3
—Señor Jungkook —sollozaba la nana de Paloma— por fin lo encuentro. Olvidó su teléfono en el cuarto y no podía comunicarme. Por favor venga, la nena tiene fiebre y está temblando.
Otro salto ornamental emocional se dió paso para que toda la lujuria quedara hecha polvo en el pequeño habitáculo.
Corrieron a la habitación de Paloma, que convulsionaba en un charco de vómito. Jungkook corrió a sostener su cabeza, colocó a su niña de costado y le hablaba dulcemente mientras su cuerpito se sacudía con violencia. Protegió su cabeza con sus enormes manos y ordenó a la nana que llamara a emergencia y en cuestión de minutos los paramédicos estaban trasladando a Paloma a la clínica más cercana.
Jimin fue detrás de la ambulancia que llevaba a la nena y al papá. Él permaneció en la sala esperando que Jungkook saliera de la junta con los médicos con alguna novedad. Cuando este regresó pudo distinguir por su cara, que las noticias eran buenas.
—Está bien. La estabilizaron.
—¿La fiebre alta provocó la convulsión?
—Tal vez, pero no se sabe, ella tiene epilepsia, está medicada pero, bueno… a veces sufre estos episodios de mierda…
—Oh, Koo…
—Me siento tan culpable. La dejé sola y mientras ella sufría yo me comportaba como un maldito perro…
—Sshh, no, no. ¿Qué estás diciendo? Jungkook ni tú ni yo no tenemos culpa de nada.
Kook sollozaba por lo bajo y cuando Jimin lo abrazó él se largó a llorar sobre su hombro.
—Perdón, Jimin… Esta noche debía ser de reencuentro y de alegría y no he parado de darte malos momentos.
—¿Los besos y caricias fueron malos para ti?
—¿Qué? No, no, Jimin, esos besos, Dios, aún te saboreo en la boca.
—Entonces no te arrepientas nunca de lo que nos pasó. Por favor. Odiaría sentir que vuelvo a ser un error en tu vida…
—Nunca fuiste un error...
—¿El señor Jeon Jungkook? —interrumpió el pediatra requiriendo su presencia.
—Sí, sí, soy yo…
Miró a Jimin que se había levantado al lado de Kook.
—¿Son los padres de Paloma?
Jungkook dirigió una mirada pícara a Jimin cuyas mejillas se habían tornado rojas.
—No, solo yo.
—Ok, acompañarme al consultorio, señor, por favor.
Tomaron asiento.
—Paloma duerme —comentó el médico.
—Sí, después de cada episodio duerme por horas.
—Así es, No ha sufrido contusiones y se encuentra estable. Así que podrá llevarla en breve. No necesita estar aquí.
Jungkook sintió gran alivio tras lo dicho por el médico.
—¿Ella está medicada por su epilepsia?
—Sí. Por supuesto. Toma anticonvulsivantes desde los tres años que tuvo la primera crisis.
—Bien. Entonces usted ya sabe cómo actuar en estos casos. Igual haga consulta con su neurólogo personal cuando regrese a su hogar. Pero por ahora, déjela descansar y después, vida normal. Procure que esté bien hidratada, que descanse, que duerma bien, y por favor, nada de pantallas por los próximos días.
—Sí, sí. Está bien, Doctor, gracias.
—¿Señor Jeon? Con todo respeto ¿Me permite una indiscreción?
JK pensó que sería algo referido a su niña y antes de que él contestara el médico largó:
—¿El joven que está con usted, es Park Jimin, el bailarín?
Junto a la pregunta JK pudo distinguir el olor rancio de las feromonas que el pediatra lanzó al pronunciar el nombre del omega.
—Doctor, esa es una indiscreción que no le permitiré. Y con todo respeto, guarde sus olores para otro omega, este es mío.
Hizo una reverencia. Dio media vuelta y antes de retirarse y sin mirarlo, dijo:
—Gracias por atender a mi hija.
Salió de allí sorprendido por haber dicho que Jimin era «su omega» ¡Pero en el fondo, le había encantado! Eso no impidió que bufara bajo, era el segundo hombre en la noche que se había «alborotado» ante la presencia de Jimin.
«No los culpo» —pensó. —«Yo estoy igual que ellos…»
Jimin estaba semi agachado, frente a la máquina expendedora de café brindándole una vista exclusiva de sus proporciones irreales.
Él se quedó observándolo a la distancia y no pudo evitar pensar:
«Ya estoy celoso de ti y no somos nada, Jimin. ¿La vida a tu lado sería así? ¿Con cada alfa rondándote y babeando por ti? ¿Sería, yo, capaz de tolerar algo así?»
—¡Oh, Kook… estás allí!
Corrió para llegar a su lado.
—Ey… —Chasqueó sus dedos frente a Jungkook —¿Dónde estás? ¿Qué piensas?
—Nada. Nada especial.
—¿Qué dijo el doctor? ¿Está todo bien con Paloma?
Jimin frunció el ceño al estar más cerca de él…
—¿Qué es ese olor?
JK blanqueó sus ojos….
—Del médico. Me preguntó por ti y acto seguido me lanzó un bocanada hormonal… Supongo que eso provocas, Jimin. ¿Siempre alteras a cada alfa cerca de ti?
Jimin no se esperaba ese tono mordaz y tampoco lo permitiría.
—¿Estás insinuando que es mi culpa?
Jungkook no pudo evitar hacer un gesto que Jimin entendió como una protesta silenciosa.
—No me reclames nada, Jungkook, ni me culpes. Estoy en celo. Ya te lo he dicho. Es normal que esto ocurra debería estar encerrado en mi cuarto o mejor… se quedó callado.
—¿Mejor que? ¿Que ibas a decir…?
—Nada.
—Dilo.
—Mejor entre tus piernas, devorándote bocado a bocado.
Por segunda vez en la noche, el sensual momento se vio interrumpido por la enfermera que anunció que ya podían llevarse a la nena.
En cuanto le dieron de alta a Paloma, regresaron al hotel. La niña seguía durmiendo.
—¿Palomita está bien, por qué duerme tanto?
—Queda agotada después de una crisis. Pero mañana estará como si nada y haremos vida normal.
Jungkook con sus enormes ojos profundos miró a Jimin, y regresó la culpa que había sentido en el hospital.
—No me vayas a decir de nuevo que se arruinó la noche JK. No te lo permito.
El sonrió, porque era exactamente lo que estaba pensando.
—¿Quieres tomar algo conmigo en el balcón antes de irte?. Es temprano aún…
—Me encantaría, JK. Muero de sed.
—No sé que irá a pasar después de esto, Jimin, pero siento que todo mi mundo se ha movido bajo mis pies.
Yo... yo no he sentido nada por nadie, ni siquiera por la madre de Paloma… y llegas tú y pones mi mundo patas para arriba.
—¿Qué quieres decir?
—Solo eso… siento cosas aquí y mi lobo no para de gritarme al oído.
—Jungkook, yo-o, te-e juro que no estoy en condiciones de iniciar nada con nadie, pero mi lobo te reconoce, él está como loco.
—El mío también. Sé que es muy pronto para iniciar cualquier cosa, ni siquiera sabemos quién es quién en estos momentos y después de una década de no vernos. Tú no sabes quién soy y yo solo sé de ti, lo que leo en los medios y las redes… o sea, nada.
Clavó sus ojos en los de Jimin.
—Pero, créeme, sé que eres tú. Siempre fuiste tú.
—Realmente crees que nosotros…
—Jimin, yo solo quería pasar un rato a tu lado y poder expresarte todo mi arrepentimiento por lo idiota que fui de niño, haciéndote sentir mal frente a todos y despreciándote.
—Kook, eso fue hace mucho.
—Pero déjame decirlo por favor. Llevo esto clavado en mi pecho desde entonces…
—Dilo, te escucho, JK, dime ahora lo que llevas guardado hace años.
—No estaba capacitado para recibir lo que me dabas, Minnie. Era un niño. Tonto y feo que recibía las atenciones de un chico, no de una chica... y eso, no podía asimilarlo, ni aceptarlo.
—Feo no eras, eras hermoso…
—Para ti. Que no sé qué me veías…
—Quizás veía en ese niño el bello hombre en que te convertirías.
—Imposible, pero, como sea, después que partiste sin siquiera despedirte, comencé a darme cuenta cuánta falta me hacías. Extrañaba tu "acoso", te extrañé tanto que lloré cada noche por años enteros. Llegué a pensar que te habías ido por mi culpa.
Jimin tenía los ojos vidriosos. Él nunca, jamás esperó que JK se sintiera de ese modo.
—No fue tu culpa, Jungkook, mi profesora de danzas vio potencial en mí y le aconsejó a mi madre que me llevara a estudiar a la mejor escuela de artes de Seúl. Y allí partimos mi madre y yo. Lloré el día de la partida porque no te vería nunca más, aún sabiendo que tú solo sentías rechazó por mí. Escribí una carta que debes haber roto en el mismo momento de recibirla.
—No fue así. La leí imaginando tu voz y esa noche lloré sosteniendo la carta en mi pecho. No sólo no la rompí, Jimin, esa carta va conmigo a donde quiera que yo vaya.
—Es mentira.
—¿Por qué mentiría?
JK sacó su billetera y extrajo de uno de sus bolsillos la carta doblada prolijamente en varias partes. Ajada, amarillenta y a punto de romperse toda.
Jimin miró el papel, lo tomó entre sus manos, reconoció su letra y formó un puchero con sus labios que Jungkook besó profundamente. Las lágrimas no dejaban de caer…
—Esta carta, Jimin, me mantuvo unido a ti todo este tiempo…
—Koo, yo… no sé qué decir.
—No digas nada. El destino o como quieras llamarlo, nos reunió en este paraje del fin del mundo y pudimos reencontrarnos. Por fin pude decirte lo que solo en sueños creí que te diría. Me siento liberado y feliz.
—Eres hermoso, Jungkook. ¿Puedo besarte?
—No, Jimin. La próxima vez que me beses será cuando estés seguro que soy tu destinado y cuando estés dispuesto a que desgarre tu cuello con mi marca. ¿Estas de acuerdo?
Sonrió y contestó…
—Estoy muy de acuerdo.
Se levantaron los dos, Jimin se dirigió a la puerta como para irse.
—¿Qué harás mañana a la noche, Jeon Jungkook?
—Mmm, mañana a la noche…
—Necesito escuchar que deseas estar conmigo —Lo interrumpió.
—Deseo con toda mi alma estar contigo, Jimin.
—Estaré esperándote, Jungkook, en mi cuarto y sin tomar supresores.
Kook y sus ojos redondos, él y su endiablada sonrisa de conejo, él y su cuerpo deseable… Jimin no podía seguir ocultando lo que le pasaba…
—Voy a besarte. Voy hacerte mío, mi lobo ya sabe que eres mi omega, solo falta que tú lo aceptes.
—Yo lo acepto, Jungkook. Mi lobo también te reconoce como mi alfa.
—Esta vez no te dejaré ir, Jimin.
—Tú ya pusiste tus límites. No más besos si no hay marca, ¿Verdad?
—Sí.
—Pues… ¡Que así sea!
El alfa se acercó peligrosamente a los labios de Jimin y casi rozándolo le susurró...
—Le haré el amor a tu boca con la mía…
Jimin se quitó del cuello la cinta negra y la ató en la muñeca de Jungkook. Kook pudo sentir el perfume de su omega en la cinta y pensó que esperar hasta mañana se presentaba como la tortura más grande de su vida.
JM antes de ingresar al ascensor, lo miró y sentenció:
—Hasta mañana mi alfa. Sé puntual.
—Hasta mañana mi omega. Cuenta con ello.
Fin
EPÍLOGO (cortiiito)
Antes de que las puertas del ascensor se cerraran, el brazo tatuado de Jungkook lo impidió y con el otro tomó a Jimin de la cintura y lo sacó de allí.
—Koo...
—Jimin, retiro lo dicho. Retiro todos mis estúpidos límites...
—¿Qué dices?
—Digo que no quiero esperar a mañana para hacerte mío. Digo que puedes llamarme «Bebé» cuantas veces quieras, y mejor si lo haces cuando estemos juntos y yo jadée sobre tu cuello.
Digo que me beses y me lleves a tu cama ahora mismo.
Prometí hacerle el amor a tu boca con mi boca...
—Sí, mi amor.
—Pues, necesito hacerlo ahora mismo, estoy que me muero...
Jungkook lo tomó por la cintura y lo inclinó para llegar a sus labios y lo besó como si fuera la última vez en su vida.
Llegaron a la habitación de Jimin, prácticamente desnudos, porque la lucha entre sus pieles y la ropa había comenzado dentro del ascensor, testigo silencioso de toda esta historia.
Se amaron durante toda la noche. La marca profunda sobre el cuello de Jimin, sangró con olor a manzana y Jungkook entendió que todo el tiempo que estuvieron separados, valió mil veces la pena, solo por haber podido vivir este momento junto a su hermoso destinado.
Jungkook y su lobo creyeron que se morirían de placer, pero no, siguen vivo y gozando de cada gemido que el omega canta bajo sus cuerpos.
Krasnyy y Sialuk ahora son uno, y esto es para siempre.
Ahora sí... Fin.
Un cuento de Caracola.
___________________________
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro