𝑳𝑨 𝑰𝑵𝑪𝑬𝑹𝑻𝑰𝑫𝑼𝑴𝑩𝑹𝑬 𝑫𝑬 𝑼𝑵 𝑭𝑼𝑻𝑼𝑹𝑶 𝑰𝑵𝑴𝑬𝑫𝑰𝑨𝑻𝑶
No hay nada que agobie más el espíritu de un hombre que el acto de enfrentarse a la incertidumbre de un futuro incierto, sabias palabras, pero cuando a aquella frase le añades el valor del tiempo inmediato, se convierte en un miedo que carcome lo más profundo de la psique de ese mismo hombre.
Hoy en día la gente tiene un constante miedo a morir, pero ahí entraríamos en un debate en sí mismo, pues realmente ¿sabemos qué significa morir? Para muchos la muerte es simplemente el abandono del plano físico en el cual hasta donde se sabe es el único posible plano o realidad en el cual tenemos la oportunidad de sentir, amar, experimentar, hacer tangible y salir de nosotros mismos. Es para algunos todo lo relacionado con el sentir y estar consciente que dicho sentir hace parte de la propia existencia, por ende, la ausencia de del mismo sería visto como la muerte.
Para otros la muerte está dentro del concepto etimológico que se puede tener ante el olvido y el acto de olvidar, pues se entra en el punto en que el olvido es la mejor forma que tenemos de borrar algo que pasó en el mundo material o que simplemente fue parte de un mundo de ideas que tal vez llegaron en un mal momento. ¿Será por eso que las personas de antaño se esforzaban tanto porque los recordarán?
Todo este cúmulo de curiosidad vino a mi debido a que hace poco encontré una nota de noticia que hablaba de que hay personas que están aprovechando los avances recientes en la ciencia médica para pagar insanas cantidades de dinero por un tratamiento de "rejuvenecimiento". En términos simples es que están haciendo procesos con sangre de gente más joven, mezclada con la sangre del paciente, logrando reactivar aquellos aspectos del cuerpo que permiten la regeneración celular del tejido, facultad que empiezan a perder nuestras células cuando más viejos nos volvemos.
Aquí es donde me lleva a la reflexión desde varios puntos, como primero; se nota como hay personas que le tienen un miedo incontrolable al acto de simplemente dejar de estar presente en el mundo mismo, tanto como para derrochar el dinero y así retrasar aquello que es inevitable para todo aquel ser que se encuentre vivo.
Otro punto, me lleva a pensar en esos hombres y mujeres románticos de la vejez, aquellos que asocian esa etapa de la vida como una etapa llena de tranquilidad, plenitud, satisfacción de sueños cumplidos, sentimiento de nostalgia y sabiduría, cosa que a mi parecer me parece noble y menos egoísta que la gente anterior. Pues nace del deseo de ver el mundo progresar desde una vista de espectador más calmada y al mismo tiempo, en consciencia de que los cambios te van apartando de la sociedad moderna.
Hay que admitirlo, si estuviera dentro de nuestras posibilidades adquisitivas, todos pagaríamos por ese tratamiento de rejuvenecimiento. Así, como dije anteriormente que la vejez es vista como un momento de satisfacción, sabiduría, plenitud y nostalgia; se ha notado cómo la realidad de nuestra sociedad nos carcome. Pues se siente cada vez más complicado e ilusorio el soñar con que llegaremos a la vejez con total plenitud; de ahí parte ese miedo casi patológico que nos sirve de excusa para no desear la muerte y decir que no estamos listos.
No nos agrada que la gran velocidad del mundo moderno nos deje sin tiempo para llegar a aquella etapa de la vida que se ha romantizado como una etapa para disfrutar mientras vez como se agota tu propio tiempo, haciéndonos más y más preocupados por no haber hecho lo suficiente. Esto es culpa de la misma sociedad como conjunto, pues cada vez son más las personas que motivan a otras a que deben siempre estar produciendo y sentirse orgullosos por ser más útiles desde temprana edad.
Un tiempo donde siempre se premia al joven que empieza a demostrar sus talentos desde la tierna infancia para así poder saber hacía donde apuntalar su conocimiento, habilidades que luego serán perfeccionadas y profesionalizadas de forma pronta y presurizada.
Para terminar por ser lanzado durante el resto de tu vida a un mundo laboral que te carcome y puede llegar a superarte en muchos sentidos sencillamente por el el nuevo, el joven y el inexperto de la vida. Y sólo a fuerza de malas experiencias y golpes con pared es que terminas comprendiendo el juego de ganarse la vida.
Si bien este punto puede sonar muy correcto y maravilloso de pensar a muchos niveles, hay que ver también los puntos negativos más concretos de estar realmente presente, incluso cuando no hay espacio para ti.
Como pequeño adelanto, aquí es donde entra la pregunta que a muchas personas les puede llegar a la mente en un atisbo de genialidad a la hora de terminar de leer aquella nota sobre el magnífico tratamiento, casi milagroso que permite rejuvenecer el cuerpo, la sobrepoblación. De ahí es donde viene este punto; que al mismo tiempo es un ejercicio de comprensión personal, pues constantemente la realidad en la vivimos me deja siempre el mismo panorama para que saque la misma conclusión.
Y lo sé, sé que puede sonar todo como que es que estoy siendo alguien carente de perspectiva y que no logro dimensionar los puntos a favor que puede tener la idea de tener una mayor durabilidad de vida. Pero hay que comprender algo.
¿Con qué fin estamos buscando alargar nuestro tiempo de juventud? ¿Para ser más útiles durante más tiempo? ¿Por qué le tenemos un miedo incontrolable a la muerte? ¿Es posible que a pesar de todos estos años de experiencias y de evolución, aún no podamos estar preparados para el simple acto de perecer?
Posiblemente nos encontramos en ese punto de la conversación en donde la gente puede sentirse identificada al ver las posibilidades que ofrece un tratamiento como ese. Todos podemos pensar en aquella pareja, familiar o amigo que se marchó antes de tiempo, y peor es el recuerdo cuando dicha persona lo hace antes de que ocurra algún evento importante. Y si bien puedo encontrar algo de sentido en esos casos, ¿Qué pasa entonces con la gente joven?
Es válido que un hombre de cincuenta y seis años, decida gastar un montón de dinero para terminar sometido a una dieta estricta, una rutina de mañana y de noche determinada por un especialista, una gran parte del día reducido a estar conectado a aparatos que te chequean en todo aspecto, y claro, que tengas que inyectarte la sangre tratada en laboratorio de algún joven para así recuperar tu propia juventud; y yo puedo entender que de seguro no falta el narcisista que le gusta sentirse atendido, pero ¿Realmente vale la pena?
Y como siempre la pregunta más importante, ¿Con qué propósito es que te sometes a un estilo de vida tan cuidado y restrictivo? Más allá de la parte lógica de que quieres verte más joven y que quieres tratar de jugarle una broma a la muerte e impresionar a tus conocidos, ¿Qué más sentido tendría? O poniendo todo en un caso hipotético en el cual ya tienes tu rejuvenecimiento, ¿Ahora que? ¿A que vas a dedicar ese aparente tiempo extra que te ha proporcionado la ciencia?
Estoy casi completamente seguro que la gran mayoría no sabría qué hacer después de eso; y mucho menos después del ejercicio de ego clásico que es mostrarle a todos lo hermoso y joven que te ves, pero si tomamos en cuenta ese hecho hipotético en donde podría ser posible que ese tratamiento fuese de mayor accesibilidad para todas las personas, entonces ¿Qué pasaría? Porque no creo que de golpe dicha persona se volvería un inversor responsable de su propio tiempo de vida.
Posiblemente seguiría siendo un mal padre, esposo, hijo o hermano, su conducta cambiaría solo por un poco tiempo, para terminar por retomar todos los malos hábitos que lo dejaron hasta parecer veinte, treinta o incluso cuarenta años mayor de lo que en realidad es. Además del factor de la conducta emocional y social, está el sentido aspiracional.
Pues no creo que mágicamente después del tratamiento hayas descubierto qué es lo que te hace sentir realizado en la vida y ahora vas a cumplirlo; porque digo si tienes para el tratamiento tienes para prácticamente lo que quieras en el mundo. Incluso me atrevería a decir que una gran parte de esas personas se sentirían vacías. Terminarían resignados a volver a ser esclavizados por sus trabajos, donde el estrés y la ansiedad serán los encargados de dejarlo peor que como estaba antes del tratamiento; porque sí, el cuerpo también tiene memoría muscular y celular.
Supongo que al final y al cabo, nos encanta sentirnos como el punto que marca la diferencia en la ecuación de la vida, ser los amos del tiempo, ser el punto intermedio de la totalidad de la existencia, no negamos a asumir el rol de ser los primeros en existir y perdernos todo lo que pueda ocurrir luego, o de ser los últimos y no encontrar razones para la vida al estar rodeados por un cementerio infinito.
Y aquí es donde nos volvemos semejantes, ante el panorama contemplativo de no saber que va a ocurrir en nuestro devenir, y solo podemos tratar de comprender la inconmensurable totalidad de ese futuro incierto que se hace evidente desde el propio presente.
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