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Sisters of Mercy - Lucrecia, My Reflection

I hear the roar of a big machine

Two worlds and in between

Love lost

Fire at will

Dum-dum bullets and shoot to kill

I hear dive bombers and

Empire down

Empire down 



Siete años después.

Leila ya tenía la edad de once años y hace una semana había sido su fiesta de cumpleaños, con temática de vampiros, algo que había captado mucho la atención de Emily cuando se la pidió.

No se molestó la gótica por eso, al contrario, le pareció genial y algo que la verdad no esperó por parte de ella.

Conforme pasó la fiesta se dio cuenta que Leila ponía música goth, sobre todo Sisters of Mercy, suceso que tampoco paso desapercibido por Astrid que volteaba a ver a Emily de vez en cuando con una sonrisa en los labios.

—Entonces ¿Ya hablaste con ella? —preguntaba Astrid, estaban hablando por celular Emily y ella.

—No, no he tenido tiempo, o mejor dicho no se ha dado la oportunidad, siempre esta con Fairuz, ya sea acá en la casa o en casa de Danna y Mandy —comentaba Emily

—Ellas dos se han hecho muy cercanas ¿verdad? —preguntaba Astrid.

—Siempre lo han sido, pero ahora que están en la preadolescencia creo que lo son más —señalaba Emily —, digo no me opongo, y cómo dijo Robert y Mandy el otro día, estamos a nada de adoptar ellos a Leila y nosotros Fairuz.

Se reían las dos.

—Así dice esta Fernanda de Nick ahora que está saliendo con Annie, que le va a empezar a cobrar renta a Chris de todo el tiempo que esta el en la casa —se carcajeaba Astrid.

—Me sorprende que Fernanda haya dejado a Annie tener novio —comentó Emily.

—Pues al principio estaba renuente, hasta que hablé con ella y le dije que era Nick, digo sé que luego tiende a ser muy atrabancado el, pero es un buen chico —decía Astrid.

—Es que Becca lo trae muy cortito y es super estricta con él —señalaba Emily.

—Si también es eso sin contar a que Chris es igual, más ahora que está de lleno con el Basquet —comentaba Astrid.

—Si eso sí, el primer deportista de los niños, bueno sin contar que Michael entrena a la gran mayoría de nuestros hijos —reía Emily, —digo se necesitan saber defender.

—Oye se me ocurrió algo, y ¿si vamos con Leila de compras? —decía de repente Astrid.

—¿Para qué? —preguntó Emily sin entender.

—¡Em! Sería la ocasión perfecta para preguntar y hablar con ella.

—Puedo apostar que rodaste los ojos —comentaba Emily

Lo que jamás espero fue la voz de Fernanda.

—¡Confirmo!

—¡Fernanda! ¿A qué hora llegaste? Perdón Emily es que te tengo en alta voz —se estaba riendo Astrid

—Te dejo Amiga, ve con Fer —decía Emily.

—No te preocupes Em, ustedes sigan yo tengo que seguir con unas cosas del trabajo en mi estudio —decía la bajista mientras se escuchaba que cerraban la puerta del cuarto de la pareja.

—¿Entonces cómo ves? —preguntaba Astrid.

—Ok, está bien.

Con ello se ponían de acuerdo para el plan de hablar con Leila.

Una semana después.

Emily y Astrid estaban caminando con Leila en un Mall de ropa alternativa que le gustaba a casi todo el clan que estaba metido en ello.

—Y dinos Leila, ¿Qué se te antoja comprar? —preguntaba de manera inocente Astrid.

La chica estaba viendo fascinada las tiendas, ya había ido a ese lugar, pero jamás había apreciado lo tan genial que era ahí.

La mirada café de la hija de Emily se posaba sobre una tienda llamada BloodRomance, y caminaba hacia ella.

Las dos amigas se volteaban a ver y sonreían.

Al entrar Leila quedó fascinada al ver todas las faldas, vestidos, corsés y demás aditamentos que había ahí.

Comenzó a caminar por todos los pasillos de la tienda, quedando incluso más fascinada que antes al ver todos los diferentes modelos, sabía que esta era una de las tiendas favoritas de su mamá y tía Astrid.

—¿Te gustan las cosas hija? —preguntó Emily.

La chiquilla no sabía que decir sólo se notaba cómo brillaban sus ojos al ver todo lo que había en el lugar, antes no lo había apreciado tanto, pero ahora, era como un mundo nuevo para ella.

—Es que todo está genial, los vestidos, ¡las botas todo de verdad! —exclamó la chiquilla.

Astrid y Emily se voltearon a ver con una gran sonrisa.

—¿Entonces te gusta la subcultura gótica? —preguntaba Emily.

La jovencita se sonrojaba un poco y desviaba la mirada.

—Adelante hija, no pasa nada —decía Astrid.

—Estoy viendo los videos sobre eso de tía Astrid y veo mucho cómo se viste mi mamá y aprendo de ello leyendo —susurraba Leila.

—¿Por qué no nos habías dicho? —preguntó Emily.

De nuevo la jovencita se quedaba callada y veía hacia el suelo.

—No quería que papá se sintiera mal.

—¡Ay pequeña! Tu padre jamás se sentiría mal por eso, y lo sabes, él nos apoya en todo —comentaba Emily.

—Lo sé mamá y siempre seré gran admiradora de él y mis tíos y su música, pero lo mío es esto, me fascina, lo amo, adoro ver que hermosas se ven tu y tía Astrid siempre, ¡son tan geniales! —exclamaba la jovencita, pareciese que sus ojos brillaban.

Las dos góticas sonreían, se sentían feliz de ver que la pequeña se hubiera interesado tanto en algo que ellas han sido parte por ya casi más de veinte años.

—Pues entonces creo que estamos en el lugar indicado, ¿No crees hija? —preguntaba Emily.

La chiquilla no entendía a lo que iba su mamá, su cumpleaños, ya le habían dado sus regalos y a ella no le gustaba pedir nada más de eso, siempre había sido una chica muy humilde y no presumía nada de lo de sus papás al Emily ser una escultora muy famosa en Nueva York y su padre el guitarrista de una de las bandas más famosas de metal.

—No te entiendo mamá —la veía.

—Creo que es tiempo de cambiar tu guardarropa y cuarto —sonreía Emily.

Leila la veía con los ojos bien abiertos, no lo podía creer.

—Pero ya me dieron mis regalos, no quiero abusar —desviaba su mirada la chica.

Esto era algo que ambas amaban de Leila, era una niña muy humilde y nunca abusaba de lo que sus padres tenían, era super centrada para su edad.

—Este es nuestro regalo para darte la bienvenida a la subcultura pequeña —sonreía Astrid, —te intentaremos enseñar todo lo que podamos.

Era muy raro que Leila mostrara sus sentimientos sin embargo en esos momentos sus ojos se cristalizaban y las abrazaba.

—¡Gracias!

Las dos chicas sonreían, sabían que habían hecho bien. 

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