Parte/ 53
La periodista y el detective se despidieron.
-Bueno espero tus noticias, nos estamos comunicando
-Adiós Miranda.
En el trato que tenía Damián con Raquel no incluían las relaciones sexuales, es por eso que esa noche se fue a un pueblo de los muchos que hay en el estado de México, volvió a cometer otro crimen; el tiempo pasaba el hombre seguía cometiendo crimen tras crimen, tanto que se dio una alerta para que las mujeres se cuidarán más, se les aconsejo que no salieran solas por la noche y no dejaran pasar a ningún extraño a su casa, también intentó matar a doña Blanca con diferentes venenos, pero Raquel siempre le salvaba la vida, ella siempre se las ingeniaba para descubrir el veneno y cambiarle el alimento a la mujer, es por eso que Damián cambió su técnica, el estaba seguro que su cómplice era la culpable de que sus intentos de asesinara a su madrina fallaran por lo decidió, también se iba a deshacer de Raquel y de paso también se iba a deshacer del niño.
Varios días observó el paso del tren, ya sabía cómo iba a eliminar a las tres víctimas los iba a llevar a un paseo, tenían que pasar las vías, inexplicablemente el carro se iba a descomponer cuando viniera el tres, él iba a asegurar las puertas de modo que nada más él pudieran salir, ya tenía un día sería el martes, solo faltaban tres días.
-Mientras tanto, el detective puso a uno de uno ayudantes a vigilar la casa de doña Blanca, espero pacientemente detrás de un árbol, en varios días no había visto a la mujer salir de la casa, ya se estaba desanimando, pero por fin la vio salir, le saco unas fotografías, se las llevó a su jefe.
-Jefe le traigo noticias al parecer la mujer es la misma que buscamos, voy a revelar las fotografías para compararlas con el retrato hablado.
-Muy bien hágalo cuanto antes.
-Esa misma tarde el hombre le llevó las fotografías a su jefe, las compararon con el retrato hablado, al parecer era la misma mujer.
-Tenemos que investigar como llegó a la casa azul y los motivos, vamos a poner vigilancia policíaca, si es la misma mujer la dueña de la casa corre un grave peligro.
A los pocos días el detective ya tenía todo lo que necesitaba para detener a Raquel y hacerla hablar para que confesara quién era su cómplice, pero la policía tenía una investigación más urgente, atrapar al criminal en serie le pidieron la colaboración del detective, prometiéndole que no iban a dejar de vigilar a Raquel.
Raquel había descubierto que Damián tenía un diario donde escribía todos sus planes, cuando él salía, ella lo sacaba de una caja de madera donde lo tenia resguardado junto con varias mascadas, ella no sabía para qué las quería, cada día veía que iban en aumento, pero a ella no le importaban lo que le interesaba era leer el diario, de ese modo se enteraba la forma en que Damián administraba el veneno para doña Blanca, la caja estaba cerrada con llave, pero ella era una experta en abrir las chapas con una ganzúa, ese día cuando ella vio el diario leyó con horror que el martes iban a morir los tres doña Blanca, el niño y ella. Esa misma tarde a solas en su habitación, Raquel escribió una larga carta donde le confesaba toda la verdad a doña Blanca.
Elodia puso la carta entre las páginas del libro de poemas, que doña Blanca leía casi todos los días, ya que era un regalo de su difunto esposo, leer cada día un poema la hacía recordar a su marido y lo feliz que había sido cuando él vivía, esa noche Adán volvió a escuchar la campana, eso significaba que en la casa azul se avecinaba otra desgracia, se lo hizo saber a Adelina.
-Adelina, volví a escuchar la campana.
-Ave María purísima ahora quién irá a morir.
-Sabrá Dios Adelina, sólo nos queda esperar.
-Ay Dios con que no sea la señora Blanca o alguno de nosotros.
-Al día siguiente en el desayuno Raquel aprovechó para pedirle a Damián algo ya que enfrente de doña Blanca Damián no le negaba nada.
-¿Damián te puedo pedir un favor?
-Lo que quieras linda a ti no te puedo negar nada.
-Y así debe ser, ustedes se aman tanto, como me gusta verlos juntos; dijo doña Blanca
-Quiero que demos un paseo por la carretera, pero quiero manejar yo.
-Tu mujercita, no sabía que sabías conducir un auto.
-Ay maridito creo que no sabes muchas cosas de mí, y si aceptas dar ese paseo te demostraré que soy una experta conduciendo un auto.
-Está bien, pero si no me gusta como conduces, me regresas el volante.
-De acuerdo, amorcito.
-Vamos ahora mismo, quiero ver si eres tan buena manejando como dices.
-Nos vemos mamita, en un rato más volvemos.
-Vayan hijos Dios los acompañe.
-Sube amorcito.
-Gracias.
-Raquel prendió el coche y enfilaron rumbo a las afueras de la ciudad.
-Pues parece que dijiste la verdad, en realidad conduces muy bien.
-Claro güero aprendí del mejor
-¿Y se puede saber quién te enseñó?
-Claro que sí, me enseñó el gran corredor de carreras José Antonio Solana.
-Ay por favor ese hombre es importantísimo, no creo que se haya dignado a pararse por la carpa dónde trabajas.
-Pues créelo o no, ya llegamos a la carretera ahora te voy a demostrar que sí me enseño.
Raquel empezó a aumentar la velocidad, Damián le gritaba asustado.
-¡¡¡Te creo, te creo, pero baja la velocidad mujer nos vamos a matar!!!
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