7
Haría lo que fuera por ti.
Los piratas habían direccionado el barco hacia las lejanas tierras en donde se encontraba su capitán. Habían llegado justo a tiempo, en cuánto tuve una conexión con el dolor de Zair y supe que algo malo le estaba ocurriendo. Me había preocupado, la humana tuvo que recuperar el estado óptimo de su salud solo estando en su cabina, recostada.
Y fue cuando mis ansias por verla incrementaron. La llamé, esperando obtener una respuesta. Esperando volverla a ver.
Y así fue. Su alta silueta se asomó con movimientos ágiles hacia la popa del barco. Supuse que ya se encontraba en un mejor estado físico y me calmé. Su cabello rojo se podía distinguir a grandes distancias. Único, flameando como las banderas, como un alma libre dejándose llevar por el frío viento de los alrededores. Ese frío marítimo que lesiona la piel de los piratas y navegantes, pero que ya están acostumbrados. La humana parecía sonrojada o enojada todo el tiempo, detalle que me parecía divertido.
La noche cayó, precipitada. La luna se asomaba curiosa, resplandeciendo de forma auténtica. Era una noche estrellada. Amaba esas instancias donde la mar era una masa oscura y brillante al mismo tiempo.
Finalmente, enfocó su vista en mí. Pudo distinguirme entre esa masa oscura.
Lanzó uno de sus botes, desenredándolo con habilidad. Sus brazos fuertes, su cuerpo trabajado, su rapidez y eficacia, también eran indicios de que se encontraba mucho mejor.
En cuánto bajó junto al bote, se apoyó en la madera, mientras la mar la meseaba suavemente. Ella me estaba mirando, y dijo que me acercara.
Al principio, su mirada era de asombro, como si nunca antes hubiese visto a una sirena. Pero tal vez fue porque pensó que nunca más me iba a volver a ver.
Me culpé por haberle hecho creer eso con mi ausencia.
—Estás herida —le dije.
Ella me miró con mayor profundidad, ahora que estábamos muy cerca. Podía escuchar mejor su respiración un poco acelerada por el frío, y tal vez... por mi presencia.
—¿Por qué no viniste cuando te llamé?
Por su tono de voz parecía enfadada, o tal vez, decepcionada. No podía comprender muy bien sus sentimientos. Los humanos eran más complejos en eso. Normalmente estaba más acostumbrada a los sentimientos de lujuria de los hombres. Ahora con ella, he podido conocer mucho más sobre estas extrañas pero fascinantes criaturas.
Sin pensarlo demasiado, me acerqué para besarla. La verdad es que eso iba a curar sus heridas, eliminar su dolor, y hacerla sentir mejor. Pero también, es porque sentía que ella me había hechizado de alguna forma, como si "Sirena" no fuera solo un apodo, y realmente tuviera un encanto sobrenatural, un poder hipnótico difícil de rechazar. Y ver su rostro serio, sus labios entreabiertos y su musculatura trabajada, me hacían querer besarla y sentir su lengua dentro de mí.
La humana reaccionó con tierna torpeza al principio, por mi acción precipitada. Sus latidos cardíacos se aceleraron y juntó más nuestros cuerpos, para finalmente besarme también.
Sería tan maravilloso que pudiera hechizarte.
—¿Lo sientes? —Me separé de ella—. Zair, ¿lo sientes?
—Solo sé que quiero seguir besándote.
Evité a toda costa que supiera mi verdadera intención de besarla porque si ella supiera que tiene este efecto en mí, podría ser desastroso. Tal vez a ella le gustaban los piratas hombres, fornidos y robustos, con cicatrices en lugar de escamas.
Y con piernas, obviamente.
Además, el hechizo que me convierte en humana, no había funcionado con ella. Tal vez no estábamos destinadas.
—El dolor, pirata. ¿Se ha ido?
Ella me miró curiosa, y comenzó a quitarse las bendas que cubrían sus ya inexistentes heridas. El poder curativo había reducido todo tipo de lesión en su piel. La humana lucía muy impresionada por ello. Amaba provocar esa fascinación brillando en sus ojos. Lo que era muy normal para mí, para ella era un acto simbólico, sorprendente e inolvidable.
Algo mágico.
—No puedo creerlo... Me curaste.
—Es obvio. Esa fue la razón por la que te besé. Mis besos contienen un poder curativo cuando yo los intenciono de esa manera, ¿lo recuerdas?
Asintió.
—Sí, ahora lo recuerdo. Así que no fue porque me extrañaste.
Agradecí que era de noche y que la oscuridad haya ocultado un poco el arrebol de mis mejillas. No dije nada, solo la observé con una sonrisa algo nerviosa.
Ella se recostó en su bote.
—Zair, sé que me llamaste. La mar me lo informó. La razón por la que no me pude presentar fue porque había percibido un barco un poco lejos de la zona. Las sirenas tenemos ese poder para detectar a nuestras víctimas a una distancia considerable. El punto es... que me acerqué a ellos, y era tu tripulación. Tenía que informarles donde estabas, para que te buscaran.
Le dije la historia del porqué de mi ausencia, solo que omitiendo algunos detalles, como que no es que me los haya encontrado, si no que yo misma los busqué recorriendo de navío en navío solo para ella.
—Tú hiciste que vinieran por mí —concluyó, con una mirada gentil. Yo asentí de la misma forma—. Tú me salvaste.
No lo sabes aún, capitán. Pero haría lo que fuera por ti.
Y aún no entiendo porqué.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro