Parte / 45
-Hay un adagio que reza así, No hay mal que por bien no venga, y eso fue lo que pasó con Cristina, sin ella saberlo la decisión de Damián de no casarse con ella la había librado de mucho sufrimiento y dolor, en cambió le dio la oportunidad de convivir con Samuel, y sin ella proponérselo empezó a comparar el trato que recibía de los dos hombres. Mientras Damián no perdía la oportunidad de humillarla cada vez que le era posible, sobre todo lo referido a su belleza física de la cual carecía, siempre se encargaba de que su autoestima estuviera por los suelos, mientras que Samuel se encargaba de que ella fuera recobrándola poco a poco.
Después de algunos meses de convivencia con el hombre por primera vez se animó a verse en el espejo y encontró que no era tan fea, tenía unos ojos hermosos, eso siempre se lo decía Samuel, pero hasta ese momento que escudriño su imagen en el espejo los pudo admirar, sonrió para sus adentros esa noche se estaba arreglando para ir a cenar con su amigo y por primera vez le gusto la imagen que el espejo le regreso.
-Cristina, estas muy linda
-Tú no te quedas atrás, por primera vez se veían ella sin el uniforme de enfermera y el sin su inseparable bata de doctor, se fueron al restaurante, cuando terminaron de cenar él le dijo.
-Cristina quisiera pedirte algo.
-Lo que gustes, ¿es referente al trabajo?
-No, no nada de eso, por ahora olvida que eres enfermera y yo doctor.
-Está bien te escucho.
-Cristina quiero pedirte que seas mi novia.
-Tu novia, ¿quieres que sea tu novia?
-Sí, lo deseo con toda el alma, desde que te vi por primera vez en la hacienda de tu madrina sentí algo por ti, eso que sentí ha ido creciendo cada día más, no me tienes que contestar ahora mismo, piénsalo y luego me respondes, pero por favor no lo pienses mucho te lo pido.
-No Samuel, no tengo que pensarlo, en este mismo momento te responderé aunque primero quiero que sepas, que desde que era niña creí que estaba enamorada de Damián, pero cuando nos empezamos a tratar tu y yo también empecé a sentir un sentimiento distinto a la simple amistad, he comprendido que lo que sentía por Damián era un simple deslumbramiento por su físico, el amor que siento por Damián es el que se siente por un hermano, pero eso no basta para hacer feliz a una persona, a su lado nunca sentí la felicidad que siento cuando estoy a tu lado, por ese motivo mi respuesta es, si quiero ser tu novia, tengo derecho a la felicidad, y solo contigo seré completamente feliz.
-Gracias Cristina te juro que siempre haré todo para que seamos más felices de lo que ahora somos.
Sin importarle que lo vieran las personas del restaurante, posó sus labios en los de Cristina, ella correspondió al beso, olvidándose de donde estaba, y por primera vez sintió mariposas en estómago, volvieron a la realidad cuando el mesero carraspeo, preguntándoles.
-Todo bien, ¿desean otra cosa los señores?
-Todo bien señor, la cuenta por favor.
-Pagaron el importe de la cena y se retiraron del restaurante, cuando subieron al coche, no pudieron resistir y se dieron otro largo beso, por primera vez en mucho tiempo Cristina se sentía realmente feliz.
Mientras tanto en la casa azul, Elvira no paraba de vigilar a la parejita de arribistas como ella les decía a Damián y a Raquel, ella estaba segura que eran dos farsantes, .esa misma tarde ella iba a descubrir que no estaba equivocada con sus presentimientos.
-Doña Blanca había contratado a una niñera para que se hiciera cargo del cuidado del niño, esa tarde, se preparaban para asistir a una fiesta infantil dónde el niño había sido invitado.
-Damián, Raquel, Elvira y yo vamos a llevar al niño a la casa de los Gómez Palacio a la celebración del cumpleaños del nieto de Aurorita, si ustedes no disponen otra cosa.
-Claro que no madrinita usted es la abuelita puede disponer de su nieto, vayan sin pendiente.
-Bueno pues entonces ya nos vamos, vamos a venir tarde, para que no se preocupen.
-Vayan, vayan diviértanse platicando con sus amigas, que les vaya bien.
-Ya tiene listo al niño Genoveva, si señora, aquí esta.
-Ay pero mira, que bonito caballerito, vamos Genoveva suba al coche con el niño.
-Sí, doña Blanca
-Cuando las mujeres subieron al coche, de pronto Elvira recordó algo.
-Oh, pero que tonta lo había olvidado por completo.
-¿Qué pasa Elvira?
-Qué no recordé que ahora es día quince, es el día que me hablan mis hijos por teléfono, no te voy a poder acompañar, Blanca.
-No tengas pendiente, Genoveva y yo vamos.
-Porfirio regrese por favor a la casa.
-No, no Blanca aquí me bajo, sólo son unas cuantas cuadras, sirve que hago ejercicio caminando un poco.
-Como gustes cuñada.
Elvira regreso a la casa, no tuvo necesidad de tocar la puerta ya que en esos momento salían Adán y Adelina a hacer una diligencia.
-Adelina se avecina una desgracia anoche volví a oír la campana sonar.
-Hay Adán no empieces, no sé por qué nada más tu escuchas esa maldita campana, yo no la he oído, solo el día que mataron al padrecito que en gloria este.
-Pues ojala que esta vez me equivoque, nada me daría más gusto.
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