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Type O Negative - Love you to death

I beg to serve, your wish is my law

Now close those eyes and let me love you to death

Shall I prove I mean what I'm saying, begging

I say the beast inside me is gonna get ya, get ya, get

Robert estaba sentado en la guarida de Beyond, habían pasado tres años desde que Fer se fue de su vida y a pesar de todo intentaron seguir adelante con sus vidas, siendo que ahora él vivía con Emily en un modesto departamento cerca de su ahora trabajo en una radiodifusora, mientras que Emily era guía de turistas en el museo de arte de Boston.

Un año después de haber salido de la universidad ellos se habían ido a vivir juntos, y eran hoy en día una pareja muy sólida y llena de amor entre ellos, algo que hacía muy feliz a todos sus amigos que habían visto cómo ellos sufrieron por estar juntos.

Actualmente Emily mostraba cuanto se desvivía por Robert, y siempre buscaba que el estuviera cómodo y feliz, algo que hacía el guitarrista de misma forma, se valoraban mucho y respetaban.

El chico apoyaba en todo lo posible a Emily mientras que ella hacia lo mismo, incluso habían adecuado una de las habitaciones de la casa para que Robert aparte de su trabajo diera clases de guitarra en sus tiempos libres, para tener un poco más de ingresos.

Por su parte Emily participaba en un podcast de arte, sobre todo de escultura enfocada al movimiento gótico, algo que había atraído muchos oyentes.

El chico estaba tomando unas cervezas con este Erick, mientras Emily había ido a ayudar a Astrid que había tenido que llevar a Annie al doctor por una fiebre que no se la podía bajar, la había acompañado Michael y Sayumi.

—¿Y ya tienes todo pensado amigo? —preguntaba Erick.

—Si, la semana pasada me acompaño Astrid e Ishtar por el anillo —el chico sacaba de su bolsa una pequeña caja de terciopelo color vino.

Al abrirla veía su mejor amigo que era un anillo con pequeños murciélagos de diamante negro incrustados en la argolla, se había volado la barda Robert en mandar hacer ese anillo en especial para pedirle matrimonio a Emily.

—Tengo que decir que está muy genial el anillo amigo, y lo mejor de todo es que te lo entregaron a tiempo —decía Erick para después darle un trago a su cerveza.

—Si, creo que es lo que más me preocupaba, que no estuviera listo para la fecha que tenía prevista —señalaba Robert.

En ese momento se escuchaba la puerta abrirse, la del garaje, y salía Jenny con un plato de botana y una cerveza para ella.

—¿Le molesta que me les una a la charla chicos?

—Para nada preciosa —Erick se había levantado para traerle una silla.

Robert por su parte ponía otra en medio donde colocaba las botanas Jenny para posteriormente sentarse a lado de su novio.

El guitarrista le pasaba la caja de terciopelo a la chica cosplayer quien la abría y sonreía al ver el anillo.

—Está muy bonito amigo, ¡Emily lo amará! —decía muy entusiasmada Jenny.

—Eso espero, busque algo que le pudiera gustar mucho, ahora sólo queda la parte donde ella lo acepte —reía el joven mientras tomaba la caja que le devolvía Jenny.

—Veras que si Robert, sabes que Emily te ama más que nada, eso es más que obvio —sonreía Erick.

—¿Cuándo le dirás? —le preguntaba Jenny.

—La semana que viene, le cocinaré, pediré el día libre de la radiodifusora, y cocinaré y le prepararé todo —comentaba Robert.

—¡Suena cómo un gran plan amigo! —exclamaba Jenny.

El chico sólo asentía.

Una semana después

Robert ya tenía listo casi todo, había cocinado carne en su jugo con un toque de salsa de ciruela cómo le gustaba a Emily, crema de espinacas y ensalada de mango, todas las cosas favoritas de la gótica.

Compró también vino llamado Gran Enemigo Guatallary, que por lo que había buscado en internet y recomendación del vendedor, y esperaba que sus seiscientos dólares gastados en él valieran la pena, siendo que esa bebida, era de las favoritas de Emily.

Ya tenía puesta la mesa con dos velas y los platos listos para ser servidos en cuanto llegará Emily, tenía la casa con música gótica que le fascinaba a su novia, y con poca luz, quería que todo saliera perfecto.

En ese momento escuchaba que alguien se bajaba de un carro, sabía que era el Uber que había tomado Emily para regresar a casa, su corazón latía de manera acelerada, y más aún al escuchar las llaves de Emily abriendo la puerta.

—¡Jacksito, ya vine! —exclamó Emily al entrar y colgar su abrigo en el perchero que tenían cerca de la puerta, y era cuando notaba la poca luz y la música sonando.

Era cuando Robert salía del comedor y sonreía al ver a su amada chica.

—¡Bienvenida a casa preciosa!

Se acercaba a ella y la abrazaba por la cintura para darle un tierno beso en sus labios, lo cual hacía que la gótica se sintiera en las nubes, ella amaba que Robert fuera tan amoroso con ella.

—¿Y todo esto? —preguntaba la chica, viendo que el comedor estaba adornado y con velas.

—Sólo quería recibir a mi hermosa novia cómo es debido, ¿Qué te parece? —preguntaba Robert.

—¡Es genial! Aparte huelo que preparaste mi comida favorita —exclamó Emily sonriendo.

—Claro, cómo te dije te quería consentir —besaba su frente Robert.

Con ello la gótica se excusaba unos momentos para ir al baño mientras aprovecho el joven para ir sirviendo la sopa de espinacas.

Emily se refrescaba un poco en el baño, estaba muy feliz de cómo la había recibido Robert y su corazón parecía que flotaba.

Saliendo del sanitario la chica iba a donde su amado novio y veía que ya tenía servida la sopa, mientras el la esperaba para ayudarla a sentarse y acercarle la silla a la mesa.

—¡Gracias! Eres todo un caballero amor —le guiñaba el ojo.

—Sólo lo mejor para la mejor mujer del mundo —sonreía Robert.

Los chicos comenzaron a comer y a platicar de sus días, siendo que ese día Emily estuvo en varios tours por todo el museo con varios grupos, y le fascinaba poder enseñar de arte a la gente que le interesaba, era algo que la hacía muy feliz.

Por su lado Robert le comentaba que había hecho el super, limpiado toda la casa y lavado la ropa, algo que siempre le ayudaba a Emily siendo que se repartían las tareas de la casa equitativamente, eran un gran equipo.

—La próxima semana podre tomar el fin de semana libre, si no descanso el martes, ¿Cómo ves? —preguntaba Emily.

—Si te sientes a gusto con ello adelante amor, podemos organizar algo el fin de semana, tal vez ir a ese hotel de brujas que te gusta de Salem y pasar el fin allá, podría pasar por tí el viernes después del trabajo y de ahí irnos para allá —sugería Robert.

—Suena como un gran plan amor, me gusta —terminaba de comer su sopa para que después Robert le recogiera el plato y le trajera el plato fuerte, la carne.

Emily se saboreaba la comida, si algo siempre iba a aceptar es que Robert tenía una gran sazón, adoraba cuando el hacía de comer, en si los dos cocinaban muy bien, pero a ella le fascinaba lo que hacía su novio.

Robert se sentaba después de traer el siguiente plato y continuaban hablando.

—¿Cómo sigue Annie? —le preguntaba el chico.

—Pues bien, aún que Astrid se quedó un poco corta de dinero por los antibióticos que tuvo que comprar —dejaba salir un suspiro la gótica.

—Le tenemos que ayudar con ello amor, no podemos dejarla sola —señalaba Robert.

—No me dejo darle dinero, le iba a dar doscientos dólares, pero me mando por un tubo —comentaba Emily.

—No sé por qué se niega a recibir ayuda de cualquiera de nosotros —decía Robert.

—Le deje el dinero abajo de la foto que tiene en la sala, la de Fer —susurraba Emily.

—Hiciste bien amor, ella necesita mucho apoyo en lo que Fersita decide regresar —puntualizaba Robert.

—Lo sé.

Continuaban platicando un poco más hasta que Robert se hacía de valor, suspirando y sirviéndole del vino a Emily para posteriormente verla y sonreír.

—Emily, llevamos ya dos años y medio juntos y quiero solo decirte que han sido los mejores de mi vida. Estar a tu lado es lo que más aprecio en toda la vida y me has hecho ser una persona muy diferente, tú me motivas de muchas maneras y siempre quiero estar a tu lado, eres mi final feliz y me preguntaba —el chico sacaba la pequeña cajita de terciopelo haciendo que Emily se sorprendiera —Emily Harris ¿Quisieras concederme el honor de ser mi esposa?

LA chica quedaba atónita al principio por lo que decía Robert, pero sin hacerlo esperar más se levantaba y sonriendo sólo asentía.

—¡Claro que sí! —exclamaba.

Robert le ponía el anillo quedando ella maravillada por el diseño y al levantarse el chico él lo jalaba, apagando las velas y se lo llevaba a su cuarto cerrando la puerta detrás de ellos.

Era sin duda el día más feliz en la vida de ambos. 

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