El sacerdote salió dejando muy pensativa a doña Blanca, entre más pensaba, más le gustaba la idea de ayudar a niños desamparados, en los siguientes días se dedicó a visitar asilos, pero lo que veía en ellos, no le gustaba, los niños no lucían contentos, más bien estaban tristes, desolados, sus ojos estaban sin luz, les faltaba ese brillo, que tiene la mirada de la felicidad.

Vio que las instituciones tenían unas reglas muy estrictas, los niños no se sentían como estar en su hogar, sino más bien se sentía como si estuvieran en una cárcel, ella no quería eso para los niños, meditó el asunto y tomo una resolución, y se la comunicó al padre Zermeño.

Padre he tomado una decisión, si voy a poner un asilo para niños desamparados.

—Qué bueno señora Blanca.

—Pero va a ser bajo mis propias normas.

-Qué quiere decir con eso señora Blanca.

—En primer lugar, no va a llevar el nombre de asilo, se va a llamar "casa de la esperanza"

Voy albergar a 15 niñas y 15 niños, en total treinta, tengo un terreno muy grande, para ese fin, los niños admitidos deben ser de siete años en adelante, los matrimonios que adoptan niños siempre quieren bebes recién nacidos, a los niños más grandecitos ya no los quieren, quiero que los niños y niñas sientan la casa como propia, los vamos a matricular en escuelas normales, para que salgan a la calle y no se sientan aprisionados entre las paredes de la casa.

Voy a albergar a seis señoras, que no tengan casa, y cada una va a ser madre sustituta de cinco niños ella se va a encargar, de educarlos, cuidarlos y estar atenta a las necesidades de esos cinco niños, tal como lo hace una madre amorosa.

Los domingos asistirán a misa y a pasear, dos trabajadoras sociales las van a capacitar, para que la casa funcione al cien por ciento, se les va a festejar su cumpleaños, va a haber un doctor de planta, para que atienda a los niños cuando se enfermen y les apliquen sus vacunas, un nutriólogo se va hacer cargo de armar los menús de cada día para que los niños crezcan sanos y saludables, ningún niño va a estar a la fuerza, ellos van a decidir si quieren permanecer en la casa o no.

También, se les van a poner talleres para que aprendan un oficio, para que se defiendan en la vida para cuando lleguen a la edad de salir del lugar. Los niños van a permanecer hasta la edad de dieciocho años. Va a ver clases de música, ballet, canto.

Buscaré padrinos entre mis amistades para apadrines a los niños para otorgar becas que paguen sus estudios superiores siempre y cuando los jóvenes quieran seguir estudiando.

¿Qué le parece padre Zermeño?

—Me he quedado sin palabras señora, los niños que ingresen a la casa de la esperanza van a ser muy afortunados.

—Bueno en vista de que ya aprobó el proyecto, vamos a la obra, entre más pronto empecemos más pronto la casa estará llena de risas.

—Qué Dios la bendiga doña Blanca.

Con la ayuda de un reconocido arquitecto, el terreno se transformó muy pronto en la casa de la esperanza, la entrada era un portón grande se pasaba por un amplio jardín y al fondo se construyeron seis casitas las cuales contaban con una recamara muy amplia, donde estaban alineadas las cinco camas con su, mesita de noche cada una, un armario para guardar la ropa, tenía otra recamara para la mamá sustituta, su baño, cocina algo grande que también servía de comedor, y su sala donde había una gran mesa para que los niños hicieran su tarea, y jugaran juegos de mesa, tenían un área de lavado y planchado.

La casa contaba con un amplio salón donde se impartían la clase de música con varios instrumentos musicales incluyendo un piano y las clases de danza, había otro salón muy grande donde se daban las clases de los diferentes talleres, carpintería, cerrajería, plomearía, electricidad, para los niños. Cocina, costura, repostería, cultoras de belleza, para las niñas.

—Quedó un área muy grande para que los niños practicaran deporte, se respetó la huerta para que los niños consumieran la fruta de los árboles frutales que abundaban.

Doña Blanca quedo muy satisfecha con el trabajo del arquitecto, en los siguientes días se dio a la tarea de localizar a los niños y madres sustitutas que iban a habitar el lugar, junto con un jardinero para que se dedicara al cuidado de la huerta.

Con ayuda del padre Zermeño, se encontraron las madres sustitutas, se hizo una investigación que fueran mujeres pacientes con los niños, la mayoría de ellas era mujeres solteronas, que por prejuicio no tuvieron hijos, pero estaban deseosas de descargar el amor de madre que la mayoría de las mujeres llevan dentro, los primeros niños acogidos fueron las cuatro criaturas de la calle que doña Emilia encontró la noche buena que se perdió en el centro de la ciudad.

A la inauguración asistieron invitados de la más alta sociedad, la mayoría se comprometió a apadrinar a un niño para hacerse cargo de todos sus gastos, la mayoría no lo hacía por caridad al prójimo, lo hacía por el simple hecho de que su nombre apareciera en los periódicos, y que las personas dijeras, ¡Pero que bondadosos son! pero a doña Blanca no le interesaba los motivos, lo importante era que se comprometieran, donde los más beneficiados iban a ser los niños.

El padre Zermeño bendijo el lugar, se repartieron bocadillos, los padrinos se tomaron la foto con su ahijado, se presentó a la administradora del centro y al contador, todo quedó listo ese mismo día se instalaron los niños junto con su madre sustituta en su nuevo hogar.