Parte / 27
Damián abordo el tren que lo llevaría directamente al puerto de Basilea, donde abordaría el Barco que lo llevaría de regreso a su patria, si todo iba bien a más tardar en un mes estaría en el puerto de Veracruz, México, el viaje no tuvo contratiempo, el veinte de Febrero de 1919, llegó al puerto de Veracruz, tomó el tren que lo llevaría a la ciudad de México, viajo toda la noche llegó sin novedad al día siguiente, cuando bajo del tren se extrañó de no ver a nadie esperándolo eso era un golpe mortal para su ego, ni siquiera Porfirio con el carro.
-Pero que está pasando, claramente le especifique la fecha de mi llegada a mi madrina en la carta que le envié, ¿por qué nadie vino a esperarme? ni siquiera la inútil de Cristina también a ella le mande una carta con la fecha exacta.
Al momento sintió un escalofrió por todo el cuerpo
-¿Y si el imbécil del director le escribió a mi madrina acusándome de mi comportamiento? No, no ese viejo se quedó bien frío ¿pero si le escribió antes? No, no yo no puedo perder la tutoría de mi madrina, lo perdería todo, subió rápidamente a un taxi y se dirigió a la casa apurando al chófer.
-Apúrese necesito llegar lo más rápido posible a este domicilio
-Si señor
-Cuando llegó a la casa, vio bajar al doctor Gutiérrez del coche de la familia, mientras el chófer bajaba las maletas el corrió a preguntarle a Porfirio que pasaba, el doctor entró a la casa rápidamente.
-¿Que está pasando Porfirio porque no fue a recogerme a la estación del tren? Ayúdeme a meter mis maletas.
-Ay joven doña Blanca está muy grave, muy grave, se está muriendo.
-¡Pero que está diciendo, mi madrina no se puede morir, no se puede morir!
-Haciendo a un lado a Porfirio subió rápidamente a la habitación de doña Blanca allí yacía la mujer en su cama con un inhalador manual que Cristina manipulaba ya que en esos años todavía no existía el pulmón artificial.
-Qué le pasa a mi madrinita, dijo Damián bañado en sinceras lágrimas, no lloraba por la enferma lloraba porque si esta moría se le iba acabar su modo de vida, ya no iba a ser el protegido de una mujer de las más ricas del país.
-Damián que bueno que llegaste, mi madrina está muy grave tiene una infección pulmonar no puede respirar por sí sola, el doctor no da mucha esperanzas.
-¡Doctor, no permita que mi madrina muera, no lo permita por favor, se lo suplico ella no puede morir!
Todos los presentes lloraban las palabras y la actitud de Damián conmovían hasta al más duro de corazón.
-Joven Damián estoy haciendo todo lo que está a mi alcance.
-Damián se acercó a doña Blanca y acariciando su cabeza le hablo dulcemente.
-Madrinita por favor, no me dejes, no me dejes, lucha por quedarte yo te necesito, tú no eres mi madrinita eres mi mamita, mi reinita chula, no me dejes.
Muy en el fondo de su ser Blanca escuchaba la voz.
.Esa es la voz de Damián, mi muchacho ha vuelto, pero como sufre, Dios mío no dejes que muera ese muchacho me necesita.
Pasaron los días Damián y Cristina no se despegaban del lado de la enferma, poco a poco fue pasando el peligro, la mujer ya respiraba por sí sola, los muchachos dormitaban cuando.
-Damián hijito.
-Mamita, mamita, reinita aquí estoy.
-Cristinita también tu estas aquí.
-Si madrina, no nos hemos despegado de su lado, que bueno que está mejor, nos dio un susto muy grande.
-Gracias mis muchachos, Dios los bendiga.
-Ahora descanse madrina, ya no hable nosotros vamos a seguir a su lado.
-Ana Victoria vio el sufrimiento de su hijo y pensó.
-Creo que estar lejos de sus seres queridos le sirvió a Damián, ese dolor que sintió por doña blanca fue sincero, no pudo ser actuado, mi hijo en verdad estaba sufriendo por mi comadre, gracias Dios mío, que lo hiciste recapacitar.
-Los siguientes días Damián estaba muy atento, cuidaba de todos los detalles, el mismo le daba de comer a la mujer, cuidaba de que se le aplicara la medicina a la hora exacta y con esos cuidados pronto doña Blanca recupero totalmente su salud después de tres meses, estaba completamente recuperada.
La mujer estaba muy agradecida por los cuidados que recibió de su protegido por lo tanto, le dio carta abierta para que comprara todo lo que le apeteciera, solo tenía que decir al dependiente cárgalo a la cuenta de la señora Blanca de Robledo, esas palabras eran mágicas, empezó hacer compras disparatadas a son ni ton, tanto que el contador que llevaba las cuentas de doña Blanca fue hablar personalmente con ella.
-Señora la busca el señor Sergio Delgado, dice que es un asunto de suma importancia.
-Páselo a mi despacho Adán, enseguida lo atiendo.
-Señora discúlpeme por mi atrevimiento pero necesito hablar con usted urgentemente es muy importante.
-¿Pero que pasa señor Delgado?
-Señora tiene que poner un freno a los gastos de su ahijado, está gastando excesivamente.
-Pero que pueden ser esos gastos, él es joven acaso está gastando en algún vicio o...
-Permítame hablar doña Blanca
-Está bien, discúlpeme
-Mire todas estas notas de pago, del sastre doce trajes, de la joyería un reloj rolex y un fistol con un brillante, de la zapatería doce pares de zapatos y no se diga del almacén, docenas de calcetines y ropa interior, pero lo más descabellado, apartó un carro último modelo 1920, todavía ni siquiera termina el año 1919, doña Blanca debe parar esto, con esto solo está echando a perder a este muchacho, fui a la universidad y ni siquiera ha hecho solicitud para ingresar a estudiar, recuerde que su marido no forjó su fortuna de la noche a la mañana, para que un advenedizo la despilfarre a manos llenas, ni su hijo Gonzalo que en gloria este, hacia está clase de despilfarros.
-Perdóneme don Sergio, pero mi ahijado no es ningún advenedizo.
-Perdóneme doña Blanca si no me supe expresar, pero lo que si le digo es que le está haciendo mucho daño a ese muchacho y lo único que va a conseguir si lo deja que siga así, es que cuando Dios no lo quiera, si usted llega a faltar y si lo deja de heredero, no le va a durar la fortuna, que don Gonzalo con tanto sacrificio logro amasar, y los más perjudicados van a ser todas las personas que usted tan generosamente ayuda mes tras mes.
-Tiene usted mucha razón, señor, este muchacho tiene que saber el valor del dinero y tiene que aprender a ganárselo, pero que podemos hacer.
-Si usted me lo permite doña Blanca yo me encargo de enderezar a ese muchacho ya ve que mis hijos marchan muy derechito
-Así es don Sergio sus hijos son dignos de ejemplo, le doy carta abierta para que usted haga lo mejor para enderezar a este muchacho.
-Gracias doña Blanca por su confianza, no me queda más que retirarme.
-Gracias don Sergio, por cuidar de mis intereses tan bien.
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