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Parte / 28



Al día siguiente Damián llego furioso a la casa.

-Madrina hoy que fui a tomarme medidas para unos trajes que mande hacer, el sastre me dijo que no estaba autorizado para hacerme nada, lo mismo pasó en otras tiendas, que está pasando madrinita.

-Toma asiento hijo tenemos que hablar

-¿Qué pasa madrina me está asustando?

-No pasa nada hijo, de ahora en adelante, todos tus gastos te los tiene que autorizar el señor Sergio Delgado, nuestro contador.

-¿Pero por qué? Usted nunca me ha escatimado mis gastos, ¿por qué ese señor tiene que hacerlo

-Mira es mejor que vayas con él te lo va a explicar, de antemano te digo que yo estuve de acuerdo en eso, lo que el señor Delgado decida es sólo por tu bien.

-Pero madrina

-Nada, nada muchacho ve con el señor Delgado él te va a informar

-Cómo usted diga madrinita

Damián salió hecho una furia, parecía que sus ojos sacaban llamas se fue directamente al despacho del señor Sergio Delgado.

-Maldito viejo metiche, esto no es cosa de la vieja, es cosa de él, pero me va a escuchar ese imbécil

-Señorita, necesito hablar inmediatamente con el señor Sergio Delgado.

-Puede esperar unos minutos el señor Delgado en estos momentos se encuentra ocupado

-¡No, imbécil no puedo esperar!  ¿no sabe quién soy? Soy Damián Gil el ahijado de doña Blanca Robledo la que le paga por ser una emplea ducha de quinta, hágase a un lado.

Empujando a la empleada se lanzó como un bólido hacia la oficina del señor Delgado, sin ningún acto de educación abrió la puerta gritándole al hombre.

-¿Pero que se ha creído usted con...?

Don Sergio ya no lo dejo hablar.

-¡No, que se ha creído usted, con qué derecho entra a mi despacho sin mi permiso!

Tomándolo de las solapas del sacó, lo saco de su despacho a empellones.

-Si quiere hablar conmigo, espere su turno, y si no quiere esperar se puede ir por donde vino.

-Damián no le quedó más remedio que esperar, le urgía hablar con el hombre, saco un cigarrillo, pero antes de que lo prendiera la secretaria le dijo.

-Disculpe señor está prohibido fumar, puede salir afuera yo lo llamaré cuando el señor Delgado lo pueda atender.

-Maldita sea, viejo desgraciado que se cree, pero en cuanto le diga a la vieja como me trató este viejo inútil, lo va a poner de patitas en la calle, ya lo creo que sí.

-Paso media hora que a Damián se le hizo una eternidad, cuando escuchó la voz de la empleada.

-Ya puede pasar señor.

-Ya era hora.

-Quiero saber que se ha creído para fiscalizar mis gastos, ¿con qué derecho anulo mis compras?

-Tome asiento por favor, tenemos unos puntos que aclarar usted y yo.

-Usted y yo no tenemos que aclarar nada.

-Ah no, ¿entonces qué hace usted aquí?

-Mire Damián escúcheme con atención porque no lo pienso repetir, doña Blanca me ha dado un poder para fiscalizar sus gastos como usted dice, de ahora en adelante todo lo que usted compre yo lo tengo que autorizar.

-¿Pero por qué?

-Porque usted está despilfarrando un dinero que no le pertenece, un dinero que el difunto esposo de doña Blanca amaso a base de trabajo y no va a ser usted quién deje en la ruina a una viuda, si usted quiere lujos se los tiene que ganar.

-Pero no pretenderá que me ponga a trabajar, está usted loco.

-No mi amigo no estoy loco, y no quiero que trabaje, pero si quiero que se inscriba en la universidad, tiene que estudiar una carrera para que mañana o pasado si doña Blanca comete el error de dejarlo como heredero de su fortuna, no la malgaste y siga ayudando a las instituciones que doña Blanca ayuda, no se le olvide de dónde viene, también usted pertenece a todos los desamparados que ella ayuda, y si usted tiene esa posición privilegiada es por la bondad de la señora, pero escúcheme bien jovencito que así de fácil como ella lo acogió, así de fácil lo puede votar y regresar a vivir a la vecindad de donde lo sacó, piénselo, y acate las ordenes si no ya sabe lo que se le espera.

-Por lo tanto olvídese de todas las compras superfluas que compró de ahora en adelante, todo lo que usted compre lo tengo que autorizar yo, y si a me parece que la compra  no es necesaria no se la voy a autorizar, por lo pronto aquí tiene su mesada de este mes, si usted se lo gasta en un día, usted sabrá pero recuerde que ya no va a recibir más dinero hasta el mes siguiente.

-Pero esto es una bicoca, con esto no me alcanza ni para un dulce.

-Pues le tiene que alcanzar, y mañana mismo tiene que ir a inscribirse a la universidad, de eso depende, que usted reciba su mensualidad, por hoy es todo.

-Pero las inscripciones para la universidad ya pasaron.

-Ya hable con el director, mañana tiene que presentarse en sus oficinas a las siete de la mañana para hacer los trámites, haga el favor de retirarse me esperan otras personas.

Damián salió de las oficinas hecho una furia, cuando don Sergio quedó solo, dio un hondo suspiro y dijo para sus adentros.

-Este va a ser un hueso duro de roer, cuanto mal le está causando doña Blanca a este muchacho, espero que no sea demasiado tarde para enderezar su vida.

-Pero que se ha creído este vejete, con la miseria que me dio apenas me va a servir, para una sola noche, ya quedé con mis amigos, Juan y Felipe, bueno no los puedo llamar amigos los conocí en el tren cuando venía de Veracruz y nos hemos estado viendo, me invitaron a la inauguración del Salón México, dicen que es el primer salón de baile aquí en la ciudad, bueno que es la re-inauguración, de hecho ya lo habían inaugurado en el año 1910, pero lo cerraron a causa de la revolución, y ahora va a ser la re-inauguración, dicen que van a venir una bailarina de directamente de Cuba, no me puedo perder eso, ya tengo preparado lo que les voy a decir a mis dos mamitas, para justificar que no llegué a dormir, jajaja.



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