Soltera: Mujer igual a la señorita Shepard.
—¿Alguien quiere explicarme, que es toda esta locura del acoso y los pepinillos?—Alana soltó una carcajada en cuanto escucho la palabra pepinillo—. ¿Qué tiene de gracioso lo que acabo de decir señorita Lane?
—P-e-p-i-n-i-l-l-o—sentenció Alana con tono severo y posteriormente se hecho a reír otra vez.
—Creo que deberíamos ir recomendándole un buen psiquiatra, usted sabe—murmuró Wind intentando hacer (en balde) un comentario aparte.
La señorita Shepard (porque "lamentablemente" seguía siendo una señorita, a pesar de ya juntar los 57 años, en su defensa, era feminista y seguidora de la filosofía «Mejor sola, que mal acompañada».) rodó los ojos como una adolescente.
—¡Largo niño!—gruño, en la cabeza de Wind la mujer se levanta de su asiento, fuego naranja cubría el fondo de la oficina, se hacía gigante y los ojos se le tornaban rojo sangre.
Así que el chico hizo lo que todo caballero de armadura dorada hace.
Tomó vuelo y salió corriendo, pies para que los quiero.
Una vez Wind se hubo ido, la señorita Shepard (Betty para los amigos) se volvió a sentar parsimoniosamente, se arregló el peinado y sonriendo pregunto a Alana:
—¿Novio?
Alana negó vehementemente con la cabeza, hasta el punto que casi se le desprende del cuello.
—¿Pretendiente?
La muchacha se encogió de hombros con desinterés.
—Vale, Alana, sabes que me agradas mucho, incluso podrías empezar a llamarme "Betty"—dijo con calma "Betty", para después subir la voz y gritar a todo pulmón, despeinando a Alana con su grito—. ¡No quiero a ese chico en este establecimiento!
—Yo tampoco—aseguró Alana sonriendo nerviosamente.
—Puedes retirarte.
—Arigato—la chica le guiñó el ojo—. Betty.
Luego de que la joven se hubo ido.
La mujer saco una caja de cigarrillos y al mismo tiempo que fumaba, dijo para sí misma.
—Lo que es ser joven y estar enamorado, benditas pamplinas—soltó una risilla cantarina—. Al menos las cosas se van a poner interesantes. Ese chico no tiene ni idea lo que cuesta, obtener la confianza de un corazón roto.
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