Cuando eres pequeño nunca piensas en que tus padres en algún momento se separaran, que tal vez tu padre se vaya a vivir a otro lado y tú mamá ya no esté tanto tiempo contigo como antes, es algo que un niño de piensa.

Es algo que Missa no pensaba, hasta que después de regresar de su escursion de niños exploradores, se encontraría conabla casa callada y solo con su Apa Roier dentro, el cual se podía sentir su bajo humor, lo trataba de esconder pero no puede esconderlo de Missa, el niño que seguía a Roier siempre el niño con el que pasaba la mayor cantidad de tiempo posible.

—apa donde está mi viejo?—

—el está construyendo. . . si eso—

No era mentira pero eso le dio una idea a Missa de lo que pasó, posiblemente su viejo hizo algo que lastimó a su apa de nuevo y se fue para dejar que se le pase a Roier y luego volver a lo de antes.

Así que sin preocuparse realmente fue hacia su habitación, donde no encontró a su gato, bajo corriendo con un grito preguntado por su gato, Roier se quedó paralizado, no sabía que había pasado con el gato a lo mejor corrió la misma suerte que su perro.

—¡Roier no está mi gato! ¿Dónde está mi gato?—

Missa estaba muy alterado, Roier por un momento se quedó el blanco y dijo lo primero que cruzó por su rota mente

—no se—

—¡Cómo no vas a saber siempre estás aquí!—

Roier harto de todo grito la verdad.

—Spreen lo mato! Y adivina qué más mato a mi perro y mi humilló, me mato y cazo—

Hubo un tenso silencio

—el nunca mataría a mi gato, no tiene culpa de nada, no es cierto debo escuchar su versión—

—¡QUE NO ME ESCUCHASTE, TE VA A MATAR A TI TAMBIEN, MATO A TU GATO, MI PERRO Y ME MATO A MI!—

—¡EXPLICAME!—

Roier le cuenta con la esperanza de que no vaya a buscar a Spreen y termine muero como el, pero solo recibió indiferencia total, con el hecho de que nunca conoció a su perro, que es culpa de los tacos, que su culpa.

Missa no tenía problemas en ponerse de lado de su viejo diciendo que todo es culpa de su apa, el no debío de apostar por algo que lógicamente hiva a conseguir Spreen, todo fue provocado por Roier, su gato está muerto por culpa de la obsesión de Roier por los tacos.

Con ese pensar salió de la casa, sin importarle los gritos de su apa, llendo directo a la cafetería de su viejo, donde le dieron instrucciones de dónde estaba construyendo su casa, una vez allí se encontró con su viejo, el hombre que admira y aspira a ser como el de grande, no podría crear que aquel admirable hombre matará a su gato.

En cuanto vio a su viejo con ojos apagados se acercó, lo recibió con un fuerte abrazo que lo hizo sentir más tranquilo y protegido, en los brazos de su viejo nada malo podría pasarle.

—¿Por qué te fuiste de casa?—

—porque lastime mucho a Roier—

Eso solo lo hizo temblar tal vez su apa le estuvo diciendo la verdad y está enfrente del asesino de su gato y apa, no pudo temblar al pensar en las palabras de su apa pidiéndole que no vaya por miedo a que lo mate a el también, pero es su viejo el nunca lo mataría ¿Verdad?

—por cómo estás de seguro Roier ya te dijo lo que ocurrió—

—verdad que tú no matas a mi gato, verdade que tú nunca haría algo que nos lastime, verdad que todo es culpa de Roier—

Spreen solo se callo, pero con la última mención del inocente hombre hechandole la culpa le molestó.

—todo lo que dijo tu padre es verdad, no te equivoques Misael, Roier es tu padre y el solo te protege y dice la verdad, respetarlo y obedecerlo, andate con el—

Missa noto la molestia en su viejo, el no era de regañar ni de hablarle de esa forma, asi que temeroso volvió a aquella casa a la que ahora llama la casa de los corazones rotos.

Dónde al llegar entro y al ver a su padre encerrado en su habitación no quiso molestarlo más y se fue a su habitación para dormir.

A la mañana siguiente Missa no sentía que estuviera en su dulce y cálido hogar donde su apa y su viejo le llevaban la comida a la habitación donde todos comian y hablaban, para después irse con su Apa o con su viejo para seguir con un increíble día alado de sus figuras parternas, no ya no había dulce despertar, aventuras, solo un frío despertar.

Bajo topandose con el tenso habiente, estan Roier y Spreen sentados uno enfrente del otro sin hablar, Spreen solo mirando a Roier y Roier entretenido en su celular hablando con Vegetta el que le sacaba risas y sonrisa.

Al bajar ambos padres posaron su atención en su único hijo, el niño se sentó con una tensa sonrisa, para Spreen empezar a hablar

—yo vine a avisarles que iré unos días a tortilla, para arreglar unos asuntos de negocios y que no estaré cerca por un tiempo—

Roier sin mirarlo solo asintió, ahora miraba sus manos sobre la mesa, Spreen se estaba por ir hasta que Missa lo detuvo.

—espera papá yo me quiero ir contigo—

Roier miro a su hijo con lágrimas en los ojos, Missa lo estaba abandonando, Spreen solo abrió sorprendido los ojos, dispuesto a negarse.

—debes de quedart. . .—

Antes de que pudiera seguir Roier lo interrumpio

—no, ve por tus cosas, antes de que a Spreen se le haga tarde—

Missa corrió por sus cosas sin mirar a Roier, el creía que estaba haciendo lo mejor, no podía estar de lado de Roier después del daño que le hizo, prefería irse con Spreen a ver a su padre en el male estado que lo vio ayer .

Mientras Roier solo podía tener sus ojos rojos brillantes de la tristeza, sus ojos son cubiertos por su flequillo impidiendo que Spreen lo vea mal.

Spreen no sabe que hacer así que solo se quedó esperando a Missa, hasta que vio a Roier salir de la casa, no lo detuvo ya no tenia ese poder sobre Roier.

Una vez bajo Missa sin decir nada se fueron, dejando atrás a la casa de los corazones rotos con un único habitante allí.