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Parte / 56


Pasó más de una hora que doña Blanca esperaba para ver a Damián por fin llegó una enfermera a decirle.

-Señora ya puede entrar a ver a su hijo, sólo cinco minutos, sígame por favor.

-Sí, señorita enfermera.

Blanca vio a su querido muchacho y no pudo contener una exclamación de horror, pero al momento se contuvo, no se podía quebrar en esos momentos afortunadamente su hijo permanecía dormido, no se daba cuenta de todo lo que estaba pasando, cuando se terminaron los cinco minutos salió por orden de la enfermera, con mucho dolor dejo el hospital para regresar a su casa a esperar el cuerpo de su nuera que ya la quería como a su propia hija, el velorio pasó, siguió la misa de cuerpo presente, después llevaron a Raquel al panteón a la cripta familiar de la Familia Robledo, cuando regresaron a la casa Cristina le dio un té con unas gotas para dormir, doña Blanca durmió mucho recobró fuerzas para seguir esperando la recuperación de su hijo.

La noticia de la sorpresiva muerte de Raquel salió en todos los periódicos, el detective leyó la noticia él ya sabía del accidente ya se lo había comunicado el agente que vigilaba a Raquel, lamentó su muerte no porque sintiera afecto por la mujer si no porque con la muerte de la mujer se terminaba todas las pistas que tenía para localizar al menor que había sido robado por ella y su desconocido cómplice.

Por fin despertó Damián, lo primero que sus ojos vieron fue a doña Blanca.

-¡Mamita! ¿en dónde estoy? ¿Por qué no me puedo mover?

-Hijo sufriste un accidente, te hicieron una operación están esperando que te recuperes ya que vas a  necesitar otras más.

-¿Y dónde está la inútil de Raquel? ella tiene que estar a mi lado.

-¿Hijo no recuerdas lo que paso?

-No, muy bien, tengo un sueño donde vamos Rebeca y yo por la carretera a gran velocidad.

-Hijo, no fue un sueño, realmente eso fue lo que paso.

-Ya, ya recuerdo Raquel iba manejando le dije que bajara la velocidad, pero no me hizo caso, entre más le decía que no fuera tan rápido más velocidad aumentaba, hasta que nos salimos de la carretera tal parecía que quería que nos matáramos.

-Hijo tienes que ser fuerte, Tu mujer Rebeca si murió.

-¿Murió? Eso y más se merecía.

-Pero hijo, era tu mujer la madre de tu hijo, como es que no te da pena su muerte.

-Ya te lo dije, se merecía eso y más, ¿Cuándo voy a poder salir de aquí?

-Calma hijo, vas a estar más tiempo ya te dije que vas a necesitar más operaciones.

-Damián sufrió un colapso nervioso empezó a gritar, tanto que hubo necesidad de inyectarlo para que permaneciera dormido, el doctor le dijo a doña Blanca.

-Señora es mejor que deje de venir, estas reacciones del enfermo pueden afectar su salud, nosotros la mantendremos informada de lo que vaya pasando con su hijo, usted tiene que mantener su salud por el bien de su nieto.

-Tiene usted razón, si yo muero ese niño se quedaría solo en el mundo.

-Doña Blanca dejó de ir al hospital y se dedicó en cuerpo y alma a su nieto para evitar la tentación de ir a ver a Damián salió de viaje con su nieto al puerto de Veracruz donde tenía una Hacienda muy grande, a Damián le hicieron varias operaciones más, pasaron ocho largos meses, por fin dieron de alta al enfermo, Cristina le dio la noticia a doña Blanca.

-Madrina en tres días va a salir del hospital su hijo.

-Gracias a Dios hoy mismo salgo a la ciudad de México para recogerlo en el hospital, muchas gracias hijita por estar al pendiente de mi muchacho a pesar de que el no se porto nada contigo.

-Eso ya quedó olvidado, le avisaré a Porfirio para ir a recogerla a la estación del tren.

 El día señalado para que Damián saliera del hospital llego, doña Blanca acompañada de Cristina llegaron puntualmente para llevar al hombre al hospital un enfermero llegó al cuarto portando una silla de ruedas educad amente le preguntó a Damián.

-¿Señor me permite ayudarlo a sentar en la silla?

-Que dice usted, yo no necesito ninguna una silla.

-Perdone señor, pero si la necesita, usted va a volver a caminar, pero tiene que recibir rehabilitación, sin ella nunca va a volver a caminar.

-Con horror Damián vio la silla de ruedas, quiso hacer el esfuerzo de ponerse de pie por el mismo, pero no pudo ni mover ni un musculo y se acobardo.

-¡Mamita, Cristina estoy paralítico, he quedado paralítico!

-No hijo, ya escuchaste al joven, si  vas a volver a caminar con la ayuda de la rehabilitación pronto volverás a caminar ya lo veras.

-Dos musculosos camilleros ayudaron a sentar a Damián en la silla de ruedas, lo condujeron al carro lo ayudaron a subir una enfermera iba con ellos.

-Cuando llegaron a la casa Adán y Porfirio ayudaron a bajar a Damián.

-Con cuidado estúpidos, me lastiman.

-Perdón joven usted dispense.

Ayudaron a subir a Damián hasta su habitación la cual se había convertido en una réplica de la habitación del hospital.

-¿Pero qué es esto? ¿Dónde están mis muebles?

-Están guardado en otra recamara, estos muebles y aparatos es lo que necesitas para tu pronta recuperación.

Fue un caos la llegada de Damián a la casa, se la vivía insultando a medio mundo las enfermeras renunciaron, los fisioterapeutas también, la servidumbre  aguantaban  por consideración a doña Blanca, pero estuvieron a punto de irse de la casa, Cristina se armó de valor y habló con él.

-Damián ya basta, el personal no tiene la culpa de lo que te paso, y si sigues con esa actitud el perjudicado vas a ser tú, nunca vas a volver a caminar, si eso es lo que quieres, está bien, desde este momento yo me encargaré de no contratar personal capacitado para ayudarte a conseguir que vuelvas a caminar, entre más dures sentado en esa silla, menos posibilidades tienes de volver a hacerlo, si fueras más tolerante a estas alturas ya estuvieras caminando.

Damián no era tonto y se prometió a él mimo que iba a ser más tolerante iba a poner todo de su parte para volver a caminar, ya era tiempo de volver con sus planes tenía que matar a doña Blanca para recibir su herencia, y así fue, pronto llegó el día en que iba a dar sus primeros pasos, pero se llevó una desagradable sorpresa.

-Señor permítame ayudarle a ponerse sus zapatos especiales.

-¡Mis zapatos especiales! ¿a qué te refieres?

-Creo que nadie le dijo nada, a causa del accidente que sufrió los médicos tuvieron que cortar un poco de hueso de la pierna para evitar amputarla eso provocó que la pierna le quedara un poco más corta, desde ahora va a tener que usar estos zapatos ortopédicos y un bastón.

-No eso no puede ser, soy un maldito cojo.

-Pero señor, eso es mejor que perder una pierna.

-¡Los doctores son unos inútiles, unos inútiles!

A Damián no le quedó otro remedio que conformarse pero no dejaba de lamentarse.

-Adiós a mis hermosos zapatos hechos con las pieles más finas especialmente para mí, malditos doctores, pero esto no se va a quedar así algo voy hacer para perjudicarlos y dejarlos cojos como a mí me dejaron.

-Pronto pudo caminar, desde el accidente no se había visto en un espejo, hasta ese momento se percató de que en su recamara ni en el baño había espejo alguno, el prácticamente había estado prisionero en su recamara, sólo lo salia al jardín a tomar el sol unas cuantas horas, pero eso iba a cambiar ahora que ya podía caminar podía ir a donde él quisiera, cuando bajo a comer al comedor, no pasó desapercibido el gesto de horror que ponían los sirvientes al verlo aunque rápidamente cambiaban su expresión, pero Toñito su supuesto hijo, él sí fue sincero.

-Mira Toñito tu papá nos va acompañar a comer corre y dale un besito.

_No tita no quiero, me da miedo, me da miedo.

-¿Por qué dices eso mocoso, qué es lo que te da miedo de mí?

-El niño no contestó y se fue a refugiar a los brazos de su abuela.

-No es nada hijo ya ves como son los niños Adelina sirva la comida por favor.

-Como usted ordene doña Blanca.


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