dispersos por el lugar.

HyungWon caminó hasta el pasillo donde estaban las pinturas y suspiró enamorado. Era increíble. Miraba todo con atención, leyendo cuidadosamente los detalles de la obra.

—...No, tú descuida que yo me encargo de todo. Vino más gente de la que esperaba...

HyungWon se alejó de la pintura que estaba mirando y chocó contra alguien. Varios papeles volaron por el aire.

—Oh, lo siento mucho —dijo agachándose apresuradamente.

Cuando levantó la mirada se quedó de piedra. El hombre. El hombre que ocupaba sus pensamientos día y noche estaba allí, frente a él, mirándolo. Bajó la mirada rápidamente, ¡se supone que tú no lo conoces, HyungWon!

El hombre seguía de pie, mirándolo. HyungWon levantó la mirada.

—Señor... ¿Está usted bien?

El hombre pareció despertar del trance y se agachó a su lado. HyungWon sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. El perfume delicioso del hombre lo estaba atacando sin piedad.

—Yo... —dijo— Sí. Lo siento. ¿Te lastimé?
—le preguntó el hombre tocando repentinamente su brazo. HyungWon sintió que iba a empezar a temblar de un momento a otro.

Esbozó una sonrisa como pudo y negó con la cabeza.

—No, no se preocupe, fue mi culpa. Yo debería preguntarle lo mismo. ¿Lo lastimé?

El hombre sonrió y sus ojos se hicieron media lunas. HyungWon contuvo la respiración.

—Digamos que ambos tuvimos la culpa y ninguno se lastimó —le guiñó un ojo. HyungWon se dejó arrastrar por esa sonrisa hermosa y se encontró sonriendo también—. ¿Qué dices?

—De acuerdo. Me alegra que ambos estemos ilesos.

—¡Hoseok! —dijo un muchacho de pelo oscuro corriendo hacia ellos— ¿Qué sucedió?

—Oh, fue mi culpa —HyungWon se levantó con los papeles en la mano y se los pasó al hombre que aún lo miraba—. Soy un poco torpe...

—¡Wonnie! —todos se giraron y Min apareció seguido de Jooheon y Yuna.

—¡Chang! —exclamó Jooheon.

—¡Honey! —exclamó el chico de cabello oscuro.

Todos se miraban entre sí y pronto todos estallaron en risas.

—¡Esto es extraño!

HyungWon sonrió. Hoseok... Ahora al menos sabía cómo se llamaba el hombre de sus sueños.

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