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único

La carta que le fue entregada no tenía alguna clase de remitente, sólo estaba envuelta con una rosa negra, dentro del sobre había varios pétalos de muchos colores. La única señal que necesitaba para saber de quién era dicha carta.

El aprecio que el santo de piscis ponía en sus flores siempre era palpable. El olor de estás lleno su sistema apenas la abrió. Si mal no recordaba en una ocasión antes de dejarlo solo en sus aposentos privados, Aphrodite comentó que sus rosas eran un reflejo de su persona, su poder era lo que las protegía y hacía tan hermosas.

Aunque era deshonesto decir que lo recordaba gratamente. Aunque sus momentos con Aphrodite era como una “luz” entre la locura de su subconsciente muchas veces ésos momentos transcurrían durante hechos de los que no se enorgullecía o directamente prefería olvidar.

Suponía que por eso le llegó la nota. Había estado esos 2 meses evitando a Aphrodite, en silencio le veía por el rabillo del ojo mientras seguía su camino, encargándose de pagar sus pecados lentamente.

En está ocasión hacer un excepción no era mala idea. La nota era concisa, una invitación a su templo con una hora en específico como tiempo límite, luego de eso le daría toda la tierra de por medio qué necesitará.  Mirando la hora, sería esa misma noche así que le daba el suficiente tiempo para arreglarse perfectamente.

____

El reloj marcaba entre las 9 y las 10, faltaban 2 horas como plazo límite. El dulzor de las rosas del templo de piscis se esparcía levemente cómo única compañía del guardián del templo. Parado a la espera de su acompañante.

Levemente su mirada se movió a un costado cuando fue capaz de escuchar los pasos de una persona. La silueta no tardó en hacerse notar, quedando Geminis y Piscis frente a frente. Ambos en ligero silencio, Saga mantenía un rostro serio, inexpresivo pero sereno mientras Aphrodite directamente sonreía en galantería al ver al mayor de la orden nuevamente frente a él.

Saga se apoyó en la pared a su lado. El primero en hablar fue él.

— Supongo que debo empezar disculpándome por la tardanza.

— No necesariamente. Supuse que estarías ocupado haciéndote cargo de tus asuntos pendientes, desde nuestra falsa traición con Hades lo noté, más nunca tuvimos tiempo suficiente para conversar personalmente. Aunque ganas no me faltaban en ese momento. — Entregandole la rosa en su mano a Saga expresó sus pensamientos. Mentalmente Saga agradeció la comprensión de su compañero.

— La vida de un santo está llena de batallas. No puedes culparme, hemos tenido muchos momentos difíciles en poco tiempo. Y si, he estado hablando con Athena estos días, no quiero portar géminis hasta que me sienta digno. — Aphrodite arrugó los labios guardando un ligero silencio, era bastante consciente del sufrimiento de Saga en su anterior estado.

— Puedo entenderlo, pero eso no significa que piense que mereces auto castigarte tanto. Después de todo, tu hermano ya lo hizo y tú al igual que él ya demostraron lo que valen.

— ¿Te parece que compararme con Kanon es buena idea? — Rodando los ojos ironizó. —  A él le falta la vergüenza que yo si tengo.

— Tengo recuerdos que dicen lo contrario. — Alegó con suma picardía, haciendo reír a Saga.

— Volviendo al tema. — Su voz se tornó sería pues no deseaba que su conversación se fuera a ese tono. Aún por lo menos. — Aunque no lo entiendo del todo, voy a aprovechar que salí de ese castigó del que estaba.

— También hablé con Athena de eso, a decir verdad. Llegamos a la teoría de que estabas influenciado por un parásito, una semilla de la diosa Eris específicamente.

— Dudo mucho que sea eso.

— Pues lamento informarte que puede ser la realidad, sus Saintias estuvieron más tiempo conviviendo contra ellas que varios de nosotros, ellas confirman que es lo más seguro. — El guerrero de géminis dudó, cruzándose de brazos analizando tal posibilidad, no recordaba la presencia más cercana a Eris en ningún momento. Los tiempos tampoco le parecían coincidir, pero otra posibilidad no tenía.

No lo pensaría de momento.

>> Si mal no recuerdo una estaba muy interesada en ti. Curioso que ya no te recuerda. — Un comentario alzar, seguramente Saga no se había dado cuenta de ese detalle.

— ¿Celos? — Inquirió por lo bajo, Aphrodite parecía aguantarse las ganas de reír por semejante acusación.

— ¿Celos de una joven sin memoria? Eso no está en consideración, querido. — Se jacto.

—  Si tú lo dices, aunque recuerdo que tus arrebatos de celos existían. Y ya que mencionaste un par de veces a Athena ¿Crees que está mejorando? Si mal no recuerdo me dijiste tus pensamientos sobre ella cuando te pedí que la escoltaras.

— Ha mejorado bastante, o por lo menos ha llegado muy lejos. Eso es imposible de negar. Siento que sigue siendo lo suficientemente ingenua y sentimental, tal vez no sea tan mala del todo porque lejos de la primera impresión me he demostrado que si vale la pena entregarle mi lealtad.

— Supongo que tienes razón. Por último, sobre la relación que manteníamos, ¿Te parece si vamos desde 0? Si bien fuiste muy preciado para mí, en ese momento yo no me encontraba de la mejor manera y hubo muchas cosas de las que no me siento orgulloso. ¿Lo podemos arreglar?

— No tienes que explicarme mucho realmente.  Las puertas de mi templo siempre estarán abiertas para recibirte.

— Gracias.

— ¿Quieres quedarte el resto de la noche?

— ¿Nada de indirectas ni indecencias? De ser el caso, con gusto.

— Te recuerdo que entre los 2 el pervertido eras tú. En el trono, en el sauna, en los templos, con o sin lencería.  Aún tengo la lencería por sí acaso. — Enumerando lentamente cada una de sus travesuras junto le atacó. Saga no necesito mucho tiempo para recomponerse en responder,  riendo entre dientes.

— Te dije que hay muchas cosas de las que no me siento orgulloso.

— Como tu digas. — No puso más objeciones, tomando la mano del dorado de Géminis.

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