Parte/ 2/ Pedro Gil
Un hombre corre por las calles desiertas de la ciudad, lleva en sus manos un cuchillo que todavía chorrea sangre, de vez en cuando dirige la vista hacia atrás para ver si sus perseguidores ya no lo siguen, pero ve que siguen tras él, poco a poco sale de la ciudad llegando a un despoblado ya no hay casas, solo maleza el hombre cae exhausto, por suerte la obscuridad y la maleza ayudó a que los perseguidores pasaran sin verlo.
El hombre se pone de pie y se pierde entre la maleza al lado opuesto de dónde venía, cuando estuvo seguro de que ya no lo perseguían se acostó cómodamente en la maleza y se quedó profundamente dormido, tan dormido estaba que no se dio cuenta cuando llegaron sus perseguidores y sin darle tiempo a despertar acabaron con su vida.
—Por fin terminamos con este violador y asesino, la señorita Dolores fue su última víctima aquí termina su carrera sanguinaria, su cuerpo tiene que quedar aquí para que sirva de alimento a la rapiña y, como escarmiento para los bandoleros, pónganle el letrero en el pecho.
El letrero decía lo siguiente.
Este fin, van a tener todos los violadores, asaltantes y asesinos, prohibido levantar el cuerpo de este lugar, este asesino no merece descansar en lugar santo.
Allí quedó el cuerpo, poco a poco las personas se fueron alejando del lugar, al siguiente día el periódico de la ciudad daba la noticia, del fin del asesino, todas las personas se alegraron, excepto una mujer, una que lloraba silenciosamente abrazando contra su pecho a su hijo de escasos dos años de vida, aunque ese hombre la había abandonado cuando su hijo tenía pocos minutos de nacido y le había robado su patrimonio, no dejaba de sentir pena por la muerte del hombre, al fin de cuentas era el hombre del que había estado enamorada locamente, era el padre de su hijo, saco un rosario y empezó a rezar por el eterno descanso de su alma aunque ni todos los rosarios del mundo lo iban a salvar de ir directamente al infierno.
Pasaron los meses, y el evento se fue olvidando, a la ciudad llego un industrial muy rico, busco un terreno para construir una casa, le gusto el lugar en donde hacía casi un año habían matado al multi-asesino Pedro Gil, del cuerpo ya no quedaba nada la carne se la habían comido las aves carroñeras, y los huesos los perros callejeros y, lo poco que quedó se había desintegrado, en lugar donde cayó el cuerpo ahora lucía un bonito árbol de olmo, todavía era un arbusto joven, lucia muy hermoso.
Don Liborio Delgadillo, adquirió el terreno tenía en mente hacer su residencia en ese lugar, para ese fin le encomendó al señor Juan de la cruz un reconocido arquitecto, que hiciera los planos de la casa de modo que el árbol quedara en el patio en medio de la casa, como el dueño manda, el arquitecto acató sus órdenes, cuando la casa quedo completamente construida el árbol estaba en todo su esplendor, se veía hermoso en medio del patio, justamente al centro de la casa.
La casa era muy grande, la puerta de la entrada era de color azul así como las ventanas y todas las puertas de las recamaras, cuando las personas traspasaban la puerta de la entrada, les esperaba una vista maravillosa, se entraba por un ancho pasillo, este no terminaba continuaba a los lados, había varia puertas azules, varias columnas servían para sostener el segundo piso.
En la parte baja a la derecha se encontraba la sala principal, el salón de música, un despacho y un baño todo muy espacioso, a la izquierda, se encontraba una pequeña sala informal, un salón de juegos, al fondo una pequeña capilla donde pendía un cordel grueso que servía para tocar una campana que servía para llamar a misa a los habitantes de la casa descansaba en un campanario la capilla tenía puerta que daba a una recamara, los pasillos terminaba en dos escaleras una a la derecha y otra a la izquierda las cuales llevaban a la planta alta.
La casa tenía un primer patio con una gran fuente con aguas bailarinas. Cruzando este espacio se encontraba el gran comedor, la cocina también muy espaciosa, un pasillo dividía el comedor y la cocina este llevaba a los jardines con infinidad de varias flores de diferentes clases de color azul que estaban muy bien cuidados en medio se encontraba el árbol de olmo, al fondo estaban las recamaras de servicio para el personal.
En la planta alta había varias recamaras, todas contaban con ventanas y algunas daban al jardín de la casa, las cuales contaban con una vista maravillosa, era una gran casa al verla pareciera que iba a vivir una familia numerosa, pero el único habitante de la casa iba a ser un sacerdote que había recibido de regalo la casa, por el señor Delgadillo agradecido por haberlo absuelto de un grave pecado.
Cuando el sacerdote, llegó a la casa, se quedó maravillado, le dijo al hombre.
—¡No, no yo no puedo recibirla, esto es mucha casa para mí y lujosa yo hice un voto de humildad!
—Por favor padre recíbala no me haga el desaire de no aceptarla, por favor, se lo pido, haga usted lo que quiera con ella.
—Gracias hijo, voy a ver que hago con esta casa algo se me va a ocurrir.
—Bueno padre Lorenzo, me despido aquí le entrego las llaves, el notario hizo un escrito dónde dice que la casa es patrimonio de la iglesia, aquí le entregó una copia.
—Dios te acompañe hijo.
El padre Lorenzo era muy bondadoso, no tuvo mucho que pensar para saber qué es lo que iba hacer con la casa, había tanto pobre que dormía en la calle, iba convertir la casa en un albergue para tal efecto hablo con unas mujeres voluntarias para que le ayudaran con lo que se proponía hacer.
—Señora Teresa como usted es la que dirige al grupo de señoras voluntarias, quisiera pedirle su ayuda.
—Claro que sí, padre en que lo podemos ayudar.
—Mire Teresa, un buen hombre donó una casa muy grande, y quisiera usarla como albergue para los pobres que no tienen donde pasar la noche, pero quiero todo organizado.
—Si padre, voy a trabajar en eso, y luego le traigo el plan para ver si usted lo aprueba.
—Pero no tarde mucha señora, quiero empezar a ayudar a esa pobre gente cuanto antes.
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