Capítulo 8
«PD: Disfruta del domingo»
Dejo la camiseta de David Raya en el montón, encima la mesita de noche, en el que tengo las otras camisetas que he recibido.
Todas menos una, la camiseta de la selección alemana con el número siete descansa extendida sobre el escritorio. Al lado de mi ordenador.
Me siento en la silla frente a la pantalla. Domingo por la mañana, me levanto temprano, preparo un chocolate caliente y escribo, es la única rutina en mi vida que ha sido prácticamente inalterable desde mi adolescencia. Lo hacía incluso cuando estaba en la universidad y la noche de antes la había pasado en una discoteca hasta el amanecer, aunque he de decir que de esos domingos no salieron mis mejores manuscritos. Dejé de hacerlo cuando Jaime se fue, me sentaba delante de la pantalla en blanco y solo podía escuchar sus últimas palabras, darle vueltas y más vueltas a que había fallado entre nosotros hasta que al final dejé de levantarme, dejé de ponerme delante del ordenador a intentar escribir, pero ya es momento de volver. No puedo permitir que me quite lo mejor de mí.
Dejo la mente en blanco, por primera vez en meses y empiezo a teclear. A mi mente acuden frases que nos dijimos, momentos que vivimos antes del final. Hoy en vez de hundirme en ellas o intentar ignorarlas las dejo salir, las convierto en palabras, las escribo, cuando escribo yo controlo el relato, yo decido si me hacen daño o si me hacen fuerte.
Releo lo que he escrito. Sonrío satisfecha mientras me estiro. En su mayoría son frases y reflexiones inconclusas. No es brillante ni va a formar parte nunca de mi novela. Sin embargo ya es más de lo que conseguí la última semana, y muchísimo más que las anteriores en las que ni siquiera lo intenté y espero que sea menos de lo que haga la semana próxima.
Agarro mi móvil, que carga en la mesita de noche. Abro los mensajes privados de instagram, la conversación con el futbolista, y escribo:
Andrea_97: Gracias. Espero que tú también pases un buen día.
Salgo de los mensajes y toco la pequeña lupa de la pantalla. Escribo la J que hace que su perfil salga el primero a causa de todas las veces que lo he visitado. El símbolo rosa alrededor de su foto indica que ha subido una historia nueva. Entro. En mi pantalla aparece una foto de Jaime con sus amigos en una discoteca. Parece que se está volviendo una costumbre para él. Paso a la segunda de las varias historias que ha subido, es otra foto en el mismo local con gente diferente.
Me llega una notificación de mensaje de Kai Havertz. La toco para que me lleve directamente a los mensajes.
Kaihavertz29: Seguro. Tengo día libre y lo estoy aprovechando con ellos.
El mensaje va acompañado de un video en el que se puede ver a Maya y Balou jugando entre los árboles.
Kaihavertz29: Aunque Maya ha echado de menos que la persigas. Y yo también.
Andrea_97: La próxima vez me avisas antes de llevarte a mi chica a traición y no tendréis que echar de menos a nadie.
Kaihavertz29: Que ya era mi chica antes de que tu aparecieses ¿Quién te crees que la bautizó?
Andrea_97: ¿Cómo es que no se llama Bagheera?
Kaihavertz29: Tenía más cara de Maya. He visto más películas para poder inspirarme. Pero tranquila, no te voy a invitar a verlas 😴
Andrea_97: Puedes invitarme. O invitarte a ti mismo. Me encanta dormir, aunque la almohada fuese demasiado huesuda.
Kaihavertz29: La próxima vez me aseguraré de que estés más cómoda.
Sonrío mirando la pantalla. Me entra una video llamada grupal de mi familia. Pulso el símbolo verde para aceptar.
— ¿Y esa sonrisa? —saluda mi hermana mayor, que es la única que ha aparecido por ahora.
—Que me alegro de verte.
Arquea las cejas. Por suerte mis padres aparecen antes de que siga interrogándome.
—Hola.
Mi hermana y yo contestamos al saludo al unísono. Por muchos kilómetros que nos separen seguimos hablando a la vez.
—Buenas —saluda mi hermana pequeña apareciendo en su pantalla.
—Hola ¿Y el niño? —pregunto por el miembro de mi familia que falta.
—Ni idea. —Se encoge de hombros.
— ¿No se supone que vivís juntos?
—Sí. Pero por si no lo sabías cada uno tiene su propia habitación —Me saca la lengua —. Y anoche salió con sus amigos de la universidad, no sé si ha vuelto aún o no.
—Universidad, cada vez que os oigo me siento más vieja —dice Ángela, mi hermana mayor.
—Estas casada y tienes un hijo. Eres vieja —apostilla Aurora, mi hermana pequeña
—Tienes suerte de no vivir en el pueblo porque te has ganado un coscorrón —la regaña Ángela.
Mi hermano pequeño, el desaparecido y mellizo de Aurora se llama Adrián. Mis padres tenían complejo de Kardashian. Aunque nuestros nombres no concuerdan con la inicial de nuestros apellidos.
— ¿Y nuestro nieto? —pregunta mi madre.
—Sigue dormido.
—Mamá —me indigno —. Dos de tus hijas que viven a kilómetros de casa te llaman y tú solo preguntas por tu nieto que vive a unos cinco minutos.
—A vosotras ya os tengo muy vistas —bromea mi madre.
Aurora se tapa los oídos.
—Si no lo oigo no me duele.
Me río. Qué difícil es vivir sin ellos cada día; sin las ocurrencias de mi hermana pequeña, los balbuceos y primeras veces de mi sobrino, los consejos de mi hermana mayor o las largas charlas y confidencias con mi hermano.
Tras colgar la llamada me voy a echar una siesta con una sonrisa que ocupa toda mi cara. Un buen domingo, desde luego. Y eso que aún me queda medio día por delante.
***
—Hola.
—Hola. —Es la segunda vez en una semana que Kai aparece en mi puerta.
—Esta vez no traigo nada. —Me enseña las manos vacías —. Pero estaba por el barrio y se me ha ocurrido pasar a saludar.
—Vives en este barrio.
—Pues eso, estaba por el barrio. —Se encoge de hombros.
— ¿Quieres entrar?
—Si no molesto. —Se pasa la mano por el tupé.
Me sigue al interior de la casa y nos sentamos en el sofá, ocupando posiciones similares a las de la otra noche.
— ¿Quieres ver una película? —Sonríe.
—Me acabo de despertar de la siesta —Me desperezo —. Podemos jugar al FIFA.
Le entrego un mando y yo me quedo el otro.
Marcador final del partido: West Ham 6 - 4 Chelsea. Se podría decir que las defensas no han estado imponentes.
—Tengo un hermano adolescente y muchas horas de FIFA a mi espalda —Explico ante su ceño fruncido.
—La próxima vez usaré mi propio mando y te ganaré la revancha.
—Necesitar un mando especial para ganar demuestra falta de calidad —me burlo —. Sé un hombre y juega la revancha ahora.
Me mira fijamente, muy serio, hasta que mi corazón comienza a latir más rápido de lo normal.
—Pero yo elijo tu equipo.
—Te gano con el que sea. —sonrío con suficiencia.
—Elige tú también el mío.
Intercambiamos los mandos. Cambio la liga en el selector de equipos y elijo el FC Barcelona, ganarle será una doble satisfacción. Pongo los ojos en blanco al ver el equipo que ha elegido para mí. Millwall. Esboza lo que creo que quiere ser una sonrisa inocente.
— ¡Árbitro estás ciego o que! —grita señalando la pantalla —. Que me ha lesionado a Pedri.
—He tocado balón —me defiendo riéndome.
— ¡Penalti! —grita ante otra de mis bonitas jugadas.
—Balón —me río.
Su cara está adquiriendo una tonalidad carmesí.
— ¡Sí! —Grito tras marcar el uno a cero, provocando que me mire entornando los ojos.
—Has pateado a mi portero y no han pitado nada ¿Has hackeado el juego?
—He tocado balón, quejica —me río.
Finaliza el partido 1-0, partido rocoso.
—Me has lesionado a tres jugadores y no sé cómo yo he acabado con una roja y tú no. La próxima vez no solo voy a jugar con mi mando. También con mi juego —gesticula con las manos.
—Eso te pasa por ponerme un equipo de carniceros —me rio. No he dejado de reírme en todo el partido.
—Eres muy mala ganadora. —Me empuja en el brazo.
Me rio aún más.
— ¿Dónde está el alemán inalterable?
—Desaparece cuando se enciende esa luz —señala la luz azul del mando.
—Habrá que apagarlo entonces, que el estrés está haciendo que cojas un color muy raro —Me gano un ceño fruncido. Es divertido enfadarlo y no ser yo la alterada por una vez.
—Se apaga por hoy. Pero tendré mi revancha.
—Soñar es gratis.
La puerta de entrada se abre. Lidia se asoma al salón.
— ¿Tu otra vez aquí? —me lanza una miradita. Niego con la cabeza.
—He pasado a saludaros.
—Ya, seguro que ha sido una decepción no encontrarme para saludar.
Evitando que Kai me vea hago el gesto de darle un manotazo al aire, espero que mi compañera capte que me gustaría que el aire fuera su cabeza en este momento.
Da la impresión de que lo entiende por qué ante la mirada interrogante del chico ella sacude la mano y dice:
— ¿Te quedas a cenar?
—Hoy no puedo, tengo que aprovechar el día libre para hacer unos recados. De hecho me iba ya. —Lo último lo dice mirándome a mí.
—Te acompaño.
Antes de bajar los escalones hasta la calle se gira de nuevo hacia mí.
—De hecho. —Se frota el cuello —. No vine solo a saludar.
—Vaya, que decepción, yo que creía que habías venido por el placer de mi compañía.
—Eso siempre —sus ojos grises se clavan en mis iris marrones.
Mi estómago se revuelve. La familia que vive ahí dentro ya se podría catalogar como familia numerosa.
—Quería invitarte al entrenamiento a puertas abiertas que hacemos mañana por la mañana. Sé que no te gusta mi equipo —prosigue sin dejarme que lo interrumpa —. Pero mis compañeros me dijeron que tus alumnos disfrutaron bastante la visita y he pensado que podrías traerlos, seguro que después te adoran —sus mejillas se arrugan en una sonrisa.
—Mis alumnos ya me adora —apunto —. Pero es buena idea, siempre agradezco algo de aire libre. Hablaré con mi compañero Jack a ver si entre los dos se nos ocurre algo para convencer a la dirección con tan poca antelación.
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