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Ser un peregrino en búsqueda de un sentimiento que al final se convierte en nuestro amante más odioso, en nuestra pasión más dolorosa y en nuestro sufrimiento más satisfactorio. Son las palabras de profunda definición que salen de mi mente ante la contemplación que se tiene a lo que conocemos como "amor" en tiempos modernos. El desequilibrio resulta profundamente gratificante y todos queremos ser parte de algo, aunque seamos el producto de desdichas y desahogos de alguien que nos vale menos que una moneda de cincuenta pesos regalada.

Todo mundo encuentra vital el amor, el sentir algo por alguien con quien no compartimos ningún parentesco ni afectividad previa. Vemos más valioso el amar a los otros y que ellos nos amen, más que el amarnos a nosotros mismos. Preferimos arriesgarnos y lanzarnos al vacío de los secretos del otro que atrevernos a conocer nuestros propios demonios. Es más raro hablar de nuestras inseguridades y penas que el hablar de nuestros propios gustos y aspiraciones a los otros, pero aún así deseamos que alguien más sea la solución a nuestros problemas, nuestras luchas.

El amor se vuelve un tesoro, un anhelo, una necesidad, pero nunca un regalo que ofrecemos a los demás de forma desinteresada y mucho menos a nosotros como acto de aprecio y compasión, como personas, podemos llegar a ser nuestro peor enemigo. Desde la más temprana adolescencia empezamos nuestro camino de autodescubrimiento y entramos en una etapa de necesidad por convivir con más y más personas.

Empezamos a buscar mayores prioridades a partir de nuestros gustos, de ahí terminamos cayendo en el juicio que hacía el propio Nietzsche "Nuestra moral se encuentra sedimentada a partir de una base estética", de ello que terminemos estando con gente que no es lo que aparenta y apartamos de nuestra vida a gente que puede ser valiosa. Y solo cuando aprendemos a no sentenciar siempre a partir de las portadas y las primeras apariencias, es cuando entran personas nuevas a nuestro camino.

¿Matarías a una cucaracha o a una mariposa?, si eliges a la mariposa terminarás siendo juzgado por los tuyos al decidir acabar con ella, contrario a que si hubieras elegido a la cucaracha. Ese el punto que dice "la moral tiene criterios estéticos", que fue básicamente la parte que más profundiza el filósofo Nietzsche y que justo considero que empieza a hacerse presente en el proceso de amor en los tiempos actuales.

Ese proceso del ya explotado término del "evento canónico" donde siempre ocurre algo que lo lleva a uno a darse cuenta de que está en etapa de autodescubrimiento no en una de apareamiento desenfrenado. Pero también quiero que quede claro que no estoy diciendo que sea malo que las personas tengan su propio evento canónico y mucho menos con que las personas no sean libres de amar.

Mi punto va hacia como nos hemos vuelto personas que simplificamos el amor, buscamos siempre cosas que nos garantice una gran dosis de dopamina. Dejamos que el deseo derrote todo atisbo de razón, buscamos las cosas del momento, del placentero instante efímero, sin dolores ni responsabilidades. Renunciamos a la monogamia y vamos tras la aventura de relaciones abiertas que nos ofrecen un gran panorama de alternativas de pareja tanto a nivel emocional como sexual. Tanto es así que algunos llegan a categorizar sus relaciones a partir del provecho que pueden sacar de estas.

Saben con quién es mejor salir de fiesta, con quien es mejor abrirse emocionalmente y con quien es mejor acostarse o presentarlo ante sus padres.

De ahí es donde llega mi pregunta ¿En dónde quedó el amor por el mero sentimiento? ¿Dónde ha quedado el valor cultivado de compartir más allá del instante fugaz del deseo hedonista y lujurioso? Simplemente, digo que hemos perdido mucho juego, mucho delirio por el amor. Las cartas, canciones, poemas, novelas y demás demostraciones artísticas impulsadas por el hecho de amar. Se han hecho tantas manifestaciones en nombre del amor, casi tantas como a la guerra o incluso a la muerte misma.

Si es verdad que nos hemos convertido en humanos más conscientes del poder que puede sobrellevar el amor si no es bien medido. El amor ha llevado a tragedias, masacres, guerras y miles de desdichas humanas a lo largo de toda nuestra historia como especie. Pero viéndolo de una manera egoísta, para eso estamos aquí precisamente, ¿No? Destinados a sentir algo que nos dé de alguna manera un propósito de placer y gusto el levantarnos cada mañana.

Porque sí, nadie se levanta agradeciendo ni a los más perfectos dioses por un nuevo día, simplemente haciéndolo por pura voluntad y devoción, o no al menos si dicha persona está convencida de que su dios lo ama de forma incondicional y sin apegos ni peros propios de los humanos.

Todos en alguna medida fuimos impulsados a amar, sentimiento que lleva a la esperanza de que las cosas del mundo pueden ser más bellas de lo que se nos muestra.

Por ello, digo que en estos tiempos, donde la mentalidad es más comprensible y abierta en algunos aspectos, que las juventudes deberían darse el gusto de conocer; todo con su respectivo cuidado, protección y prevención debo aclarar. Pero al mismo tiempo, considero que para que una persona pueda experimentar sin problemas ni complejos, y con una base de estabilidad emocional que de paso a unos buenos cimientos de responsabilidad afectiva, se empieza desde el hogar.

Es sencillamente denigrante como las personas se han dejado llevar tanto por el deseo, que no son capaces de medir la gran cantidad de responsabilidades que conlleva el simple acto de "salir del tutorial", "dejar los juegos" o incluso "tomarse las cosas en serio". Son la clave para la perdición, para que las parejas no se soporten, que cada error o falla en el otro; por más mínimo que sea, se convierta en la excusa perfecta para solicitar una separación de forma inmediata.

Por eso te digo, educa a tus hijos, dales el suficiente espacio de atención y afecto para que cuando salgan a experimentar se puedan ahorrarse muchos problemas, tiempo, dinero y terapia. Si no estás dispuesto a aceptarlo por ego o por cualquier otra excusa, mejor ni tengas hijos.

Esto va para el joven que ya se encuentra insatisfecho por la realidad que vive. En primer lugar, quiero que sepas que puedo comprender por lo que pasas, llevas demasiado tiempo expuesto a tantas opciones y tal vez te encuentres en ese punto de inflexión que te lleva a decir que los efectos del placer han pasado por completo, o al menos se han apaciguado lo suficiente.

Puede que te sepas insaciable con lo que has conocido y buscas algo diferente; esto también puede aplicar para el que no ha tenido ni una sola experiencia en absoluto. Date el tiempo para conocerte, saber quién eres en realidad y que es lo que te identifica del resto; como si fueras un producto, literalmente.

Busca cosas que están apartadas del placer y que cuando las hagas más que placer, te produzca satisfacción, para que con el constante esfuerzo por ser cada vez alguien mejor, llegues a algo que es mucho más importante que la felicidad; la cual es una mera ilusión del constructo social para determinar lo que en la ciencia es una sobredosis de dopamina. Te darás cuenta de que lo que realmente se busca en la vida no es la felicidad, sino un estado de completa y profunda plenitud.

Aprende a manejar las ansiedades, no eres el peor ser humano del mundo por no haber tenido nada con alguien. Y mucho menos eres el rey del mundo por haber estado con todas las personas más deseadas de tu círculo social o incluso por fuera de este. Llegará un punto en donde te encuentres sin rumbo, sin nada con que completar tu saciedad de nuevos deseos y te encontrarás estancado y sin propósito. Te darás cuenta de que el amor es mero placer y que necesitas algo mucho más fuerte que eso si quieres compartir con alguien a quien puedas considerar especial.

Aquí es donde entra la amistad, compagino mucho con lo que dice el poeta y pensador, Antonio Gala. Donde siempre afirma que la amistad no es una forma de amor, bien lo decía él cuando profesaba que el amor "exige más exclusiva que la amistad y además es más interesado. Los préstamos de la amistad son siempre a fondo perdido, el amor cobra réditos como es natural."

El punto al que llegó es que debes conocer a ese alguien que te inspire, que te llene de placer pleno en cada olor, mirada o cruce de palabras que tengas con dicha persona, para luego darte el espacio de amor puesto en una base de amistad. Pues debes comprender que toda relación estable cumple con la definición de amor de Gala, "el amor es la amistad con momentos eróticos".

Si preguntas el porqué de aquello, es simple. El amor más perfecto es aquel en el que los amantes son al mismo tiempo amigos, pues otorga variabilidad de temas, de posibilidades y se conocen de una manera más cercana, llegando a afrontar temas sin la presencia del morbo que puede llevar el amor erótico de una relación sentimental. Puesto que el erotismo no puede sostenerse a largo plazo, de la misma manera en la que no puede mantenerse sostenido el éxtasis.

De ahí viene a que siempre estemos dispuestos a relaciones abiertas, momentáneas, que duran lo que dura el erotismo, un erotismo que no acarrea responsabilidades ni réditos del amor apacible, de ese que se construye bajo la atenta pasividad de los días, los meses y los años.

Cuando el amor erótico se halla apacible es cuando se encuentra en el mortífero estado de rutina, de "soportarnos" más no de "sostenernos mutuamente", dejar todo el salvajismo del hedonismo, del profundo deseo y empezar a ver lo que hay más allá que el simple encuentro carnal. Eso es un milagro humano. Es allí donde entra la virtud de la amistad. "La amistad hace cotidiano, hace diario el milagro del amor, porque los milagros no tienen días siguientes".

Eso sería lo perfecto, pero nadie dijo que lo perfecto era fácil, pero sí duradero, pues si queremos que las cosas sean buenas para nosotros mismos, para nuestro acompañante y para las personas que nos rodean, el amor con base en la amistad es lo que debemos buscar. Para así, abandonar las causas de amor perdidas y bajar esos índices de placer que terminan en familias rotas, niños sin amor, hijos llenos de resentimiento y apatía entre individuos que solo nos llevará a una sociedad más déspota y destruida. Y de lo déspota nace la apatía de inmoralidad, la cuna de la crueldad.

El amor de nuestros tiempos debe ir más allá del mensaje utópico; o distópico, dependiendo del enfoque que se le dé. Todos debemos amarnos y que nos amemos los unos a los otros, que podemos estar con todo el mundo porque somos libres de amar a quienes queramos. Debemos verlo como un hermoso cauce, que busca siempre desembocar y hacerse notar, tal y como ocurre con el placer hedonista y adolescente de los primeros años.

Debe empezar siendo como el Guadalquivir, que decía gala que "nace en Cazorla de forma borboteante, pero que luego pasaba por Sevilla o Córdoba de una forma majestuosa, y fértil."

El amor contemporáneo debe pasar momentos abruptos de placer y descubrimiento, tanto de crecimiento propio como de conocimiento del otro y de la estructuración de los gustos. Luego, llegar a los descensos rápidos y llenos de efervescencia del milagro del amor con base de amistad; justo cuando encuentras a ese alguien especial. Para terminar siendo un cauce majestuoso y fértil que espera cultivar en bellas praderas el milagro de un amor puro, y lleno de plenitud. Eso debe ser el amor, el amor de nuestros tiempos para épocas venideras.

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