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Parte/33



-Señora Blanquita, que gusto verla, ya tenía mucho sin venir, señor don Sergio también usted vino, que gusto me da verlos.

-Mire Fausto este es mi ahijado Damián, su madre Ana Victoria, a Cristinita ya la conoces.

-Mucho gusto señor, dijo Ana victoria.

-El gusto es mío, señora, mucho gusto Joven.

Damián solo hizo una mueca intentando ser una sonrisa, pensando, ya mero que le voy a dar la mano a este criado mugroso.

-bienvenidos vamos al carro para llevarlos a la hacienda, Remigio vino en la carreta para llevar las maletas.

-Miren allá se ve la hacienda.

-Me trae muchos recuerdos de mi esposa pasamos días felices aquí.

-Así es querido amigo yo también recuerdo cuando venía mi esposo  y mi hijo Gonzalito.

Así, platicando y bromeando llegaron a la hacienda, se instalaron en sus respectivas recamaras, Damián escogió una que estaba retirada del resto.

-Pero muchacho esa recamara está muy pequeña.

-No importa madrina aquí estaré bien.

-Como gustes hijo.

-Esta recamara está bien, tiene una ventana grande, si la vieja piensa que me voy a quedar metido aquí está equivocada, lo bueno que hay un coche y me puedo escapar una que otra noche.

-Pero no se te olvide, el verdadero motivo al que viniste, matar al vejete Sergio Delgado jajaja, tu verdugo -,le dijo su conciencia.

La hacienda estaba enclavada en un pueblo llamado Xuastla, todos los pobladores conocían la hacienda como, la hacienda de Xuastla, el domingo todo fueron a misa aunque a Damián no le gustaba ir, pero guardaba las apariencias ya que tenía que pasar por un joven con buenos principios, cuando el sacerdote dio el sermón Damián sintió un estremecimiento parecía que todo lo que decía el sacerdote iba dedicado a él.

-Hermanos míos, ahora vamos a ver lo que dice el quinto mandamiento de la ley de Dios, NO MATARAS, Dios castiga a quien desobedece, cuando muere lo espera el tormento eterno, su alma se quemará por toda la eternidad, recapaciten hermanos míos si acaso uno de los presentes ha cometido ese horrible pecado confiéselo, ahora Dios nos dio la capacidad a nosotros los sacerdotes de perdonar todos los pecados incluyendo el horrible pecado de matar, si no lo hacen, SE QUEMARAN EN EL AVERNO.

Damián empezó a sudar copiosamente, se sentía que le faltaba el aire, Cristina fue la primera que lo vio.

-¿Qué te pasa Damián? Estas sudando copiosamente y estas pálido como un muerto.

-Yo, yo no me siento bien, necesito aire.

-Ven vamos afuera.

-Tú quédate, voy a salir un momento.

Cuando se paró para salir, sintió que todas miradas se clavaban en él, en sus oído solo escuchaba la palabra, ASESINO, ASESINO, ASESINO, el camino hacia la salida se le hizo muy largo, cuando ya casi alcanzaba la puerta cayó pesadamente se había desmayado, cuando volvió en sí, se encontró con los rostros angustiados de las tres mujeres y don Sergio, estaba en la notaría de la iglesia un doctor que estaba escuchando misa le tomaba la presión.

-Sólo sufrió una baja de presión ha de ser debido al calor, solo ingiera algo dulce y tome aire.

-Gracias doctor, menudo susto nos sacó este muchacho.

-Ya me siento mejor, gracias doctor por sus atenciones.

-Permítame invitarlo a usted y a su familia a comer a la hacienda de Xuastla para pagar sus atenciones.

-Le tomó la palabra señora, es un placer conocer a la dueña de tan magnifica finca, y sólo soy yo, mi familia está en el norte del país.

-Permítame presentarle a mi familia, Damián y Cristina son mis ahijados, Ana Victoria es la madre de Damián, y el señor Sergio Delgado un buen amigo.

-Mucho gusto, Samuel Ramirez para servirles.

Se dirigieron a la hacienda, comieron hicieron sobremesa, Samuel quedó impresionado con Cristina reconocía que no era una belleza, pero sabía reconocer la belleza interior de las personas y esta chica era muy bella por dentro, congeniaron muy bien ya que a los dos les fascinaba la medicina, pero más que eso ayudar al prójimo, a Damián no le importaba Cristina, pero no le gustaba quedar en segundo lugar y la atención que estaba recibiendo el doctorcillo como lo llamaba despectivamente no le gustó para nada, Cristina por primera vez, lo estaba poniendo en segundo lugar, o más bien lo estaba ignorando completamente, aunque sin ninguna intención de lastimarlo, de parte de ella.

-Su voz interior se dejó escuchar.

-Pero mira nada más Damiancito, creí que eras más fuerte, pero me equivoque, mira que dejarte intimidar por el sermoncito del párroco, nada más porque el estúpido dijo que te vas a quemar en el infierno, me estás decepcionando, te asustaste tanto que hasta te desmayaste, JAJAJA, y mira ahora tu noviecita está a sus anchas platicando con el doctorcillo.

-No, esa estúpida me quiere a mí.

-Pues no parece.

Una voz a cayó la voz interior.

-Damián ¿tú qué opinas?

-Disculpen estaba distraído ¿decían?

-El doctor nos invita a dar un paseo por los alrededores, él también está de vacaciones.

-Así, ¿entonces no vive aquí?

-definitivamente que estabas en la luna Damián y no escuchaste cuando el doctor nos dijo que vive en la ciudad de México y trabaja en el hospital general, dijo Cristina.

-Disculpen por favor, pero en realidad lo confieso no estaba poniendo atención.

-Bueno retomando la conversación les decía que aquí hay muchos lugares preciosos que vale la pena visitar, hay una cascada preciosa llamada cola de caballo es un paisaje maravilloso.

-Con mucho gusto lo acompañamos doctor.

-Pero, por favor díganme por mi nombre Samuel.

-Muy bien Samuel, pues a la hora que disponga.

-Cuando los jóvenes salieron los tres adultos siguieron platicando.

-Tiene razón el doctor, hay muchos lugares maravillosos no contando, como cambia el paisaje cuando está saliendo el sol, cómo sus rayos empiezan a bañar todo lo que tocan

-Y usted es muy conocedor de eso, pues cada que viene al campo no se pierde ningún amanecer, don Sergio es un amante de la naturaleza y un destacado jinete, todas las mañanas sale a cabalgar por el campo, le dijo doña Blanca a Ana victoria.

-Sí, es maravilloso cabalgar por el campo sintiendo la brisa de la madrugada en la cara y como usted bien lo dice, los primeros rayos de sol se sienten maravillosamente.

-Oh comadre hablas como si ya hubieras experimentado esa sensación -, dijo doña Blanca.

-Sí, comadre, mis padres también eran dueños de una finca en el campo y seguido pasábamos temporadas, de hecho tenía mi caballo, pero desafortunadamente todo se perdió, bueno pero no recordemos cosas tristes.

-¿Por qué no acompañas a don Sergio uno de estos días?

-Para mí sería un placer disfrutar de su compañía.

-Para doña Blanca, no había pasado desapercibido la atracción que don Sergio sentía hacia su querida comadre, ella todavía era joven y merecía ser feliz con un hombre bueno como  don Sergio.

-Un leve rubor colorearon las mejillas de Ana Victoria, doña Blanca confirmaba lo que ya sospechaba que a la mujer no le era indiferente el hombre, sonrió entre sus adentros ella se iba a encargar de que esas dos almas solitarias se hicieran compañía para el resto que les quedara de vida.

-Mientras Damián Samuel y Cristina paseaban por el campo, Damián no perdía detalle en el paisaje, su mente trabajaba vertiginosamente ideando el modo de matar a don Sergio sin levantar sospechas hacia su persona.

Paso una semana sin novedades, Damián ya estaba enfadado, unos pocos días habían servido para conocer los alrededores y como no era amante de la naturaleza ya no le llamaba la atención nada, esa noche espero pacientemente a que todos los moradores de la casa durmieran cuando esto sucedió, salió silenciosamente de la casa, metió la mano al bolsillo de la chamarra que llevaba puesta y empezó acariciar algo que traía dentro.


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