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Bella Morte -Before The Flood

And I don't know the way we were
Before the flood
When silence washed away the harmony
The voice inside
And no one knows the way we were
Before the flood
This static life decays beneath the waves
The deep divine

Durante La partitura hacia ti.

Estaban bajando del avión que los había llevado al Kentucky, al condado de Jefferson de donde era originaria esta Emily, viajaron ahí para una reunión familiar con los parientes de la gótica, eran los setenta años de la abuela de la chica y habían invitado a todos.

Emily estaba un poco intranquila, si bien su familia no era mala, si era un poco prejuiciosa, al menos la del lado de su madre mientras que del lado de su padre era muy neutral en muchos aspectos.

Se llevaba bien con sus tíos y primos, pero muchas veces hacían comentarios un tanto fuera y a pesar de que Robert era una persona muy tranquila y ya había convivido con ellos muchas veces, eso no quitaba que lo pusiera intranquila ahora que tenían a Leila no sabía cómo sería todo.

Ellos habían preferido hospedarse en un hotel, no querían importunar a los padres de la gótica, y así tenían ellos su espacio.

—¿Te sientes bien Em? —preguntaba Robert la notarla muy pensativo.

—Si amor no te preocupes —sonreía la chica.

Habían de igual manera rentado un carro para transportarse esos tres días que estarían por allá, se les hacía más barato que estar pagando Uber.

Al recogerlo y ya tener todo en orden en el aeropuerto se dirigieron a un Holiday Inn donde habían reservado la habitación, y al dejar sus cosas se fueron a la casa de la abuela de la chica.

—Tenía tiempo que no veíamos a tus familiares amor —decía Robert, notándose un poco entusiasmado.

Era algo que el nunca ocultaba, siendo que jamás tuvo una familia tan grande como su esposa, le fascinaba ver cómo todos eran tan diferentes dentro de la de ella.

—Siempre me he preguntado ¿En serio te gusta mucho estar con los Harris?

—¿Estás bromeando amor? Si es de lo que más me gusta, sobre todo ver que tan diferente puede ser una familia —sonreía el guitarrista.

Esto tranquilizo mucho a Emily, y sabía que su esposo no le mentía, siendo que él era muy transparente en cuanto decía las cosas, jamás se andaba por las lianas.

—Me alegra escuchar eso.

La pequeña Leila de dos años iba muy dormida, hasta que llegaron a la casa de su bisabuela, que era inmensa, siendo esta una de las haciendas más antiguas de todo el estado, el rancho Harris.

La fachada era hermosa y tenía dos caballos viendo hacia las afueras ya que la familia de Emily se caracterizaba por criar percherones y demás tipos de equinos para los rodeos.

Tocaban el timbre de la reja el cual por la cámara de esta veían que eran ellos y les abrían.

Entraban al rancho y manejaban hasta la gran casa, la cual era de color blanco con techo azul, muy de los años1780, siendo que se comentaba que era una hacienda de esclavos según lo que contaba la abuela.

Algo que no hacía sentir orgullosa a Emily pero que era parte de la historia del lugar y su familia.

Se bajaban del auto eran recibidos por lo que parecía ser el mayordomo de su familia, este Spencer.

—Señorita Emily, buenas tardes, señor Robert —decía el señor.

—Hola Spencer, ¿Cómo has estado? —preguntó Emily.

—Muy bien señorita, gracias por preguntar, ¿Ella es la señorita Leila?

—Si ella es —decía Robert mostrándole su hija de dos años al señor.

—Tengo que decir que es una niña muy hermosa —sonrió Spencer.

Con ello los dirigía a la parte trasera donde estaba el jardín, era el lugar que estarían ocupando para la reunión, y era muy hermosa, con rosales y diferentes tipos de plantas aunado a una palapa en medio donde ya se veían diversos platos puestos.

La abuela de Emily estaba en una mecedora, a sus ya 70 años se le notaba cansada, pero al ver a una de sus nietas más queridas, Emily.

Tomando su andadera la señora Harris se levantaba de su asiento, y caminaba con un paso lento hacia la familia de Robert.

—Emily, mi dulce pequeña, tenía mucho tiempo sin saber de ti —sonreía la anciana.

—¡Abuelita! —exclamo la chica yendo con su familia a donde estaba la matriarca.

La señora veía a la pequeña cargada en los brazos de Robert y sonrío incluso más, sin duda alguna la niña era un tesoro, muy bonita, la combinación de ambos chicos.

—¿Cómo están los nietos más maravillosos del mundo? —preguntaba viendo a la familia.

—Todo bien, y con mucho gusto de verla —la abrazaba Emily con mucho cuidado.

—Su hija es una belleza, más hermosa de lo que las fotos le hacen justicia.

Esto hacía que Robert y Emily sonrieran, que ella haya dicho eso de su pequeña hija los hacía sentir muy felices.

—¿Cómo van con sus trabajos? —preguntó la señora Harris.

Se habían sentado en unas de las mesas para platicar mientras que Spencer les llevaba bebidas.

—Bien abue, en el museo me está yendo muy bien y Robert esta también muy bien en el trabajo de la disquera y su banda les está yendo excelente —señalaba Emily muy contenta.

—Me alegra mucho escuchar eso, ustedes tienen un gran potencial para cualquier cosa que se propongan —susurro la señora mientras tomaba un sorbo de su té.

—¿Usted cómo se ha sentido? —preguntaba Robert.

Sabían que la abuela estaba un poco enferma, siendo que le habían detectado un pequeño tumor en la matriz.

—Ay hijo, pues estoy yendo a las terapias y checándome muy a menudo con el doctor, me lleva Spencer a todas mis citas —les comenta, —pero no tienen que preocuparse niños, yo aún les duraré muchos años más.

Esto ponía un poco triste a la pareja, ellos querían a la abuela Harris mucho, siempre fue un pilar en su relación siendo que ella acepto desde el momento uno a Robert.

—Sabe que cualquier cosa que necesite nos puede decir ¿verdad? —le preguntaba Emily.

—Lo sé cariño, pero como les dije, no se deben de preocupar por mí, yo ya estoy del otro lado, ustedes vivan, sean felices y cuiden a esa princesa que tienen cómo hija, quiero que sean igual de felices cómo yo lo fuí durante toda mi vida.

Esto movía mucho a Emily, sentía que era una despedida, pero entendía mucho, su abuela ella ya quería descansar y la apoyaba.

—Siempre serás una de las personas más especiales en mi vida abuelita Leila—sonreía la gótica.

—Eso nunca lo he dudado pequeña.

Se abrazaban como si no hubiera un mañana. 

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