Parte / 40
-Mi nombre es José Márquez ¿en qué les puedo servir?
-Mucho gusto, señor, necesitamos sus servicios para localizar a mi ahijado.
-Cuanto tiempo tiene desaparecido.
-Ayer no llegó a dormir.
-Pero señora, es muy pronto para pensar que su ahijado este desaparecido, se pudo ir de...
Doña Blanca ya no lo dejo hablar.
-Perdones señor Márquez, mi ahijado nos dejó está carta donde nos avisa que se va.
-Oh, señora por ahí hubiera empezado, permítame la carta por favor.
-Al parecer el joven no está desaparecido, si no que se fue por su propia voluntad.
-Así es señor, pero queremos localizarlo, no sé qué problema tenga, el necesita nuestra ayuda.
-Muy bien señora, voy a necesitar una fotografía reciente del joven y quiero inspeccionar su recamara para ver si dejó algún indicio de a donde pudo haber ido.
-Claro que sí señor, si nos gusta acompañar.
-Llegaron a la casa, pero el investigador no encontró nada que lo pudiera ayudar, aparentemente Damián sólo se había llevado cosas personales, nada de valor, Doña Blanca le entrego la fotografía que le pidió, le informaron donde trabajaba y el nombre de algunos amigos, el detective se despidió prometiendo que pronto regresaría con noticias.
Las dos mujeres agradecieron al hombre.
-No se preocupen señoras espero traerles noticias pronto.
-Eso esperamos señor.
El investigador buscó a Damián, pero sin ningún resultado, en la estación del tren no lo vieron subir, pero aún así el detective fue a la hacienda de doña Blanca, pero con los mismos resultados, en la finca no se encontraba, ni sus amigos sabían nada, ni siquiera en su lugar de trabajo, Damián simplemente renunció y ya no volvió más, el investigador volvió a la casa azul con malas noticias.
-Siento mucho informarle esto, pero al parecer su ahijado desapareció, nadie lo vio, tal parece que no quiere que se le encuentre, fui a la jefatura de policía pero no hay ninguna demanda en su contra, lo que quiere decir, que no huyó por haber faltado a la ley, simplemente se fue y no quiere ser localizado, ya no puedo hacer más.
Doña Blanca casi perdió el sentido, pero no le quedó más remedio que conformarse con lo que le dijo el investigador antes de retirarse.
-No se preocupe señora cuando él quiera aparecer, lo va a hacer tenga en cuenta que no violó la ley ni sufrió ningún accidente, también corrobore eso, yendo a los centros de salud y hospitales.
Pero eso no consolaba a las dos mujeres. Pusieron un mensaje en los principales periódicos dirigidos a Damián, diciéndole que volviera que todo quedaría resuelto hablando.
-Mira muñeca, ya tengo a mi madrinita como la quería tener, angustiada por su ahijadito.
-¿Y ya vamos a regresar?
-Eres estúpida o qué, es demasiado pronto, yo sé cuándo será el tiempo de volver.
Pasaban los días y doña Blanca cayó en una terrible depresión Cristina se preocupó tanto que le mandó hablar a la cuñada el único familiar que le quedaba, la señora llegó lo más pronto que pudo al lado de su cuñada.
-Señora Elvira que bueno que sí pudo venir mi madrina está muy mal.
-¿Pero que la puso en ese estado?
Cristina le contó lo de la desaparición de Damián, la señora reaccionó muy enojada.
-Sabía que ese arribista tarde o temprano le iba a salir con una canallada como esta, a mí ese individuo desde que lo conocí, nunca me cayó bien, desde niño fue hipócrita y malvado a mí nunca me engañó con su cara de ángel, ya me imagino a de haber huido con una buena cantidad de dinero
-Pero cálmese señora Elvira, no se enoje le puede hacer daño para su hipertensión, además el sólo se llevó cosas personales, todo lo que tiene de valor está en su recamara, con decirle que hasta su coche último modelo dejó.
-Tienes razón Cristina, ahora Blanca me necesita y si me enfermo no le voy a ser de mucha ayuda, llévame con ella, pero estoy segura que algo trama ese rufián él no va a cambiar su vida de millonario por una de pobreza de eso estoy segura
-¿Elvira, pero qué haces aquí? ¿por qué no me avisaste de tu llegada?
-Simplemente te quería sorprender
-tú no tendrás nada que ver con la visita tan repentina de mi cuñada ¿Verdad Cristina?
-Claro que no madrina, ella solo la quiso sorprender.
-¿Por cuánto tiempo vienes?
-Por el tiempo que sea necesario, desde que quedé viuda y mis hijos hicieron su vida, soy libre de estar en donde yo desee.
Te lo agradezco cuñada, ahora sí te necesito.
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