Bauhaus - The Passion of Lovers
And as I watched from underneath
I came aware of all that she keep
The little foxes so safe and sound
They were not dead
They'd gone to ground
Robert veía a Emily enfrente de él, estaba con su visaje lleno de triste y parecía que no había dormido en mínimo un día, sin embargo, también el chico percibía el dulce aroma a gardenias del perfume de la chica gótica y el olor a almendras de su champú, al parecer se acababa de bañar.
—Emily, ¿estás bien? —preguntó Robert.
La jovencita de cabello naranja sólo dejaba salir un ligero suspiro y veía a los ojos del chico.
Los ojos castaños de Emily se notaban rojos, había estado llorando al parecer y esto inquietaba al guitarrista, le dolía verla sufrir de esta manera y no quería que lo hiciera.
La invitaba a pasar, moviéndose del marco de la puerta, ella entraba, mientras que el joven cerraba la puerta y ella lo esperaba en el pasillo.
—¿Qué tiene Emily? —volvía a preguntar el joven un poco asustado.
La chica sin esperar más se aventaba a sus brazos y lo abrazaba, hundiéndose en el pecho del joven, quien respondía su abrazo acariciando su cabeza mientras ella lo apretaba más.
—De verdad perdóname Robert, jamás quise lastimarte de esa manera, no imagine todo el daño que te hacía por mis estupideces, mis dudas, la manera en que te trataba den mala forma, que te hacía menos de verdad perdóname Jacksito.
Emily siempre había sido gran fan de el extraño mundo de Jack, siendo ella super fan de Halloween y siempre se emocionaba por esa celebración, y lo que más había buscado en su vida, era esa persona que la valorará por quien era ella, por sus gustos, su forma de ser y su manera de pensar.
Estúpidamente no se había dado cuenta que ya lo tenía, era Robert, el en menos de tres meses había logrado sanar muchas de las heridas de la chica y curado parte de sus inseguridades mostrándole que no quería sólo estar entre sus piernas, sino que buscaba quererla y amarla como era debido, por todo lo que hacía por ella, cómo siempre la procuraba y buscaba que estuviera feliz.
El chico sin esperar nada sólo la cargaba entre sus brazos y caminaba hacia su cuarto en la parte alta de la casa, entrando al mismo y sentándose con ella en sus piernas.
—No tengo nada que perdonar Em, yo sé que te sentías mal, que estabas nerviosa —susurraba Robert, mientras la chica estaba acurrucada en su pecho.
—Es que no es justo como te traté, eres una persona super linda, genial y me haces sentir a mi super bien, todos estos días que no te vi se me hicieron eternos, deseaba mucho verte entrar con tu sonrisa a la guarida, o escuchar tu risa con tus amigos. Necesitaba sentir tus abrazos, ver tus hermosos ojos viéndome, escuchar tu respirar cerca de mí, de verdad te has hecho tan indispensable para mí, que me duele estar lejos de ti.
Las palabras de Emily salían cómo jamás lo habían hecho a sus veintidós años, nunca se había expresado de nadie de esa manera o dejado que sus sentimientos se apoderaran de ella, siempre fue una chica muy centrada y buscaba nunca mostrarse vulnerable, pero con Robert no podía evitarlo.
Ella se sentía tan protegida estando a lado de él, sabía que nada le pasaría mientras estuviera en sus brazos de aquel chico, quien siempre había sido tan transparente y puro con ella, que le mostró su corazón sin titubear.
Sin meditarlo la chica alzando un poco su falda se sentaba encima del regazo de Robert y rodeaba sus brazos al cuello del chico y sin previo aviso lo besaba de manera tierna.
Robert sentía la suavidad de los labios de la chica gótica, quien estaba poniendo la pauta para el ritmo y él no se oponía a ello, su corazón latía como una locomotora, todo lo que había deseado se estaba cumpliendo en esos momentos, tenía a Emily, sobre él, besándolo de manera apasionada a la par de que sus manos surcaban las caderas de la chica pegándole más a él.
Sin previo aviso Emily lo empujaba para que se acostara en la cama, y se quitaba su ropa íntima inferior sin quitarse la falda ni las medias de red que traía, y con el acto seguido de que empezaba a masajear el falo semi erecto de Robert por encima de su pantalón.
EL chico estaba un poco sorprendido y veía a la chica mientras su garganta estaba seca, nunca había visto esta faceta de Emily, y de cierta manera le gustaba ver que ella era muy dominante en esto.
La gótica desabrochaba la cremallera de sus jeans y se los bajaba junto a sus boxer y ver un falo enfrente de ella sólo lo saboreaba, era cómo si un depredador hubiera casado a su presa y la fuera a disfrutar.
Quitándose la blusa de tirantes que traía mostrando un brasier de encaje negro, se subía sobre el chico y sin medir palabra se ensartaba.
Al sentirlo dentro de ella dejaba salir un ligero gemido, notaba que su vagina se adhería a el de manera perfecta, algo que nunca había sentido con nadie más.
Se comenzaba a mover de manera lenta al principio mientras que Robert la sostenía de las caderas, era un momento delicioso para ambos, cómo si lo hubieran añorado desde el momento que se habían conocido, se estaban fusionando.
Emily aumentaba la velocidad con la que se movía, sentía cómo el chico estaba tocando lugares que jamás nadie había llegado, su cuerpo sentía mucho escalofrió con cada vaivén que tenían en esos momentos.
Por su parte Robert, disfrutaba lo apretada que sentía a Emily, era cómo si su falo fuera succionado hacia ella, jamás había sentido algo tan delicioso en el mundo, su cuerpo estaba tenso y sentía cómo sus manos se movían solas hacia los medianos senos de la chica, que con sus hábiles manos desabrochaba su brasier y quitándoselos, para que con su acto seguido se levantara un poco sin dejar de moverse al compás de la chica y lamia lentamente el pezón izquierdo de la chica ganándose un gemido de la misma.
El sonido angelical de Emily hacia temblar a Robert había sido de cierta manera tierno y erótico la manera que había sido sorprendida la chica.
La gótica se movía de arriba para abajo con gran pericia, tenía sus piernas enrolladas a la cintura del chico mientras que él la tenía aprisionada con sus fuertes brazos estando al compás el uno del otro.
—¡Maldita sea Robert! Eres un jodido dios —gemía Emily
Y con ello se abrazaba a él nuevamente al sentir un espasmo en su vagina, notando cómo todo su cuerpo temblaba con aquel potente orgasmo que la había hecho tener el chico en menos de diez minutos, a la par de que ella pudo notar cómo era llenada por la semilla de Robert, dando gracias a que tenía el implante anticonceptivo.
Los dos estaban jadeando, el chico con su cabeza en los pechos de Emily y ella con su pene aún dentro y acariciando su cabeza para darle un tierno beso en la frente.
—Eso fue espectacular —decía el chico entre la respiración cortada y suspiros que estaba dando.
—No puedo negar nada de ello, pero...llegue dentro de tí Emily, perdoname —se sonrojaba el chico desviando la mirada, —te compraré la pastilla del día siguiente.
—No tienes nada de qué preocuparte Jacksito, tengo el implante, acuérdate que te lo dije hace unas semanas —señalaba la chica sonrojada.
Esto hacía sentir más tranquilo al chico y la veía a los ojos para acercarse lentamente a su rostro y la besaba de manera tierna a lo cual ella respondía.
—Espero estes listo para el Round dos —le susurraba Emily en el oído. —Desde estos momentos eres sólo mío.
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