Parte/ 34
Cuando la casa quedó en silencio Damián salió silenciosamente por la ventana, se fue caminando no quiso tomar el coche por miedo que al encenderlo despertara algún morador de la casa, se encamino hasta el pueblo, solo la luz de la luna alumbraba parte de su rostro, se vistió de negro se había dado cuenta de que las personas de esos lugares eran supersticiosas, en dado caso que se encontrara algún trasnochado él, pasara como una sombra negra, llegó al pueblo este lucia desierto no se veía ni una alma, se arrepintió de haber ido.
-Este pueblo está más muerto que vivo, se parece al cementerio que pase, fue un error haber venido, voy a llegar hasta el centro donde se encuentra la plaza, oh, a la distancia se escucha música es por allí.
Se fue siguiendo el ruido de la música conforme se iba acercando la música se oía más claramente, atravesó todo el pueblo por fin vio una tenue luz que salía de una puerta hasta allá se dirigió.
-Por fin llegué, me voy a asomar por esta desvencijada ventana, solo están unas mesas desvencijadas hay unos tipos jugando cartas, un banco de madera largo parece que es la barra, hay unas botellas de tequila, hay dos hombres tomando parados una mujer les sirve está muy vieja aunque con esa capa de pintura que trae en la cara no le puedo descifrar la edad, salió un hombre de un cuarto ha de ser el baño se viene subiendo el cierre del pantalón se dirige a la mujer, algo le dice, ella va a salir, me voy a esconder para que no me vea.
Cuando la mujer salió, Damián la fue siguiendo hasta que llegó a una calle más angosta de lo normal, Damián le dio alcance.
-Señora
-La mujer volteo y se quedó gratamente sorprendida al ver al dueño de la voz, era un hombre muy bello, ella creyó estar teniendo una alucinación se quedó parada sin decir ni una palabra, Damián le rodeo la cintura acerco a su cara a la de ella y le dio un largo beso, ya viéndola de cerca no estaba tan vieja, y no era nada fea, la mujer se separó para tomar aire diciéndole.
-Ven vamos a mi casa.
-Y tu marido no viene.
-Ese hombre no es mi marido, no tengas pendiente nadie nos va a molestar.
La mujer abrió la puerta de madera entraron, la señora prendió la luz, la casa era humilde pero muy limpia, se dirigieron directamente a la cama, Damián desvistió a la mujer y quedó sorprendido su cuerpo aun lucía firme como la de una joven, ella le quito la ropa, el quedo nada más con unos guantes y una mascada que sacó de la bolsa de su chamarra, la enredo en el cuello de la mujer y empezaron hacer el amor conforme iban llegando al clímax, Damián apretaba más la mascada, dejándola casi sin aire, esta se convulsiono por la falta de oxigeno, Damián apretaba más la mascada cuando la mujer dejo de convulsionarse Damián llegaba a su máximo clímax lanzando un grito de placer seguido por un largo suspiro, allí quedo encima de la dama de la noche hasta que, poco su respiración se normalizo, se retiró del cuerpo inerte de la mujer le quito la mascada y la doblo cuidadosamente buscó agua para asearse se vistió y salió sigilosamente de la casa, se dirigió a la hacienda entró por la ventana de su cuarto, se bañó se puso su ropa de dormir y en seguida se quedó profundamente dormido en su cara se dibujó una sonrisa de satisfacción profunda.
Al siguiente día se le veía contento.
-Ay hijo que contento estás.
-Sí madrina, será porque desde que puse mi cabeza en la almohada me quedé profundamente dormido, dormí como un bebe.
La noticia que impacto al pueblo entero, fue la muerte de la mujer de la cantina, todos los pobladores lo comentaban.
-Mataron a la Salo.
-¿Cuál Salo?
-A Salome la cantinera, la ahorcaron.
-Ay Dios y quien la mataría.
-Sepa Dios, ahora sí que solo ella sabe, ya vez que muchos hombres la amenazaron.
-Qué cosas, bueno que Dios la haya perdonado.
Damián escuchó a las mujeres del servicio comentar y cínicamente les preguntó.
-¿Dice usted, que mataron a alguien?
-Sí, señor, a la Salo, bueno en realidad se llamaba Salome era la dueña de una cantina
-Mire nada más, las cosas que pasan yo creía que en este pueblo no pasaban estas cosas.
-Y no pasan señor, de hecho es la primera vez que pasa, si ha habido muertes trágicas pero de hombres que se pelean, pero nunca habían matado a una mujer.
-¿Y saben quién pudo haberla matado?
-Uy señor, pudo haber sido cualquiera, ya ve esas mujeres de la vida fácil tienen muchos enemigos.
-Eso, si, sabrá Dios quien habrá sido capaz de cometer semejante atrocidad.
Y se alejó sonriendo, los próximos días los dedico a maquinar como matar a don Sergio, y tres días antes de regresar a la capital, ya sabía cómo lo iba hacer, había descubierto unas flores que identifico inmediatamente, eran muy hermosas pero altamente venenosas, sabía la cantidad exacta para matar a un humano, pero, no se lo iba a dar a don Sergio, ni modo que le dijera.
- Don Sergio cómase esta ensalada de flores, claro que no,
Pero si se las podía dar al caballo que montaba, el veneno de las flores no iba a matarlo, pero si lo iba a enloquecer, cuando el veneno hiciera efecto, iba a circular por todo el torrente sanguíneo del animal y, cuando llegará al cerebro este iba a enloquecer, perdiendo el control de sí mismo, sabía que el veneno hacia efecto en seis horas a partir de cuándo el caballo ingiriera las flores, ya había estudiado los movimientos de don Sergio, sabía que todos los días salía a las seis de la mañana porque al vejete le gustaba ver la salida del sol, por lo tanto le tenía que dar el veneno al caballo a las doce de la noche para que a las seis de la mañana que don Sergio montara al caballo empezara el efecto, y en media hora a más tardar se desbocara el caballo, pero el destino juega sus hilos.
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