Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3












Déjate caer.

Esa sensación recorriendo dentro de mí como alocadas corrientes marinas sin rumbo, el sudor empapando mi ya húmeda piel, y el enrojecimiento de mis mejillas. Sentía que en cualquier momento esta horrible maldición al fin se iría de mí, y me dejaría libre de esa crueldad que no me pertenecía. Al fin podría volver a ser humana, danzar sin parar en la arena, recorrer el maravilloso mundo que me esperaba. Casi podía sentirlo, como si estuviese pasando. Pero entonces, solo fue un pensamiento.

Nada pasó.

—¿Y ahora qué? ¡Tú me pediste que te besara! —Dijo la capitán, una vez se apartó bruscamente de mí, visiblemente enojada.

—Sí, pero... No lo entiendo —negué con la cabeza—. Creo que no funcionó.

—¿Qué no funcionó qué?

—El hechizo no se rompió.

La pirata permaneció en silencio.

Toda esa sensación de que al fin mis sueños se harían realidad, cesó abruptamente, dándome amargura y desconsuelo. Miré mis escamas aguamarinas con indignación, y entonces, dándome por vencida ya que no había otra cosa más que hacer, me dirigí a la mar.

Al fin y al cabo, sería mi hogar para siempre.

—¡Oye, espera! ¡¿A dónde vas?!

—Me devuelvo por donde vine.

—¡Regresa! ¡Puedo ayudarte a conseguir lo que deseas!

Volteé.

Esa mujer...

Parecía un ángel. Un bello ángel que me haría llegar al paraíso y cumplir con lo que prometía. Sus bellos y delicados ojos verdes denotaban confianza y optimismo, y un brillo excepcional como el que se baña en las olas de mar.

Pero era una pirata.

Es una regla de vida popular: No confiar en los piratas, no confiar en las sirenas.

Y ella era una pirata apodada como La Sirena por alguna razón, y esa razón no era por cumplir sueños, ayudar a los demás con empatía, y ser una buena persona.

Antes de que pudiera reaccionar, con movimientos rápidos y ágiles, se acercó a mí, lo sentí por el sonido de las olas golpeando sus piernas. Luego, hizo algo que me tomó por sorpresa e hizo que me ruborizara.

Me tomó entre sus brazos.

Me sentí tan ligera como una pluma. El calor de su cercanía me hizo sentir extraña, como si lo necesitara. Sus brazos eran fuertes, por el trabajo diario de darle una dirección a su barco. Su altura era lo que más destacaba de ella. No conocía muchas mujeres, y las pocas que había visto a lo lejos por la costa eran de baja estatura. Esta mujer era algo excepcional.

La miré con desconfianza, pero no lo sentía. Lo que realmente creía es que sí podía confiar en ella, pero aún no quería demostrárselo.

—Tranquila, puedes confiar en mí. Si me salvaste, me siento en deuda contigo.

—Mh...

—¿Ahora qué?

—Eres una pirata. No eres de fiar.

Sé que es un poco irónico que lo diga una sirena. Lo sé. Pero había que dejar las cosas claras, además, la sinceridad es algo que se debe practicar a diario.

Entonces, ella me miró de una forma gélida. Sus ojos se tornaron oscuros, y hasta creí que podría hacerme daño en ese mismo momento.

Sentí miedo.

Yo tenía poderes sobrenaturales, pero la fuerza era mi punto débil. Y ella se veía una persona muy fuerte. Intenté apartarme de ella para caer al agua, sin resultado efectivo. Me tenía sujeta a ella con fuerza, y comencé a desesperarme.

—Si quisiera haberte matado, ya lo hubiese hecho.

Eso no fue para nada consolador.

No le respondí.

Estaba incrédula. No era costumbre para mí que los humanos fueran así de groseros y petulantes conmigo, como lo había sido aquella ingrata mujer. Normalmente, me relacionaba con hombres. Y ellos caían rendidos a mis hechizos, me hablaban bonito y mis deseos eran sus órdenes. Pero esta mujer era ruda, testaruda y orgullosa, y sentía que podía perder con ella.

Aún así, lo intenté una vez más. Ocupar mi poder hipnótico—. Me llevarás a las profundidades de la mar, y me dejarás ahí.

Aquella no tuvo ninguna reacción. Estaba con la mente en blanco. Sus ojos me miraban, y había volteado completamente mirando a la mar. Me alegré demasiado al pensar que mi hechizo al fin había funcionado con ella, y que ella había perdido ante mí.

Pero entonces, se ríe.

—No.

Me miró.

Estaba sonriendo.

¿Se estaba burlando de mí? ¿Quién mierda se creía?

—No lo entiendo... Esto no suele pasarme. Ningún encanto ha funcionado contigo.

Silencio.

Ella comenzó a caminar rumbo hacia el bosque, conmigo en sus brazos, sin decirme absolutamente nada. Ya no intenté zafarme, sé que su fuerza me lo impediría. Y en el caso de que logre soltarme, escapar con esta inútil cola de pescado en lugar de piernas iba a ser imposible en tierra.

Suspiré.

Decidí que iba a confiar en ella. Que me iba a ayudar a cumplir mi sueño de ser humana. No sé cómo lo hará, pero se ve que es una mujer inteligente, aún que me cueste admitirlo. Se las ingeniará con algo. Tal vez tiene muchos amigos piratas a los cuales pueda besar para distinguir de ellos a mi humilde salvador. Si bien no me agradan los piratas como hombres, dejaría de juzgar. Comenzaría a dejar de juzgar a los piratas desde hoy.

—Mujer pescado, ¿ya no sientes dolor?

Mujer pescado.

Retiro lo dicho.

Los piratas son groseros, rufianes, desaliñados y patanes. Y ella no era la excepción.

—¿No había otra forma más decente de llamarme?

—No.

Esta mujer comenzaba a desesperarme con su actitud molesta.

Y al pensar en su pregunta, me percaté de que el dolor en mi pecho se había ido desde que la había salvado. ¿Qué significa eso?

La mujer seguía caminando e inspeccionando el lugar. Me había cansado y sentía que no tenía energía para permanecer despierta más tiempo, por lo que cerré mis párpados casi en contra de mi voluntad, y lentamente comencé a quedarme dormida en los brazos de una mujer misteriosa y sumamente hermosa.

Lo de hermosa también lo tiene de peligrosa. Concéntrate.

Decidí permanecer despierta, aún que exhausta.

Al pasar un buen tiempo, la humana se desprendió de su ropa mojada y la situó en el suelo cercano al fuego que había hecho, no sé cómo, pero no lo hizo con un poder sobrenatural, si no que ocupó algunas ramas e hizo unos movimientos repetitivos con sus manos hasta que encendió. Me dejó en su ropa, y me quedé quieta, con la sensación cálida que me propinaba el fuego cercano a mi piel. Ya lo había visto antes, en los barcos lo usaban para mantener sus cuerpos calientes en las temperaturas extremadamente bajas de las malas temporadas marinas. Pero este fuego era débil, y amenazado constantemente con el frío viento, por lo que se apagaba y ella tenía que volver a encenderlo, con frustración.

Luego, noto que ella me estaba mirando. Su mirada recorrió mi rostro y terminó en mis senos descubiertos.

Lo que sabía de los humanos es que ellos no soportaban las bajas temperaturas como nosotras las sirenas. No tenían esa capacidad instintiva, por lo que se arropaban con pieles y cueros que les permitían mantener el calor en sus cuerpos.

Pensé que eso fue lo que le llamó la atención sl ver mi pecho desnudo. Y entonces, se quema un dedo, lo que la hace lanzar un gemido de dolor, y apartar rápidamente sus manos del fuego, se le caen dos ramitas y se apaga.

Me río.

Yo también podía burlarme de ella.

Y no sé si había sido la luz que provenía del fuego y dejaba la piel más enrojecida, pero ella se había sonrojado.

—¿Por qué ambas dejamos de sentir el dolor desde que nos... besamos? —Preguntó, sus mejillas enrojecieron aún más, confirmándome que estaba nerviosa.

La valiente capitán pirata poniéndose nerviosa por mí. Al menos, podía tomar ventaja sobre ella con eso.

—Ah, sí. Tengo poder curativo —respondí naturalmente.

Sus ojos se iluminaron.

—Eres impresionante. Y... creo que nunca te agradecí que me hayas salvado. —Usó un tono de voz más suave, y bajó la mirada. Ella podía ser muy tierna si se lo proponía—. Muchas gracias. Haré lo posible y hasta lo imposible para devolverte el favor.

Ella en el fondo, podía ser linda. Una mujer gentil que solo se disfrazaba con esa personalidad tosca y grosera para protegerse de los demás y así evitar que la dañen.

Le sonreí sinceramente, y estaba dispuesta a confiar en ella.

—¿Cuál es tu nombre, pirata? —Pregunté con curiosidad. Si bien, la mar ya me lo había dicho, quería escucharlo de su boca, con su voz.

—Soy Zair de Vontrialia, es un gusto conocerte.

Ella acercó su mano a mí, de forma lateralizada.

¿Qué quería? ¿Tocarme?

La miré algo confundida.

—Esto hacemos cuando conocemos a alguien. Te estrecho la mano, así —volvió a realizar esa acción—. Tú la tomas, de esta manera, y me dices que también es un gusto conocerme.

Tomé su mano—. Es un gusto conocerte, Zair.

—El gusto es mío...

Ella parecía esperar una respuesta de mi parte. No lo entendí por un momento, hasta que comprendí a lo que se refería. Ella quería saber mi nombre.

—Oh, Corinne.

—Corinne —dijo, mirándome.

Era la primera vez que escuchaba mi nombre con su hermosa voz, y se sintió muy agradable. Esa humana fácilmente podría ser una encantadora sirena, y darle vida a su apodo.

Comenzamos a hablar de cosas generales. Le expliqué que las sirenas también dormíamos, y que igual respirábamos el oxígeno para satisfacer nuestras demandas energéticas cuando estábamos en contacto con el aire. Ella escuchaba todo lo que le decía muy interesada, y su atención comenzó a gustarme. Me sentía muy cómoda a su lado.

Luego me percaté de que ella estaba temblando. A pesar del fuego, que me explicó que se llamaba fogata, aún sentía frío.

—Sé que mi piel es fría y provoco que sientas escalofríos cuando me tocas. No soy un ser completamente térmico, pero si puedo provocarte calor si te acoplas a mí —le dije sintiendo compasión por ella.

Sí.

Me había percatado de sus escalofríos cuando nos tocamos.

—Está bien —respondió algo tímida.

Ella se acercó a mí, y se recostó a mi lado. Yo me apegué aún más a su cuerpo, y fue cuando sentí otro escalofrío de parte de ella, pero al pasar más tiempo, se aostumbró a mi contacto y el calor que sentí fue reconfortante.

Me acerqué a su oído—. ¿Por qué eres inmune a mis encantos?

—N-no lo sé. Tal vez solo funciona en hombres —dijo burlándose.

Ambas estábamos muy cerca, pero quise acercarme aún más, sintiendo como mis pezones rozaban con su piel tibia. Aún me negaba a pensar que mis hechizos no funcionaban con ella. Debía haber alguna forma de hacer que se dejase llevar, y pierda el control.

—¿En serio no sientes nada con tenerme cerca? —Susurré muy cerca, sintiendo como ella disfrutaba de esta sensación al igual que yo.

—Me calienta, lo admito. Me da frío y calor, es algo que nunca antes había sentido. Hasta tengo miedo de que esos cambios de temperatura puedan enfermarme.

—Yo podría curarte si eso pasa. —Susurré nuevamente.

Déjate caer.

Repetía en mi mente.

—Eres muy hermosa, Corinne. Tengo muchos amigos a los cuáles puedas besar. Tengo fe en que alguno de ellos será el indicado, por eso sé que puedo ayudarte.

—Oh...

Ella me había rechazado.

Esto no está pasando.

Me quedé en silencio, porque de por sí, mis pensamientos ya hacían mucho ruido.

Le di un poco de espacio, y cerré mis ojos hasta quedarme dormida a su lado, confiando en que todo iba a estar bien. Ella me entregaría a mi futuro hombre, y podría romper el hechizo. Con ese pensamiento en mente, soñé con la libertad.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro