3-. Albert.
Albert siempre había soñado con ser director de cine, como su padre Guillermo, un célebre cineasta, dueño de "Dinamark's Studios", que había muerto apuñalado en su estudio, Albert nunca pudo superar su pérdida, y se sintió aún más traicionado cuando su madre Gertrud se casó con el hermano de su padre, Claudius, un ambicioso productor que se hizo cargo de la empresa familiar. Albert se refugió en la compañía de su amigo Hugo, un psicólogo que estaba secretamente enamorado de él, pero que no se atrevía a confesarle sus sentimientos. Hugo sabía que Albert estaba obsesionado con la muerte de su padre, y que sospechaba que había algo turbio detrás de ella. Albert le contó que había soñado con su padre, y él aseguraba haber sido asesinado por Claudius, Hugo le advirtió que sólo eran eso, sueños, por la reciente pérdida, pero Albert no obedeció. Estaba decidido a descubrir la verdad, y a vengar a su padre si era necesario.
Claudius disfrutaba de su recién adquirido poder, sin importarle el dolor de Albert. Claudius tenía planes de expandir su negocio, con la ayuda de su asistente Paulino, un hombre servil y adulador, que tenía dos hijos, Lautaro y Lia, que trabajaban en la productora. Lautaro era un actor joven y talentoso, que se veía relegado a papeles secundarios. Lia era una guionista creativa, que escribía historias llenas de pasión, pero Lia estaba enamorada de Albert, su eterno amor secreto.
Albert arrastró a Hugo hasta la terraza y le dijo:
—Hugo, mi padre me habló en sueños. Quiere venganza. Claudius lo mató, no fue un ladrón. Hay algo podrido en esta familia.
—¿Qué vas a hacer?. No tienes tiempo para planear nada.
—Haré mi primer cortometraje, con tu ayuda. Necesito actores nuevos, no confío en Lautaro ni en Lia. El corto será una recreación de la muerte de mi padre, donde Claudius lo apuñala por la espalda
—Quieres ver su cara al descubrir tu acusación.
—¡Así es! Ojalá mi padre hubiera vivido más, pero la muerte es impredecible.
—¿Qué te dijo tu padre esa tarde, antes de morir?
Albert respiró hondo:
—Me aceptó.
—¿Aceptar qué?
—Que soy homosexual, Hugo. Lo aceptó. Él me aceptó, por eso no puedo dejar impune su muerte.
—Vaya... No me esperaba que lo fueras —él rascó su nuca con nerviosismo. Pero realmente era lo que deseaba—. Y... ¿Tú cómo descubriste que eras homosexual?
—Lo descubrí a mis diez años, cuando York, uno de los actores de una cinta de comedia que dirigió papá me empezó a mirar con deseo, tal vez era algo enfermizo. Yo sólo era un niño, pero a mis trece años, él pidió verme, yo accedí, admito que él me gustaba, siempre me hacía reír, nos besamos un par de veces, pero no llegamos a nada complejo, pues él murió en un trágico accidente y no lo volví a ver.
—¿Y si te dijera que soy igual que tú?
—Primero debo vengar a mi padre, luego tendré tiempo para amoríos.
Lautaro subió a la terraza, los vio sospechosos y alertó a Claudius de la extraña conducta de Albert. Lo creían loco o tramposo. Paulino le pidió a Lia que lo vigilara, pero Albert seguía fingiendo. Sólo con Hugo, su cómplice en el cortometraje, se mostraba normal:
—Ya tenemos casi todo listo.
—Menos el título de la obra —apoya su antebrazo contra la mesa.
—Mañana anunciaré su título, relájate compañero —planta un beso en sus labios dándole un leve masaje en los hombros.
El día de la premiere, Albert reunió a todos en el cine, y presentó su corto, acudieron todos, excepto Lautaro que viajó por negocios:
—Gracias por venir, espero que disfruten mi corto titulado "Ser o no ser". Es una historia muy personal para mí, y espero que les atraviese el corazón.
El corto empezó a rodar, pero conforme pasaban los minutos el rostro entusiasmado de los presentes cambió por uno confundido. Al llegar a la escena donde Guillermo moría a manos de su hermano, Claudius se sintió ofendido e incómodo por la acusación de Albert, y salió de la sala. Gertrud siguió a su hijo, y lo enfrentó en su oficina:
—¿POR QUÉ LEVANTAS BLASFEMIAS A TU TÍO?
—No son blasfemias madre, es la verdad. Mi padre se me ha presentado en sueños, él me lo dijo.
—Eso es una locura, las personas tenían razón. Has enloquecido, Albert.
—No madre, Claudius, es el culpable y te lo demostraré aunque muera en el intento.
En ese momento algo se movió en la escotilla de ventilación y Albert tomó un arma que había en un cajón de la mesa.
—Este es mi momento de probarlo, Claudius está oyendo nuestra conversación —él puso el silenciador y dio Un disparo— he aquí, a tu amado esposo, MADRE.
Abrió la escotilla, pero quien estaba allí, era el cuerpo inerte de Paulino quien los había perseguido para oír la conversación. Gertrud salió corriendo a buscar a Claudius, y le contó lo que había pasado. Claudius se llenó de ira, y decidió deshacerse de Albert. Le dijo a Gertrud que lo enviaría al exterior, para que se recuperara, pero en realidad contrató a unos sicarios para que lo mataran en el camino.
Albert se estuvo quedando un par de días en casa de Hugo, mientras las cosas se calmaban.
—¿Te irás de aquí? —pregunta Albert a Hugo quien empacaba.
—Debo ir a reunirme con unos amigos.
—¿Nos volveremos a ver?
—Espero que muy pronto —Hugo sonríe y se marcha.
Al siguiente día Albert se movilizaba con unos tipos sin saber que eran sus verdugos, pero como si la suerte estuviese de su lado, ellos decidieron detenerse para comprar comida, dejando solo a Albert, pues no debían mostrarse sospechosos. De repente observó un mensaje de Claudius en el celular de uno de ellos:
Claudius: No actúen sospechosos, él es muy listo. Déjenlo que se divierta si es posible, pero deben eliminarlo hoy mismo. Ese chico es un peligro para todos.
Albert no podía creerlo, así que aprovechó para cortar los frenos del auto mientras ellos no estaban. Tenía el plan perfecto, y él saldría victorioso.
Los tipos entraron al auto e iban a arrancar pero él habló:
—¿Les parece una carrera hasta el semáforo? yo alquilaré aquella moto —señala una que estaba a su lado—, si yo gano, me dejan conducir su auto, pero si ustedes ganan, les pagaré un millón de dólares a cada uno y le daré una cita conmigo al que quiera.
Los sicarios aceptaron, pensando que era una oportunidad de oro. Albert arrancó en una moto, y ellos lo siguieron en el auto. Cuando el semáforo se puso en rojo, Albert frenó, pero el auto no pudo, y se estrelló contra un camión, matándolos. Albert se retiró del lugar de los hechos para enfrentar a su tío. Pero primero pasó por el cementerio, y se encontró con el funeral de Lía; se había suicidado. Lautaro había regresado de inmediato al enterarse de la muerte de su hermana, pues cuando murió su padre no había podido volver, Claudius le había contado que el responsable de la muerte de Paulino había sido Albert.
–¿QUÉ HACES AQUÍ? eres el culpable de las desgracias de toda mi familia –se acerca con enojo a Albert—. Tú mataste a mi padre.
—No lo maté yo, Lautaro. Fue el destino.
—Maldita sea la hora en que mi hermana puso sus ojos en ti. Ayer vio las grabaciones de las cámaras de seguridad, donde tú y Hugo se besan muy apasionadamente. Ahí entendió porque la rechazabas y se suicidó porque el hombre que ama es Gay.
En ese momento, Albert sintió algo extraño en él, lo ignoró y caminó hacia la tumba de York.
—¡Pobre York!; eras un hombre de infinita gracia y humor ¿Dónde están ahora tus chistes? ¿Dónde están tus besos que encendían mi pasión? ¿Cómo se ha marchitado tu belleza, que cautivaba mi mirada? ¿Cómo se ha podrido tu cuerpo, que me daba tanto placer? —da un beso a la fría lápida.
Por otro lado, Lautaro llamó a Claudius para contarle que Albert había regresado. Se llenó de furor, si no mataba antes a Albert, él terminaría matándolo a él. Claudius no tenía más remedio y le comentó a su esposa:
—Lo sé —comentó ella—. Ya le ha hecho mucho daño a todos, creo que es lo mejor. Como mi último acto de amor prepararé su postre favorito, pondré veneno en él para que tenga una muerte tranquila.
—Él es desconfiado —afirma Claudius con temor.
—Llevaré un trozo sin envenenar.
Gertrud citó a Albert en el jardín de su casa, pero él llegó con un arma, diciendo que era para defenderse. Claudius y Lautaro observaban desde arriba, tenían una ballesta y flechas con veneno, pues no eran muy buenos con su puntería, así que a donde diera la flecha terminaría matándolo.
Gertrud le ofreció una rebanada de pastel a Albert, quien no muy convencido observó hacia la ventana, allí vio a Claudius y Lautaro quienes se escondieron al instante en que los observó.
—Madre, puedes traerme una soda, por favor —pide con educación.
Gertrud se puso de pie y fue a buscar la soda. Al instante en que se marchó, Albert cambió los postres. Al llegar su madre ella le insistía en que comiera, él llevó el primer bocado a su boca y su madre también
—¿No te sientes mal? —preguntó ella.
–Ahora que lo mencionas, tu nariz está sangrando, MADRE —hace un ademán de limpiarse.
Gertrud empezó a toser y se dio cuenta que él lo había descubierto todo, y en un instante, ella murió. Al ver la escena, Lautaro disparó la flecha que se incrustó en la pierna de Albert, podía sentir como sus músculos se tornaban pesados y disparó hacia la ventana, dándole a Lautaro en el corazón y haciendo que caiga por la ventana. Albert era consciente del poco tiempo de vida que le quedaba y de inmediato fue a buscar a Claudius, quien intentaba escapar por el jardín, al pasar por el cuerpo de Lautaro recogió una de las flechas envenenadas para asesinar a su tío, lo tomó con pocas fuerzas y clavó la flecha en su estómago. En ese momento, alguien llegó apresuradamente al jardín, era Hugo.
—Oh, Albert! ¿Qué has hecho de ti? Antes eras el más gallardo y gentil, y ahora eres un espectro de lo que fuiste —dice Hugo, llevando una mano a su boca, sorprendido por la escena.
—Vengaré a mi padre aunque sea lo último que haga.
—¿De qué hablas muchacho? —Claudius dijo, con voz cansada—. Yo no maté a tu padre, yo sólo quería su riqueza.
—¿Por qué huíste del cine aquel día? —preguntó con confusión.
—Porque me estabas haciendo quedar mal frente a todos, e intentaste asesinarme. Por eso he querido eliminarte, para evitar mi muerte.
Instantaneamente Claudius murió, y Hugo se acercó hacia Albert, quien cayó desmayado al suelo por el veneno.
—Él no asesinó a tu padre, estos días que estuve fuera fue porque recuperé las grabaciones del día de la muerte de tu padre. Quien lo asesinó fuiste tú, Albert.
—No...—sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Tienes amnesia disociativa, los sueños con tu padre eran para olvidar el evento traumático que viviste. Asesinaste a tu padre al confesarle que eras gay, él no lo aceptó. York abusó de ti cuando eras un niño, tú pensabas que sólo era amistoso contigo, pero también lo asesinaste, busqué en los registros, él fue apuñalado. No murió en ningún accidente, pero te gustaba creer que fue así.
—He cometido un crimen horrible. Maté a mi padre por rechazarme. Viví una mentira, hice daño. Estoy moribundo. Te lo digo antes de irme. Te amo, Hugo.
—No Albert, no digas eso.
—Dame un último beso, amado mío. El último que recordaré.
—Te lo doy, Albert. Te lo doy con toda mi alma.
Ambos unieron sus labios en un dulce y apasionado beso, pero finalmente Albert murió en sus brazos.
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