Parte/ 4
Doña Blanca
Un buen día llego la Ciudad la familia Robledo, Don Gonzalo, Doña Blanca y su hijo Gonzalo Jr. un joven de veinte años, rentaron una casa en una colonia residencial, mientras compraban una para habitarla, doña Blanca, era muy especial, quería una casa, única que no se pareciera a las demás, se dio a la tarea de buscar. Cuando vio la casa Azul quedó fascinada, contacto a la inmobiliaria que la vendía acordaron una cita para que la mujer la viera por dentro.
La casa se mantenía en buen estado, los dueños de la inmobiliaria se encargaban de pagar al matrimonio para asearla y mantenerla en buen estado, como buenos vendedores no perdían la esperanza de que alguna persona tarde o temprano se fuera a interesar en ella, como paso con la señora Robledo.
Si a doña Blanca le gustó el exterior el interior le fascino, quedó encantada, mientras recorría la casa su mente trabajaba febrilmente imaginándose como la iba a decorar y acomodar sus muebles.
El matrimonio que aseaba la casa habló con doña Blanca.
—Señora si usted llega a comprar la casa, nos contemplaría para seguir trabajando, nosotros atendíamos al antiguo dueño el padre Lorenzo que en paz descanse.
—Me daría mucho gusto que siguieran en el servicio, si nos ponemos de acuerdo con la compra de la casa.
—Señora antes que usted compre la casa es necesario que sepa lo que paso.
—Dígame señor ¿Cuál es su nombre?
—Me llamo Adán y mi esposa Adelina.
—¿Y qué es lo que tengo que saber?
—Mire aquí se cometió un horrible crimen, y los asesinos fueron linchados, hay muchos rumores de la gente que dice que pasan cosas extrañas aquí, una de ellas es que el demonio habita la casa.
—Señores yo no creo en esas cosas son supersticiones, y no ha de ser tan malo si ustedes siguen aquí.
—Bueno señora nosotros ya estamos habituados y nada se nos hace extraño.
Doña Blanca llegó muy entusiasmada y les comunico a su esposo y su hijo, la magnífica casa que había encontrado.
—¡Gonzalo he encontrado la casa para que sea nuestro hogar es magnífica!
Llena de entusiasmo les empezó a describir la casa.
—Mujer calma, habla más despacio.
—Mejor no hablo y acompáñenme para que la vean con sus propios ojos.
—No hay necesidad, si a ti te gusta, nosotros no tenemos nada que objetar, ¿verdad hijo?
Claro que si mamá, tu eres la reina de la casa, y si a ti te gustó, a nosotros también nos gustara, tienes muy buen gusto.
Fueron a comer a un restaurante de lujo, y de allí se fueron a ver la casa, los dos hombres quedaron encantados al igual que la mujer.
Don Gonzalo amaba a su mujer, un deseo de ella, era una orden para él, inmediatamente hizo los trámites para la compra de la casa, y pronto paso a su poder, doña Blanca le hizo unas mejoras antes de mudarse, lo que embelleció aún más la casa, por fin se instalaron, se contrató a más empleados, aunque no consiguió que ninguno de ellos se quedará a dormir.
Emilia se dio a la tarea de hacer unas elegantes invitaciones, y las envió con su chófer para que las entregara en manos del destinatario, a las familias más encumbradas de la ciudad, el motivo la inauguración de la casa azul, todas iban firmadas por el señor Gonzalo Robledo Almanza y Blanca Loyola de Robledo.
Todos los que recibieron invitación se sintieron muy alagados de alternar con una de los más ricos industriales, que valuaban su fortuna en más de veinte millones de dólares que convertidos en pesos mexicanos era una cantidad exorbitante. El invitado principal fue el padre Zermeño que era el encargado de bendecir la casa.
El día de la fiesta llegó, empezaron a llegar elegantes limusinas y coches de lujo, era un derroche de lujo, las mujeres vestían elegantes vestidos y zapatos de diseñador, acompañados de costosa joyería, dos orquestas de moda amenizaban el evento y un servicio de comida gourmet fue servida, acompañada de los mejores vinos de mesa.
El primer evento fue bendecir la casa, al igual que el padre Lorenzo, el padre Zermeño, empezó por la entrada de la casa, el recorrido se terminó en el gran árbol de olmo que ya lucia más alto y más hermoso, cuando el padre Zermeño lo regó con agua bendita, salieron volando tres aves negras, con los ojos centelleantes, parecía que salía fuego de ellos, se escuchó una explosión del árbol empezó a salir humo negro como la noche.
Rápidamente Adán y otros hombres le pusieron agua, pues parecía que salía fuego del mismo, una de las orquestas empezó a tocar una melodía, esta disipó el miedo de los presentes, sólo dos personas estaban aterrorizadas Adán y Adelina.
—Ay Dios Adán esto mismo pasó cuando el padre Lorenzo bendijo la casa por primera vez, espero que a esta familia no le caiga la desgracia.
—Mujer no seas ave de mal agüero, ya vez nosotros hemos vivido aquí, y no nos ha pasado nada.
—Sí, Adán, pero recuerda que en esa ocasión sólo fue un pájaro el que salió del árbol, ahora fueron tres, no creas, a mí no se me quita de la cabeza que este engendro que habita esta casa, ha sido la causa de que no podamos tener hijos.
—Por favor mujer, quítate esas ideas de la cabeza, si no hemos podido tener hijos, ha sido por la voluntad de Dios, y por nada más.
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