El bicolor bajó del carro, caminó hacia la puerta de aquella casa y la golpeó cinco veces para que el dueño saliera.

Por mensaje, acordó pasar por México para ir a comer a algún lado y a pasar el rato.
Claro que lo hizo siendo obligado por el australiano, ya que este veía como Canadá era demasiado tímido como para avanzar por sí solo en el plan que ambos "acordaron".

-- ¡Holis wey! --saludó una vez abrió la puerta.

-- Hola, México --devolvió con una sonrisa.

El canadiense entró a la casa del mexicano mientras ambos conversaban.
Se centraron en hablar, así que tomaron asiento en el sillón de la sala.

Al parecer ya no iban a salir a algún lado, era mejor plan quedarse en casa mientras hablaban y comían yogurt que México había ofrecido.

Cien veces mejor que ir a pasear, según Canadá.

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