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Parte / 65



Cuando Damián llegaba a la estación del tren, ya lo esperaba Sergio Jr. Cuando este vio a Damián respiro tranquilo, temía que a última hora se arrepintiera de viajar, pero ya estaba allí camino a su encuentro.

-Qué bueno que ya está aquí, subamos al tren ya pronto vamos a salir a nuestro destino

-Sí señor, subamos.

-Damián se acomodó en el asiento, se tapó los ojos con el sombrero y se dispuso a dormir las noches pasadas habían sido muy desgastantes debido a la ola de crímenes que había cometido quería recuperar el sueño perdido, Sergio Jr. Hizo lo mismo.

Los primeros rayos del sol, los despertaron, ya faltaba muy poco para llegar a la ciudad de San Cristóbal de las casa, cuando llegaron ya los esperaban dos hombres con una camioneta para llevarlos a su destino, antes de eso fueron a un restaurante a desayunar, Sergio no tuvo objeción en ir a uno muy elegante que escogió Damián, quizás esa iba a ser su última comida decente que iba a disfrutar el asesino de su padre.

Cuando terminaron su abundante desayuno Sergio pagó la cuenta ya que vio que Damián ni siquiera hizo el intento de sacar su abultada cartera, pero eso no le quito el sueño ya que estaba disfrutando de antemano del castigo que iba a recibir el sujeto, también dejo una generosa propina para desagraviar a los empleados por el trato que habían recibido del déspota de Damián, que los había tratado fatal como era su costumbre, salieron del restaurante y abordaron el vehículo y emprendieron el camino hacia la hacienda, lo que Damián no sabía es que dicha hacienda no existía.

Caminaron por una carretera polvorienta en medio de un calor insoportable, Sergio y el hombre que conducía el vehículo tuvieron que soportar las continuas quejas de Damián.

-Si hubiera sabido que este viaje era como estar yendo camino al infierno nunca hubiera aceptado a venir.

-No se queje Damián va a ver que este viaje va a valer la pena, la venta de la hacienda le va a generar una buena cantidad de dólares los cuales van a ser sumados a su cuantiosa herencia.

Esas palabras fueron mágicas Damián ya no volvió a replicar más, pero si eso le parecía un infierno lo que le seguía era peor, viajaron varias horas, llegaron a una gasolinera con una pequeña fonda en medio de la carretera Sergio le dijo a Damián.

-Vamos a parar en este lugar para que Jerónimo llene el tanque de gasolina y nosotros estiremos las piernas y comamos algo en esa pequeña fonda.

-Cómo cree, que yo voy a comer en ese cuchitril, quién se cree que soy.

-bueno señor le aconsejo que coma, ya no vamos a encontrar otro lugar donde ingerir alimento alguno, hasta muy entrada la noche.

-¿Pues cuanto falta para llegar a esa maldita hacienda?

-Mañana llegaremos muy entrada la noche.

-¿Qué? eso me hubiera dicho desde un principio que la mendiga hacienda estaba hasta la quinta chingada, a ver si hubiera venido.

-Bueno señor usted nunca me preguntó además como usted es el ahijado de doña Blanca creí que había venido más de alguna vez a pasar algunas vacaciones ya que esta hacienda es una de las predilectas de doña Blanca, mi familia acompañamos a la señora, a  su esposo y a  su hijo, también vino la señora Cristina en compañía de sus padres.

-Damián era envidioso de nacimiento es por eso que dijo rápidamente.

-Claro que vine con mi mamita no olvide que soy su hijo adoptivo, lo que pasa es que ya no recordaba el camino.

-Bueno, pues con su permiso yo si voy a comer y asearme un poco para seguir el camino.

Damián se quedó en el vehículo, mientras Sergio se dirigía al destartalado restaurancito, paso un tiempo que a Damián se le hizo eterno se bajó del vehículo y se dirigió al restaurante para apurar a Sergio le urgía llegar a la hacienda hacer la venta y regresar cuanto antes a la ciudad de México, ahí encontró al hombre departiendo con los dos ayudantes tomando una cerveza helada, antes de que hablara Sergio le dijo.

-Qué bueno que se animó a venir, siéntese tómese una cerveza bien helada.

-¡Qué cerveza, ni que la chingada, ya vámonos!

-Ya, ya hombre relájese, ahorita partimos

Damián salió muy enojado volvió a subir al vehículo atrás de él se escuchaban los pasos de los tres hombres riendo y bromeando entre ellos, subieron a la camioneta y siguieron su camino, de pronto se terminó la carretera, el chófer paro el vehículo diciendo.

-Pues hasta aquí llegó la camioneta, voy por los caballos.

-¿Pero que está diciendo este hombre?

-Cálmese Damián vamos a seguir a caballo ya que la camioneta no puede seguir como usted ve ya se terminó la carretera.

-¡Maldita sea!

-Llego el hombre con los cuatro caballos y siguieron su camino, poco a poco se fue ocultando el sol, Damián pensaba.

-Ya va a caer la noche y ni luces de la maldita hacienda, no sé cómo me deje convencer de este infeliz.

Por fin llegaron a una cabaña hecha de palma, Sergio bajando del caballo le dijo a Damián.

-Aquí vamos a pasar la noche, mañana muy temprano seguimos el camino.

-Usted pretende que yo pase la noche en este inmundo cuchitril, se ha vuelto loco o que.

-Bueno es en esta cabaña o afuera, tiene que bajar del caballo para que coma, tome agua y descanse y usted puede hacer lo mismo en donde desee adentro  o a la intemperie.

 Diciendo esto Sergio se metió a la cabaña dejando a Damián hecho una furia.

Cuando entro a la cabaña una mujer diligentemente les servía comida a los tres hombres cuando vio a Damián no pudo dejar escapar un gritito de horror, pero pronto se compuso y le dijo.

-Sí, gusta sentarse, ahorita le sirvo su comida.

-Damián ya no protesto, como no había comido en todo el día, era capaz de comerse cualquier cosa que le sirviera.


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