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Parte / 25



Damián y Cristina tenían quince años, seguían siendo amigos, Damián seguía con la amistad por interés, sabía que doña Blanca la quería mucho y si él le hacía un desaire, el único que pagaría las consecuencias era él, Cristina si estimaba mucho a Damián ella en su interior albergaba la esperanza de que algún día la amistad de ellos se convirtiera en una relación amorosa, pero pronto desechaba ese pensamiento, ella estaba muy consciente de su fealdad y de lo hermoso que era Damián, pero no perdía nada con soñar.

También doña Blanca albergaba esa esperanza, que más felicidad podría recibir si esos dos muchachos que ella quería tanto, terminaran formando un matrimonio, y posteriormente tener nietos, que alegraran esa inmensa casona, pero para que eso pasara todavía faltaba tiempo, ella le había prometido a Damián que si tenía buen promedio cuando terminara sus estudios lo iba a mandar a estudiar a Suiza en el mismo colegio donde había estudiado su hijo, por tres años donde lo iban a preparar para escoger su carrera universitaria, Damián pensaba.

-Qué bueno irme por tres años lejos de la bruja de mi madre, de la odiosa de Cristina, pero sobre todo de la vieja Blanca, voy a descansar de sus ridiculeces, sus besos que tanto asco me dan y sus palabras melosas, mi niño, mi cielo, corazón, estúpida si supiera que cuando me dice esas palabras me dan ganas de partirle el hocico, pero en cambio me tengo que contener y contestarle de la misma forma, mamita, reinita, uf, cada día me da más trabajo fingir, sus pensamientos fueron interrumpidos por Cristina.

-Damián, pronto te iras al otro lado del mundo, te traje un regalo para que me recuerdes y espero que tu mes des otro a mí.

A Damián le brillaron los ojos de codicia, que regalo recibiría de Cristina, esta saco una fotografía de su bolsa de mano.

-Esto es para ti.

-Damián se tuvo que contener de no reírse en su cara, y no romper la fotografía en la cara de la muchacha, pero como se le ocurría, que él quisiera llevarse esa horrenda fotografía, si de lo que estaba feliz es de que por tres años, no la iba a ver, no iba a oír su melosa voz.

-Ay Cristinita, pero si me adivinaste el pensamiento, precisamente te iba a pedir una foto, para que cuando me sienta solo, mirar tu rostro y sentirme acompañado por ti.

-¿Es verdad Damián?

-Claro que si Cristinita no dé en balde tú eres mi mejor amiga, mi única amiga para ser más preciso, te entrego mi fotografía.

Ella tomo la fotografía de él, y tuvo mucho cuidado de no mojarla con el raudal de lágrimas que salían de sus ojos.

-¿Pero por qué lloras? ¿Acaso te pasa algo?

-No, Damián no me pasa nada, estas lagrimas son de felicidad y también de dolor por tu partida, te voy a extrañar mucho amigo mío.

El hipócritamente la abrazo y con una mueca de burla contesto.

-Yo también Cristinita, yo también te voy a extrañar a ti, no tengas ninguna duda de eso.

Doña Blanca miraba la escena desde lejos con una sonrisa en los labios.

Se llegó la fecha de la partida, lo llevaron a la estación del tren que lo iba a llevar al puerto de Veracruz, para tomar un trasatlántico que lo iba a llevar directamente al continente Europeo, iba feliz iban a ser tres años de ser el mismo, con otra gente no tenía que fingir, pretendiendo ser una persona diferente.

Las tres mujeres regresaron cabizbajas, se les iba lejos la razón de su existencia, a Ana Victoria su hijo, fruto del amor desmedido por el hombre que la traiciono, doña Blanca al sustituto de su querido hijo Gonzalito, y a Cristina al amor de su vida.

Era el año 1915, a las mujeres no se les permitía entrar a la universidad, por lo tanto Cristina se inclinó por estudiar enfermería, esta loable profesión la ayudo más tarde para atender a su madre de una enfermedad que la aquejo de la que se sabía muy poco, el terrible cáncer de mama, la agonía de la señora duro unos meses, finalmente murió en los brazos de su hija que con mucho amor la atendió hasta su último aliento.

Mientras Cristina sufría esta tragedia Damián se daba la gran vida en Suiza, era el dolor de cabeza de los maestros, era majadero y déspota, con sus compañeros no era la excepción, no lo expulsaron, por consideración a doña Blanca, y por qué no decirlo a la alta colegiatura que recibían mes tras mes, y las magníficas calificaciones de Damián, se la vivía rompiendo las estrictas reglas del colegio, el director habló con él.

-Joven Damián la próxima vez que rompa una regla más, será expulsado, hasta ahora no lo hemos hecho por consideración a la señora Blanca, pero otra falta más y lo vamos a echar de la escuela.

-Por consideración a mi madrina y por la jugosa tajada que reciben cada mes.

-No sea usted majadero, para que lo sepa usted, los alumnos hacen fila para entrar a este plantel, y ya lo sabe otra falta más y se va a la calle, retírese de mi vista por favor, sería una lástima que ya para terminar su curso, saliera expulsado, seria monitoreado para que ninguna universidad lo aceptara aquí ni en otra parte del mundo.

Damián salió furioso del despacho del director.

-No bien había llegado a su cuarto, cuando escuchó unos leves toquidos en su puerta, era un sirviente de la escuela que le traía encargos de productos prohibidos, el hombre era su incondicional ya que Damián pagaba muy bien por sus servicios.

-Ah, es usted Hans, pase

-Le traigo sus cigarros joven Damián

-Démelos con el coraje que acabo de pasar un cigarro me va a caer muy bien.

-Nada más tenga mucho cuidado joven, ya ve que de repente, hacen rondas sin previo aviso.

-Ya lo sé Hans, no necesita repetírmelo no soy estúpido.

-Tenga su propina y déjeme solo, lárguese

-Nada más por las buenas propinas que me da este imbécil, pero a veces como ahora me dan ganas de denúncialo yo mismo con el director.

Pasaron unas semanas, Damián estaba en su cuarto cuando alguien toco la puerta.

-Kurt, que haces aquí.

-Nada más vengo a advertirte, que es la última vez que te permito robar mis trabajos, sé muy bien que eres tú, no sé cómo lo haces, pero es muy raro, que tengas las mismas respuestas en tus exámenes.

-Me acusas de plagio, yo no necesito hacer eso, y si tienes las mismas respuestas que yo, ¿no será acaso que tú eres el que me robas a mí?

Diciendo esto saco la cajetilla de cigarros y prendió uno, le dio una larga fumada y soltó el humo que se esparció por toda la habitación.

-¿Pero qué haces Damián?

-Acaso estas ciego, me fumo un cigarrillo, y lo mismo deberías hacer tú para que te relajes.

-No, sabes que fumar en el plantel es causa de expulsión.

-Claro que lo se estúpido, he fumado por tres años, y nadie me ha descubierto a no ser que tu vayas con el chisme con el director.

Le dio otra fumada a su cigarrillo y le hecho el humo en la cara a su compañero, en esos precisos momentos se escucharon unos toques en la puerta, "Inspección" se escuchó una voz, en un descuido de Kurt Damián puso la cajetilla de cigarrillos en la bolsa del abrigo de su compañero, y se apresuró a abrir la puerta.

-¿Pero qué es esto acaso estaban fumando?

-Yo no era dijo Damián rápidamente, sin darle oportunidad de hablar a Kurt, puede buscar en mi cuarto y si acaso encuentra los cigarrillos, proceda como guste.

-No sea cínico, aquí está el cigarrillo a medio fumar, ahora si lo agarre.

-Y está seguro que era yo el que estaba fumando, somos dos los que estamos en este cuarto, revise nuestras ropas.

-No es necesario que me lo diga eso voy hacer.

-Primero lo reviso a él, no encontrando nada, procedió con Kurt, el sabiéndose inocente se acercó al maestro, en la bolsa del abrigo estaba la cajetilla de cigarros, Kurt sintió que se le aflojaron las piernas, dijo rápidamente, esos cigarrillos no son míos son de Damián.

-A si, son míos, como no, y que están haciendo en la bolsa de tu abrigo

-No lo sé tú debiste de ponerlos allí.

-Yo a qué hora.

-No te hagas el inocente, tú me ofreciste un cigarrillo, pero yo me negué a romper las reglas de la escuela.

-Lo siento Kurt, tengo que cumplir con mi deber, acompáñeme a la dirección.

-Pero maestro, usted me conoce, sabe muy bien que no soy capaz de romper las reglas.

-Perdóneme Kurt, pero creí que lo conocía.

Kurt le suplico a Damián.

-Por favor Damián di la verdad, tu no conoces a mi padre, si me expulsan es capaz de matarme.

-Eso lo hubieras pensado antes de meter de contrabando los cigarros, sabiendo que está prohibido fumar.

-Hans veía la escena, quería gritar que Kurt era inocente, pero si lo hacía estaba en peligro su empleo, Damián era malo y no dudaría en acusarlo de que era el que compraba los cigarros para él, y no nada más cigarros, también licor, por lo tanto no dijo ni una palabra.

Mientras se dirigían a la dirección el maestro y Kurt, varios compañeros veían la escena sin dar crédito, el maestro tocó la puerta del despacho del director.

-Pase

-Señor director, encontré al joven Kurt fumando

-El director levanto la mirada extrañado, si fuera cualquier alumno no le sorprendería, pero el joven Kurt en su estancia en el plantel nunca había violado ninguna regla era un alumno modelo.

-¡Usted, nunca lo hubiera creído!

-Ni yo señor director, pero lo encontré fumando y con los cigarrillos en su poder.

-No maestro usted no me encontró fumando, sólo estaba en un lugar donde no debía estar.

-¿En dónde estaba usted?

-Estaba en la habitación de Damián.

-No lo puedo creer, pero si usted es amigo de Damián, no hay duda de que ese joven lo contaminó.

-Por favor señor director déjeme explicarle por favor.

-Está bien, pero sabe que eso que hizo es motivo de expulsión.

-En primer lugar no soy amigo de Damián, fui a arreglar un asunto con él, me ofreció un cigarro, por supuesto no lo acepte, el sí fumo me hecho el humo en la cara, es por eso que mi ropa se impregno del cigarrillo.

-¿Y cómo explica los cigarrillos en su bolsillo?

-En un descuido él me los puso.

-Usted que dice a todo esto profesor, Rand.

-Yo no vi ningún movimiento que indicara que Damián haya puesto los cigarrillos en las ropas aquí del joven, yo no despegue la vista del joven Damián por la reputación que tiene.

-Comprendo, comprendo, en ese caso, con mucha pena porque usted es un alumno brillante voy a proceder como las reglas lo estipulan, ahora mismo voy a avisar a su padre para que venga por usted, lo siento mucho joven queda usted expulsado del plantel, vaya a empacar sus pertenencias.

-Pero...

-Acompañe al joven por favor a su cuarto desde este momento tiene prohibido asistir a las clases.

Kurt salió cabizbajo, sentía mucha impotencia, su amigo Peter le dio alcance.

-¿Que paso, porque te llevaron a la dirección?

-Por estúpido, fui a reclamarle a Damián el robo de mis trabajos, él estaba fumando, llegó la revisión, en un descuido me metió los cigarros a mi abrigo, el maestro me los encontró y estoy expulsado.

-¿Pero no se lo dijiste eso al director?

-Claro que se lo dije, pero no me creyó y el testimonio del maestro, me hundió más, mi padre me va a matar, he deshonrado su apellido, el esperaba que me recibiera con honores, y mira con lo que  salí, no yo no puedo enfrentar a mi padre.

-No juzgues tan duramente a tu padre, después de todo eres su hijo.

-Sí, soy su hijo, pero el cómo militar que es, soy uno más de los soldados que están a su mando, vete a la clase, no provoques que te cesen.

-Sí, voy a clases, en cuanto me desocupe vengo, algo tenemos que hacer para obligar a Damián a confesar la verdad.

Al día siguiente llegó el padre de Kurt a recogerlo.

-Profesor vaya por el joven Kurt a su cuarto por favor.

A los pocos minutos llegó el maestro muy descompuesto diciendo.

-Señor director es mejor que me acompañen al cuarto del joven.

-Acaso mi hijo se niega a venir, no es capaz de darme la cara.

-Cálmese señor es mejor que me acompañen.

Cuando llegaron al cuarto vieron al joven apaciblemente acostado en su cama lucia dormido, pero en la mesita de noche había un frasco de pastillas vacío, no dormía estaba muerto, no tuvo valor de enfrentar a su padre, todos los alumnos quedaron muy consternados la versión que les dieron a los alumnos era que Kurt había fallecido del corazón de un padecimiento que padecía de nacimiento, solo cuatro personas sabían la verdad, su padre, el director, el maestro y su amigo Peter, él sabía el terror que tenía su amigo de enfrentar a su padre, Peter sintió un odio hacia Damián cuando lo vio que hipócritamente le dio las condolencias a su padre.

-Maldito, maldito, tú nadie más que tú  eres el culpable, asesino.


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