Alana vendía rosas en la avenida principal.
Para recaudar dinero para ir a ver Civil War.

No había más razón para que estuviera allí parada, bajo el sol, mientras sudaba la gota gorda, que su orgullo y si, igual tenía que ver con Sebastian Stan y Chris Evans en pantalla grande.

Pero es que Sebastian y Chris,
Chris y Sebastián se merecían ser amados y también el carrete de fotos dedicado a ellos dos, que guardaba celosamente y secretamente en el ordenador.

—¡Lane!—Alana dio un respingo y se tapo la cara con las flores, en cuanto escucho esa voz.

Camino despacio hacia atrás.
Usando sus más célebres movimientos ninjas.
Se confundía con la gente al mismo tiempo que Viva la vida se reproducía simultáneamente en su cerebro.

Podría decirse que Alana era una melomana.
Ella simplemente estaba enamorada de la música y...

—No me ignores quieres, es una falta de respeto, con razón mi mamá se sigue preguntando porque me gustas, si no estás guapa y de educación te falta...

—¡Oh, por favor, ya cállate!—Alana le mostró una sonrisa macabra—. Si no te gusto, entonces vete andando a otro lado.

—¿Entonces te interesa saber si me gustas?

—¡Qué te den!—lo ignoro y se fue, corriendo, casi volando

—¡Alana, quieres ir al cine conmigo!—grito Wind a todo pulmón, incluso los otros transeúntes voltearon a verlo ante su exclamación y después sus miradas se dirigieron a Alana, expectantes.

Alana lo pensó.

—¡Pagaré tu entrada y todo lo que consumas, incluso si te atragantas la dulcería entera!

Viéndolo desde un punto de vista racional:
Si iba con él no pagaría nada, ahorraría para la próxima película de The Doctor Strange y podría escuchar el bellísimo acento británico de Benedict Cumberbatch.

Si Alana fuera racional.
Diría:
"Está bien"resoplaría. "Pero no se te ocurra ponerme una mano encima."

Pero Alana era terca como ella sola y prefirió seguir vendiendo sus rosas.