Bury Tomorrow - Black Flame
Lost Soul in the unmarked grave, we have given a name
Black Flame
In death we are all the same
Remain, Black flame
Lost Soul in the unmarked grave, we have given a name
Black Flame
In death we are all the same
Remain, Black flame
El día veintisiete de abril era un día muy triste para Robert, marcando el día de remembranza de su hermano, quien había fallecido hace ya más de doce años, cuando el sólo tenía catorce años y Antuan dieciséis.
Este suceso no lo sabía más que Emily con quien se había abierto mucho al contarle del suicidio de su hermano mayor, algo que ni sus amigos de su banda sabía.
Ellos tenían entendido que había sido una ex novia de Robert, ya que jamás quiso molestarlos o preocuparlos con ello, él tenía que lidiar con eso de manera efectiva y sólo, no había otra opción.
Emily por su parte entendía muy bien cómo se sentía su amado, y siempre estaba ahí con él en aquellos días tan aciagos para el corazón del joven, ella jamás había perdido a nadie tan cercano cómo Robert y no podía de verdad imaginarse todo el dolor acumulado que tenía su amado.
Ya estaban listos para el viaje al cementerio de Boston, había empacado agua y uno sándwiches para el día, ya que tenían previsto estar ahí gran parte del día.
El guitarrista iba saliendo del cuarto que compartía con su amada, viendo que la misma ya tenía todo empacado y listo para que se fueran.
Tomaron las llaves del carro antes de salir y cerraban con llave la puerta de su departamento.
—¿Cómo te siente Jacksito? —preguntó Emily mientras la ayudaba a subirse al auto.
El chico sonreía mientras cerraba la puerta del carro para después dirigirse a la del conductor, y entrar.
—En lo que cabe, bien amor, me siento un poco triste, pero se me pasará —decía el chico.
A Emily le dolía mucho que Robert en ese tipo de cosas fuera una persona de muy pocas palabras, y más al siempre señalar que no quiere molestar a nadie con sus pequeñeces, algo que para ella no eran, sino que eran muy importantes por el simple hecho de ser parte del amor de su vida, y más sabiendo que lo lastimaba.
Pero en parte lo entendía, siendo que después de aquel funesto día él tuvo que ser el soporte emocional de su madre, y tuvo que sacrificar muchas cosas de su infancia y adolescencia para poder mantener su casa y lo que restaba de su familia, no le quedó de otra más que madurar de manera rápida, el era una persona superviviente y era en parte el por qué la gótica admiraba mucho a su prometido, era un hombre estoico y muy fuerte, pero también la lastimaba que él le costara mucho abrirse en este tipo de situaciones tan atenuantes y que ella sabía que le ocasionaban mucho dolor a su prometido a pesar de quererse ver fuerte siempre.
—¿Tú mamá va a ir? —preguntaba Emily.
—No creo amor, me comentó que tenía que hacer unas entregas y no le daría tiempo, nos encargó las cosas a nosotros, espero no te moleste —comentaba con cautela el chico.
—Si ya sabes que no hay problema amor, no nos quita nada limpiar allá y dejarle las flores a tu hermano por parte de tu mamá —sonreía la chica.
Robert se sentía tan afortunado de tener una pareja que entendía muy bien las cosas y que siempre lo apoyaba en todo aspecto, era una mujer perfecta ante sus ojos.
Manejaron platicando de trivialidades, sobre el trabajo, los amigos, de cómo le iba a Astrid con Annie y en el trabajo, cosas de esa índole, pasando a comprar las flores para la tumba de Antuan.
Hasta que llegaron al cementerio de Boston, con sus amplías rejas negras las cuales daban a un estacionamiento que estaba vacío a excepción de tres carros.
Robert ayudaba a bajar a Emily para que después cada uno cargara uno de los arreglos que habían comprado, y comenzaron a caminar hacia la ubicación de la tumba del hermano del guitarrista, a pesar de ser primavera, el clima era triste en aquel lugar se notaba muy lúgubre el ambiente y melancólico.
Hasta que llegaron a una modesta tumba, de marmól donde tenía el nombre de Antuan Throudeour, con un hermoso epitafio:
A través del velo existe otro mundo, disfruta de él, algún día te alcanzaremos.
Robert tocaba la tumba de su hermano, de aquella persona que lo cuido mucho desde el inicio de su vida, su corazón palpitaba, le dolía, sentía que el aire le faltaba y sus ojos estaban aguados.
—Hermano, ¿cómo estás? —sonreía intentando ocultar su gran dolor.
La gótica lo veía, sentía el dolor del amor de su vida a través de ella, parándose a lado de el para darle soporte emocional en esos momentos.
—Emily y yo estamos prontos a casarnos, dijo que, si cuando se lo propuse y soy feliz, pero quisiera que estuvieras aquí para verlo —sonreía el chico —seguimos sin saber de Fer, y por ende la banda sigue sin volverse a hacerse, pero tenemos fe de que algún día ella regresara.
El chico siempre venía al cementerio le contaba todo a su hermano, cómo lo había cuando él estaba vivo.
—Mamá está bien, sigue muy triste después de tantos años, pero igual yo lo estoy, me hace mucha falta hermano, y me sigo culpando siempre de haber podido estar contigo en los momentos más difíciles, nunca debí dejarte sólo, tenía que estar ahí cómo tu siempre lo estuviste para mí, de verdad discúlpame.
Emily jamás había visto tan mal a Robert, ni los años pasados había pasado esto, y le dolía el corazón al verlo tan devastado.
Se acercaba a él y lo abrazaba pegándolo a su pecho y acariciando su cabeza, y el sollozaba, como si de un niño pequeño se tratase.
—Todo está bien amor mío, déjalo salir, siempre estaré para ti —decía Emily.
El chico se abrazaba a ella y suspiraba.
—Se que todo estará bien, estando tu a mi lado.
La gótica no podía evitar amar más al chico.
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