Capítulo IX - Fiesta sangrienta
"No siempre somos cuerdos, a veces algunas de nuestras acciones pueden carecer de sentido".
Los hermanos Henderson fueron invitados a una fiesta. Al principio parecía que no iban a asistir, hasta que la gran idea de escaparse de la casa apareció. Y aquí están, a punto, quizás, de pasar las últimas horas de sus vidas.
Cuando aparecieron en el bosque, el vecino estaba en la entrada junto a los supuestos guardias que se encargaban de la seguridad de los jóvenes.
—¡Vinieron! —exclamó—. ¡Adelante!
—Solo será por un rato —afirmó Brenda, quien entró sin esperar a su hermano.
—¿Qué le pasa? —preguntó Iker.
—Nos escapamos para venir y está un poco nerviosa — respondió, intentando restarle importancia.
—¡Eso es de locos! —dijo Báez riendo.
—Eso creo —dijo el muchacho, pero la ansiedad comenzaba a apoderarse de él.
—De acuerdo, entra, hay muchas chicas hermosas —afirmó el muchacho—. Esto te va a encantar.
—Eso me gusta —dijo Daniel, aunque una preocupación se asomaba en su rostro—. Pero ¿este lugar es seguro al menos? Escuché mucho sobre el tal Josh Brown.
Los guardias comenzaron a reírse y cada uno expresaba su opinión sobre el caníbal. Ninguna de esas opiniones era buena, sino que tomaban como burla. Un grave error, puesto que el mismo estaba entre los árboles, prestando atención y escuchando todo.
—No te preocupes, amigo, es una leyenda urbana —comentó Iker, intentando minimizar el tema.
—Para ser una leyenda, muchos lo toman como si fuera algo muy verídico —opinó el joven Henderson, mirando a su alrededor con desconfianza.
—Cálmate y entra a la fiesta.
—Cierto, ya me estoy alterando bastante con una tremenda tontería. Vamos.
—Así se habla.
Todo era muy entretenido para Daniel; era lo que a él le gustaba y a lo que se acostumbraba. Por el contrario, su hermana la estaba pasando fatal, puesto que le parecía monótono, todos parecían ser iguales para ella. Así que, unas horas después de su llegada, fue a buscar a su hermano, quien bailaba con una chica en medio de todo ese gentío. Pudo entrar y hablarle.
—¡Oye! ¡tenemos que irnos!
—¿Qué? —exclamó el joven, sorprendido.
—Tenemos que irnos, pronto nos descubrirán.
—Aún es temprano, acabamos de llegar.
—Han pasado dos horas. Ya vámonos —replicó Brenda, quien agarró de la camisa a su hermano y lo sacó de ahí.
—Eres una aguafiestas —dijo el muchacho—. Siempre haces lo mismo en todos los lugares que vamos.
—Es por tu bien, hermanito.
El joven Henderson tenía signos de estar en estado etílico, algo que le sucedía a menudo.
—¿Por qué siempre excedes con las bebidas? —le preguntó su hermana—. Además, nuestros padres no saben que bebes alcohol.
—Y no lo deben saber o me correrán de casa.
—Si sigues así, pronto lo descubrirán.
—No lo creo, soy muy discreto en eso —aseguró, con un tono de confianza que no se sentía real.
—Se nota. Ahora vámonos.
—Solo un rato más.
—¡No! Nos vamos ahora.
—Está bien, madre.
Seguidamente de acceder a la petición, o a la orden de su hermana, se dirigieron hasta la salida. El muchacho apenas podía caminar y su peso era mucho para que la joven lo cargara, así que le pidió a Iker que lo ayudara a llevarlo.
—Fue tu idea lo de la fiesta, así que ahora me ayudarás a llevarlo a casa —le dijo a su vecino, que estaba hablando con una chica. Este accedió, y juntos lo cargaron. Lo llevaron por la ruta que en esas horas estaba vacía. Pero ocurría algo, no con ellos, sino en la fiesta.
Los hombres encargados de estar en el frente escucharon un ruido, un sonido que desearían no haber percibido y no haber investigado, puesto que los dos fueron donde provenía, solo para ser atacados de la peor manera posible. A uno de ellos lo sorprendió detrás de un árbol y, con varios hachazos, lo mató. El segundo guardia vio esto e intentó atacarlo, pero no sería suficiente., y desafortunadamente el sujeto no pudo con él. Finalmente, fue asesinado.
Podría decirte que esto acabó así, pero la mente del caníbal era muy turbia. Lo que pensaba hacer iba mucho más allá de cualquier atrocidad que había cometido hasta ahora. Antes de llegar a aquel lugar, trajo varios bidones de gasolina, la cantidad exacta para llevar a cabo una acción horripilante. Agarró los bidones y los vació alrededor de todas aquellas personas, es decir, alrededor de la fiesta. Al terminar aquel acto, prendió un fósforo y comenzaría la verdadera fiesta, una de sangre.
El caníbal entró a aquel sitio y asesinó a la mayor cantidad de gente posible en medio del humo y el fuego. Nadie lo veía, todos se limitaban a correr. Pocos serían los sobrevivientes, y los que les tocaba la mala suerte de toparse con él eran brutalmente atacados hasta la muerte. No quería dejar sobrevivientes, pero al final fueron diez en total los que pudieron escapar. Diez de cincuenta jóvenes que pudieron salvarse, sin contar a los hermanos Henderson e Iker.
¿Alguien habrá visto a la persona que provocó aquella masacre? No quería arriesgarse a eso, así que esto apenas estaba comenzando.
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